CHINA: AHORA SOLO FALTA TAIWAN
China recupera hoy el puerto de Macao que a partir de 1557 estaba ocupado por los portugueses y, desde 1976, o sea después de la Revolución de los Claveles en Portugal --que significó el fin del imperio colonial de ese paísų tenía una administración autónoma, aunque subordinada al gobernador europeo. Ese puerto sureño, con 16 kilómetros cuadrados y 400 mil habitantes, decayó mucho en los últimos dos siglos, debido a la competencia inglesa desde Hong Kong y quedó reducido, en realidad, a un gran centro de juegos de azar sin que Portugal tuviese la voluntad o los medios para tratar de sostenerlo y sin que China se preocupase demasiado por él, ya que la suerte de Macao dependía de lo que sucediese con Hong Kong.
De este modo, después de la recuperación de esta última ciudad e importante centro financiero de manos británicas y de la expulsión por la Revolución China de las concesiones extranjeras en varios otros puertos hace ya 50 años, el coloso asiático ha unificado el país, su legislación, su moneda e impuesto su soberanía sobre todo su territorio... salvo Taiwán (anteriormente Formosa, cuando la ocupaban también los portugueses).
Formosa, en efecto, fue dominada por los holandeses cuando declinó el poderío marítimo portugués e Inglaterra y Holanda pasaron a ser las potencias en la zona. China la recuperó en 1683 y la conservó hasta 1894,!= cuando fue ocupada por los japoneses que comenzaban a expandirse a costa de ese país. En 1949, con la protección de Estados Unidos, vencedor de Japón, se refugió en ella lo que quedaba del régimen de Jieng Jeishi (Chiang Kai Shek), incluido su ejército y desde entonces Taiwán, siempre reivindicada por China, es una espina en el flanco del régimen de Pekín, el cual amenaza con recuperarla por la fuerza, mientras Washington la protege.
La reconquista de Macao constituye una legítima reparación de una agresión realizada hace casi cinco siglos aprovechando la debilidad de las dinastías mongolas que ocupaban China. Restituye además la vigencia del derecho de autodeterminación de los pueblos y refuerza la posición diplomática de China en la disputa por Taiwán, pues el Reino Unido y Portugal han cedido ya las ciudades usurpadas y reconocido la integridad del territorio chino. A diferencia de esas dos potencias occidentales, Estados Unidos sólo reconoce tal integridad en el discurso mientras sigue apoyando a los independentistas taiwaneses.
Si tenemos en cuenta el tradicional nacionalismo chino y la historia de despojos de que fue objeto el antiquísimo Imperio del Medio es evidente que las autoridades de Pekín cuentan con apoyo popular en sus legítimas reivindicaciones sobre la incorporación de Taiwán a la madre patria. Pero también lo es que, en política internacional, no sólo cuenta el derecho y la legitimidad de una causa, como lo demuestran la guerra del Golfo, la guerra contra Yugoslavia o la guerra rusa contra Chechenia.
La importancia de la recuperación de Macao, después de la de Hong Kong, reside por consiguiente en el precedente de que se puede resolver políticamente y con medios pacíficos, incluso, el problema de una ocupación plurisecular del suelo chino y que, además, es posible garantizar en los territorios reconquistados un régimen especial y un funcionamiento económico particular, sin menoscabo de la soberanía china.
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