La Jornada domingo 19 de diciembre de 1999

José Agustín Ortiz Pinchetti
En transición pero... Ƒhacia dónde?

Los incidentes en torno de la aprobación del presupuesto (no exentos de detalles picarescos) hacen dudar a muchos de la madurez de nuestros diputados para manejar instituciones modernas. Creo que son excesivas las críticas. Para empezar, la creación de un presupuesto suscrito por la oposición y la alianza en este tema del PRD y el PAN son signos positivos. Es casi seguro que las escasas diferencias que existen puedan zanjarse. Tenemos que conceder que para rehabilitar a una Cámara atrofiada durante 66 años, debe haber un periodo razonablemente amplio de ensayos y errores. No lo han hecho tan mal. La parálisis legislativa que se les achaca es falsa. Se han podido ventilar números, asuntos ocultos antes a la opinión pública. Aceptemos que estos incidentes son un episodio más de la "transición".

Pero la grave está en que este tránsito no parece obedecer a un propósito claro y mucho menos compartido por todos los actores políticos. Los hechos, muchas veces insólitos, se suceden como oleadas. La posición oficialista puede describirse como un atrincheramiento para defender comarca por comarca a un sistema y a los intereses que beneficia sin ningún otro propósito que hacerlos sobrevivir. La oposición no presenta una demanda articulada de cambios. Ataca en cada punto que puede, apostando al desgaste del PRI.

Si tomamos un poco de distancia tendremos que aceptar primero que no estamos ante un recambio de un sistema político arcaico por otro moderno. Simplemente hay un desmoronamiento y/o reblandecimiento de las viejas estructuras hegemónicas que van siendo sustituidas por: reformillas, reformetas, "parches"...

Odio ser catastrofista pero tengo la impresión sincera de que estamos sumergidos en un proceso de decadencia que nos estamos negando a aceptar. El aparato que realmente gobierna al país y que decide el rumbo económico, las asignaciones de recursos y la forma de relacionarnos con el exterior ha dado muestras en los últimos 20 años de un agotamiento que, a pesar de brevísimos periodos de recuperación, parece irreversible.

En esas dos décadas la economía no ha crecido y la población ha seguido en expansión; la concentración del ingreso y de las oportunidades se ha incrementado; el número de pobres, miserables y desempleados abarca 60 por ciento de la población, aun en el cálculo más conservador. La corrupción se expande. No se ha hecho ningún avance importante para crear un sistema de transparencia y rendición de cuentas; la red del narcotráfico y del lavado de dinero ha penetrado las esferas altas del gobierno, las fuerzas armadas y el sistema financiero; el gobierno tiene que consultar cada vez con más frecuencia decisiones domésticas con sus colegas estadunidenses y con sus acreedores; los nudos de intermediación y negociación se debilitan y poco a poco va rompiéndose la cohesión social.

Lo grave es no sólo que estos fenómenos duran ya casi el plazo de una generación sino que se agravan año con año. Y que no aparece en el horizonte ninguna propuesta que recupere el proyecto nacional y que le dé un rumbo nuevo al país.

Si es cierta esta sombría hipótesis cabría preguntarse por qué nos negamos a aceptarla. Me resulta inevitable recordar de nuevo aquella expresión de Daniel Cosío Villegas: "México viene padeciendo desde hace algunos años de una crisis que se agrava día con día; pero como en los casos de enfermedad mortal, nadie de la familia habla del asunto, o lo hace con un optimismo trágicamente irreal".

ƑHasta cuándo podrá prolongarse la declinación? ƑCuándo entrará en su crisis final? Es muy improbable que sea en el año 2000. Las medidas conservadoras del gobierno de Zedillo en materia financiera parecen estar funcionando. La inconformidad social está creciendo, pero hasta donde es previsible, encontrará cauces legales en las elecciones. Los factores internacionales son aparentemente estables. Es probable que la nación, gracias a la capacidad de la población para vivir tiempos difíciles, para disciplinarse y/o someterse, permita al sistema todavía sobrevivirse a sí mismo durante algún tiempo. ƑCuánto más?