La Jornada jueves 23 de diciembre de 1999

Jean Meyer
Guerra y urnas

En 1831, cuando el ejército ruso entró a Varsovia y puso fin a una insurrección polaca de ocho meses, Europa tomó el duelo. El sentimiento antirruso fue tan violento que provocó una profunda reacción nacionalista en Rusia. El gran poeta Alexander Pushkin exclamó: ƑAcaso es impotente la palabra del Zar Ruso?/ ƑAcaso es nuevo para nosotros discutir con Europa?/ ƑAcaso somos pocos?

En 1863 los polacos volvieron a levantarse, Europa de nuevo les manifestó una simpatía ardiente, sin poder darles una ayuda efectiva; de nuevo las tropas rusas vencieron; de nuevo la amargura rusa frente a las críticas europeas llevó a una ola nacionalista, ahora manifestada en ardientes palabras por Dostoyevski. Hoy en día, la segunda guerra de Chechenia nos pone en la misma situación, en el mismo malentendido, y nadie se sorprenderá al saber que el gobierno polaco apoya a lo que queda de gobierno chechén.

Las elecciones parlamentarias del domingo 19 de diciembre expresan la reacción del pueblo ruso a lo que considera como el odio eterno de Occidente (Europa y Estados Unidos) hacia Rusia. Los resultados habían sido anunciados por todos los sondeos de los últimos dos meses; todos los partidos y la inmensa mayoría de los ciudadanos apoyan al gobierno federal en su guerra contra los chechenes combatientes. Por lo mismo, un partido inventado a última hora, identificado al gobierno, el partido Unidad --apodado El Oso por un juego de palabras sobre su acrónimo-- en 40 días ha sido capaz de subir de la nada hasta conseguir 23 por ciento de los votos. El Partido Comunista, con 24 por ciento de los sufragios, se mantiene como previsto, pero tiene poca posibilidad de controlar la Duma como lo hizo hasta ahora. Sorpresa, 9 por ciento de la flamante Unión de Fuerzas de Derechas, otro aliado del gobierno. Zhirinovski sobrevive con 6 por ciento, y el demócrata Yavlinski con otro tanto. De los 26 partidos, sólo seis pasan la barrera de 5 por ciento y tendrán representantes en la Duma. La mitad de los diputados sale de esas listas de partido; la otra mitad, elegida por el sistema mayoritario en circunscripciones de un solo escaño, aún no termina de precisarse.

ƑQué significan esos resultados? Una victoria para el primer ministro Pútin, ayer dirigente del FSB, el ex KGB. Tan es así, que otro ex general del KGB, el ex primer ministro Primakov, al anunciar que será candidato a la presidencia, prometió incorporar a Pútin a su equipo. ƑEsas elecciones fueron la repetición general de las presidenciales del 4 de junio próximo? Sí y no. De aquí a seis meses pueden pasar tantas cosas... y para empezar en Chechenia. Para llegar al Kremlin, Pútin necesita una victoria, si no definitiva, por lo menos que dure hasta junio.

Lo único cierto es que la guerra de Chechenia y sus prolongaciones electorales manifiestan que el famoso "puño fuerte", la "mano de hierro", "el cirujano de hierro", pedido por Andronik Migranian desde 1989, corresponde, ahora, al deseo de la mayoría de los rusos. No faltan contradicciones: los mismos rusos no quieren volver al pasado y afirman su anhelo para tener las principales libertades democráticas. De la misma manera, si 75 por ciento aprueba la guerra, 85 por ciento sabe que no va a terminar tan pronto; si la inmensa mayoría desea la derrota de los chechén combatientes, 55 por ciento piensa que no hay lugar para los chechén adentro de la Federación de Rusia. ƑY los chechén? ƑQué piensan, qué quieren, más allá de paz, pan y trabajo?

Son tantas las incógnitas que Occidente haría bien de pensarlo un poco antes de agraviar tan inútil como ineficazmente a los rusos. El problema es tan complicado, tan trágico como lo fue Argelia --y lo sigue siendo-- para Francia. Debemos recordar las palabras de Dostoyevski, pronunciadas sobre la tumba de Pushkin: šLos pueblos de Europa desconocen hasta qué punto nos son caros!