El PRI busca arribar al nuevo milenio con la experiencia democrática y su amplio acervo político en un medio bastante competido, debido a la pluralidad política. Con un discurso más crítico y más responsable, la gran transformación del PRI consiste en abrirse a la democracia y a la sociedad, aunque muchos observadores aún pongan en tela de juicio esta metamorfosis.
De cara al siglo XXI, nuestro país se debate entre la intransigencia de quienes lo quieren todo para ellos, y el despropósito de quienes pretenden aventurarse en la vorágine coyuntural. La prudencia y civilidad de una sociedad madura se pretende soslayar al conformar las supuestas alianzas y contradanzas partidarias.
México requiere de un cambio democrático pleno, donde el ejercicio de los deberes cívicos incluya el respeto a la integridad de los ciudadanos, de sus opciones concretas. El derecho a la expresión, a ejercer el voto y sobre todo a respetar la opinión de los demás debe ser recordado y aplicado sin riesgos de comprometer la credibilidad.
No es posible echar en saco roto las lecciones de la historia, ni soslayar el enorme acervo político que nuestro país ha logrado. México siempre se ha significado por las libertades y el respeto que caracterizan todos los ámbitos de la realidad social. Por eso es necesario defender este clima de tolerancia y libertad.
Antes que proponer un proyecto de nación, antes de buscar los beneficios de la colectividad, los partidos de oposición buscan alianzas ficticias, so pretexto de la democracia. Una alianza de partidos, a espaldas a sus propios principios y valores, expresa simplemente el deseo de erosionar el sistema partidista en el cual se sustenta nuestro estado.
Los partidos opositores dejan de lado sus principios y doctrinas, sus propias convicciones en el afán inútil de responder a las crecientes demandas ciudadanas. La nueva geografía política expresa la rica gama de posibilidades. Pero no las formaciones estériles, las falacias coyunturales al calor de los procesos electorales del año 2000.
En el PRI hay coherencia entre el decir y el hacer. Los priístas buscamos alcanzar un estado de justicia plena, en donde sea únicamente el acatamiento a la ley, el medio de entendimiento que rija la convivencia social. El cambio tricolor no ocurre solamente en el discurso, sino en la responsabilidad y seriedad con que el candidato a la Presidencia de la República, Francisco Labastida Ochoa, presenta su oferta política. Postula, con sus actitudes y acciones, un cambio responsable, serio, basado en el servicio de la justicia social.
La voluntad democrática y la participación ciudadana son lo que mueven al PRI. Y esto acredita su condición de partido, legitimando estrategias, despertando interés en las bases y simpatizantes. La disputa es positiva, necesaria. Y el compromiso con la ciudadanía es evidente. En un medio altamente competido, el PRI busca adecuar su realidad al presente, reafirmando sus vínculos sociales, fortaleciendo el régimen de partidos e impulsando el respeto a los poderes en una sociedad más politizada y exigente. n
*Senador de la República