Ť México, al nivel de países de CA y el Caribe
La deuda mata y atrofia el desarrollo de los niños: Unicef
Ť Las naciones pobres destinan menos recursos al sector social
Centenares de millones de personas en todo el mundo, pero en especial de los países de Africa, han estado "atrapadas" en la sujeción impuesta por la deuda externa durante los últimos dos decenios, pero el mayor peso de este problema "recae sobre las mentes y los cuerpos de los niños, matando a algunos y atrofiando a otros, de tal manera que nunca pueden desarrollarse plenamente". En tal sentido, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) asienta: "La deuda tiene cara de niño".
En el informe El progreso de las naciones 1999, la organización afirma que en promedio la deuda per cápita en los países en desarrollo asciende a 417 dólares, pero que hay países donde la situación se agrava, como es el caso de Nicaragua, donde cada recién nacido comienza su vida con un débito de mil 213 dólares.
Sostiene que cuando la deuda externa adquiere dimensiones desproporcionadas en relación con su producto interno bruto (PIB), "en vez de estimular el crecimiento y contribuir al desarrollo humano, comienza a minar la vitalidad de su economía y a consumir recursos destinados al sector social".
La deuda externa, enfatiza, priva a los niños de la vacunación de enfermedades prevenibles, los condena a una vida sin educación y los deja huérfanos, debido a que miles de mujeres mueren anualmente al dar a luz en condiciones sanitarias precarias.
Al respecto, Shridath Ramphal, copresidente de la Comisión de Gestión de Asuntos Públicos Mundiales y autor del artículo, presenta algunos ejemplos contunden- tes: Tanzania destina hasta nueve veces más recursos al pago de la deuda externa que los que aplica para la atención básica en salud, y cuatro veces más de los que inyecta para la educación básica.
Por si esto fuera poco, Unicef manifiesta que la crisis se agrava aún más por el descenso "sin precedentes" que ha registrado en los últimos años la asistencia oficial para el desarrollo, dado que los países industrializados o más ricos sólo han aportado la tercera parte del 0.7 por ciento del PIB, fijada como meta por la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Además, la cuarta parte de la ayuda económica que reciben los países pobres a través de este mecanismo, "regresa a manos de los donantes en concepto de pagos de la deuda", de tal modo que, por ejemplificar, en Nicaragua, donde estos débitos externos representan 306 por ciento del PIB, uno de cada dos dólares que recibe como asistencia es utilizado para sufragar sus débitos.
El precio, asienta Unicef, lo pagan los pobres, pero "especialmente los niños, a quienes se les priva de servicios, pues los gobiernos destinan una parte importante de sus recursos al pago de la deuda externa".
Así, de 27 países en desarrollo que fueron estudiados por Unicef, sólo la tercera parte gastó más en servicios sociales básicos que en la deuda, pero en el resto, este último rubro absorbió entre 10 y 30 por ciento del PIB, mientras el gasto social no rebasó 13 por ciento de los presupuestos nacionales.
La organización advierte que de no solucionarse tal problema, está amenazada la consecución de las metas de la Convención Mundial sobre los Derechos del Niño, adoptadas hace diez años por todos los países del mundo, con excepción de Estados Unidos y Somalia: "No existe ninguna posibilidad que se puedan lograr las políticas nacionales adecuadas, ni lograr esas metas, no sólo en el año 2000, sino en el futuro previsible".
En las estadísticas que presenta el organismo mundial, la deuda externa de México representa 38 por ciento del PIB, índice similar al de países centroamericanos y del Caribe, como Haití y Costa Rica, e incluso superior hasta en diez puntos respecto de República Dominicana, El Salvador, Guatemala y Paraguay.
Por otra parte, en el reporte alternativo que organismos no gubernamentales presentaron al Tercer Informe Periodico del gobierno mexicano ante el Comité de Naciones Unidas sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales, se indica que el gasto social que las autoridades de nuestro país destinan para el combate a la pobreza es equivalente a 0.15 por ciento del PIB y a 4.2 por ciento de los fondos federales asignados al rescate bancario.
Se subraya que en este año que culmina el gasto social creció en términos reales 3.2 por ciento, respecto del ejercido en 1998, pero que, en contraste, los recursos destinados a las operaciones y programas de saneamiento al sistema financiero crecieron 25 por ciento, mientras el Fobaproa lo hizo en 243 por ciento.
Agrega además que desde 1994 a la fechas las erogaciones destinadas al Ramo 26, para combatir la pobreza, han registrado una reducción acumulada de 38 por ciento en términos reales, "es decir, el presupuesto del ramo antipobreza de hoy alcanza sólo 60 por ciento de lo que era en 1994".
Para las organizaciones civiles, sociales y redes mexicanas responsables de dicho informe, la insuficiencia de recursos para combatir la pobreza no se debe únicamente a la difícil situación del país o al poco margen de maniobra que deja la deuda externa, como argumentan las autoridades federales, ya que sostienen que "al analizar su política presupuestal, nos damos cuenta de que el problema es, en esencia, de prioridades", pues, afirman, el gobierno no dudó en destinar miles de millones de pesos para rescatar a un pequeño grupo de grandes banqueros. (Susana González G.)