La Jornada domingo 19 de diciembre de 1999

Angeles González Gamio
Renace Las Vizcaínas

Entre las construcciones más bellas e imponentes que se conservan de la época virreinal, destaca el Colegio de San Ignacio, mejor conocido como Las Vizcaínas. En estilo barroco, con los materiales característicos de ese periodo ųavinado tezontle y tersa canteraų, ocupa una manzana completa. El proyecto arquitectónico se le atribuye al alarife Pedro Bueno Basori, quien murió antes de iniciarse la obra, siendo el arquitecto Miguel José de Rivera el encargado de realizarla.

La fachada principal es impresionante, con enormes ventanas y puertas, dividida a todo lo largo por pilastras, se remata con pináculos y molduras que la recorren a manera de festón. La portada oriente está adornada con un escudo español formado por las cuatro provincias vascongadas y, en el nicho central, la imagen de San Ignacio de Loyola, flanqueado por angelitos; coronando esta imagen, la Virgen de Aránzazu, patrona y titular de los vascos, del colegio y de la cofradía que lo amparó. La poniente muestra a San Francisco Javier y arriba la Virgen de Loreto; la central, particularmente hermosa y barroquísima, se atribuye al excelente arquitecto Lorenzo Rodríguez, autor del Sagrario Metropolitano, con lo que todo está dicho.

El interior cuenta con varios patios, el principal de dimensiones majestuosas con una bella fuente original al centro. No podía faltar la capilla, recientemente restaurada; conserva soberbios retablos barrocos, obra del afamado dorador Joaquín de Sallagos. Ya hemos mencionado que el colegio nació gracias al empeño de tres vascos opulentos: don Ambrosio Meave, don Francisco Echeveste y don José Aldaco. Merecidamente, sus apellidos nombran las calles que rodean la institución.

Los ilustres varones tuvieron el buen tino de crear un colegio laico, lo que lo salvó de desaparecer al aplicarse las Leyes de Desamortización de los Bienes de la Iglesia, que eliminó el resto de instituciones que daban educación a mujeres. Gracias a ello, Las Vizcaínas lleva 232 años ininterrumpidos funcionando como colegio de niñas. Otro acierto de los avezados vascos fue mandar construir, en las fachadas laterales y trasera del inmenso inmueble, accesorias de "taza y plato" que producían rentas a la institución. Se les llamaba así porque los artesanos y pequeños comerciantes tenían el negocio o taller en la planta baja y habitaban en la alta. Estas instalaciones perdieron su uso al paso de los siglos, manteniéndose clausuradas.

Recientemente la pasión de una mujer, María Emilia Herrasti, Pía, quien ha trabajado toda la vida en proyectos comunitarios, emprendió conjuntamente con el Patronato de las Vizcaínas, el Fideicomiso del Centro Histórico, Cenvi, AC, y la subdelegación del lugar, la tarea de reabrir las accesorias y rehabilitar la hermosa plaza en donde se encuentran, que se pelea con la de Santo Domingo el título de la mayor después del Zócalo.

El plan es ambicioso y si cuenta con la colaboración de la ciudadanía, seguramente tendrá éxito; por lo pronto, en la accesoria 35 ya funciona el Café de Doña Antonia, simpático restaurancito, con comida casera y sabrosa repostería, muy bien puesto y con la amable atención de sus dueñas.

En la 31 está un taller de marroquinería, cuyo experto encuadernador le deja sus libros viejos y valiosos, mejor que nuevos, con flamantes forros de piel o aceptable imitación, bellas guardas y a magníficos precios. A un lado, la Asociación de Artistas del Vidrio imparte cursos para hacer emplomados, vitromosaico y cinta de cobre. Y poniendo el ejemplo, la accesoria 36 la ocupa Cenvi, asociación profesional interdisciplinaria, no gubernamental, que se caracteriza por desarrollar proyectos con la participación directa de los interesados y frecuentemente con el apoyo de universitarios.

La plaza jardinada cuenta con un pequeño estacionamiento y un teatro. Todo ello ųincluidas las accesoriasų está allí, esperando que inversionistas y amantes del Centro Histórico las revivan y obtengan la inmensa satisfacción de revitalizar un tesoro virreinal, gozar su belleza cotidianamente y si tiene el ojo de los vascos fundadores, obtener buenas ganancias. Para promover el sitio se han venido efectuando actividades culturales, como el concierto navideño que se efectuó ayer con la compañía Danovart y hace un par de meses asistió un magnífico coro.

Sin duda es el sitio ideal para jóvenes creadores, todo artista ųpintor, poeta, escultor, escritor, músicoų se llenará de inspiración entre esos gruesos muros, los altos techos envigados, el encantador tapanco que le da un carácter particular al espacio y en los alrededores la vibrante vida del Centro Histórico de la ciudad de México. Informes: 5510 0190, y, en Cenvi, con Pía. La comida de hoy, desde luego, en el Café de Doña Antonia.

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