COMUNICADO 23


Educación: apuntes para un balance

Ť Acceso a la primaria, el avance más significativo
Ť Más de 41 millones no han completado su enseñanza básica
Ť Persisten las desigualdades y los contrastes
Ť El crecimiento del sistema educativo a costa de los profesores

Epoca de balances. El fin de año invita a mirar retrospectivamente el desarrollo de la educación nacional, en este caso no sólo en el año que termina sino en el siglo en su conjunto.

A pesar del perseverante esfuerzo hecho en el país a partir de la Revolución por construir su sistema educativo, sólo hemos logrado edificar una aguda pirámide de oportunidades de escolaridad: la mayoría de los niños y jóvenes tiene acceso a los niveles básicos, pero solamente 17 de cada 100 jóvenes en la edad correspondiente cursan la educación superior. El único nivel consolidado ųrelativamenteų es el de la primaria. Son millones los niños y jóvenes que quedan excluidos y pierden la oportunidad de continuar sus estudios.

El mayor logro: la primaria

Durante el siglo XX el país ha logrado ofrecer a sus niños los seis años de primaria. No obstante, todavía hay un millón 200 mil niños entre 6 y 14 años que no asisten a la escuela, y 25 por ciento de la matrícula de primaria se localiza en escuelas unitarias o multigrado.

Son elocuentes algunas cifras históricas: a partir de 1935 los diferentes niveles escolares han experimentado un crecimiento absoluto impresionante (Cuadro 1). Aunque la primaria es la etapa escolar con la matrícula más grande, el crecimiento relativo de los otros niveles ha sido mayor, puesto que la base de la que partieron era muy reducida (inferior a los 25 mil alumnos). Las etapas de crecimiento más acelerado varían según el nivel del que se trate, pero en general la mayor expansión del conjunto del sistema se dio entre 1970 y 1980.

Merece destacarse la insuficiencia de la matrícula de doctorado; nuestro país con casi 100 millones de habitantes solamente tiene 6 mil estudiantes de doctorado, ello a pesar de que en los últimos 10 años esta sección del sistema educativo creció 600% sobre su reducida base de poco más de mil estudiantes en 1990.

La carrera contra la demografía no ha sido totalmente exitosa: a pesar del crecimiento de la educación inicial y preescolar, las estadísticas registran que casi 2 millones de infantes de 3 años (89 % de ese grupo de edad) y casi un millón de los de 4 años (45%) no reciben atención educativa.

En números redondos, estos son todavía los saldos rojos de la educación básica: 430 mil niños abandonan las escuelas primarias antes de aprobar el sexto grado; suman 2.9 millones los que no terminan este ciclo en los 6 años previstos, y 260 mil egresados de sexto ya no se inscriben en la enseñanza secundaria. Además, 360 mil jóvenes desertan de la secundaria, y poco más de un millón (22% de la matrícula) no logran concluirla en los 3 años programados.

Rezagos e inequidades

Un poco más de 5.5 millones de jóvenes entre los 13 y los 17 años (54% del total correspondiente) están fuera del sistema educativo. El indicador global de la exclusión que realiza el sistema, acumulada históricamente, es de 41 millones de adultos (de 15 y más años) que no cuentan con la enseñanza básica completa; y esta cifra (que representa 60% de la población adulta del país) sigue en aumento.

El promedio nacional de escolaridad es de 7.7 grados, pero oculta grandes desigualdades: 20% de los más pobres no llega a cursar tres grados, en tanto que 10% de los más ricos alcanzan más de 12 niveles.

El analfabetismo se ha venido reduciendo en términos relativos a lo largo de la última década; actualmente es de 10 por ciento a nivel nacional, con notables diferencias por regiones geográficas: es inferior a 4 por ciento en las entidades con bajos niveles de marginalidad como el Distrito Federal, Nuevo León o Baja California, pero se quintuplica en aquellas más pobres como Oaxaca, Guerrero o Chiapas.

Las desigualdades por regiones reaparecen en el acceso a los diferentes niveles escolares: en las entidades con bajos niveles de marginalidad, los porcentajes que logran inscribirse en la secundaria, la educación media superior y la superior son 87, 42 y 18 por ciento, respectivamente. En los estados con alta marginalidad, se reducen: 72 para secundaria, 32 para educación media y 11 para superior. El lugar de nacimiento predestina la educación de muchos.

El subsidio forzado de los maestros

A pesar de las declaraciones retóricas sobre la prioridad de la educación y a pesar de la manera triunfalista como suelen presentarse las cifras de su financiamiento, éste no ha sobrepasado en el mejor de los casos 5.1% del PIB; hay consenso entre los expertos de que un país como México debiera asignar a su desarrollo educativo un monto equivalente a 8% de su PIB.

También en la distribución de los recursos hay grandes desigualdades: el gasto total en educación por habitante de 4 a 24 años es en promedio de 3 mil 144 pesos (pesos corrientes de 1996) en las entidades más avanzadas, de 2 mil 386 pesos en las de desarrollo intermedio, y de sólo mil 999 pesos en las de alta marginalidad (Gráfica 2).

Ha sido la profesión magisterial la que ha subvencionado el crecimiento de la matrícula. La incógnita que explica cómo un financiamiento insuficiente ha sostenido el incremento millonario de la matrícula en los últimos sexenios se encuentra en los salarios y condiciones laborales del magisterio. Cinco estrategias se han combinado para hacer que el sistema siga funcionando sin que el Estado erogue los recursos necesarios: contener los salarios magisteriales, reclutar profesores sin la preparación adecuada; doblar y triplicar el uso de los edificios escolares y de los turnos laborales de los maestros (reduciendo a la mitad el tiempo asignado a la labor educativa); ignorar el constante deterioro de las condiciones de trabajo de los docentes; y descuidar el impulso a la innovación, a la investigación y a la evaluación. Las cinco han cobrado su costo correspondiente en la calidad de la educación.

Como lo muestra la Gráfica 3, a lo largo de los últimos diez años los profesores han tenido magros incrementos en sus percepciones salariales (en pesos constantes), y todavía no se recuperan de la caída de diciembre de 1994.

Interrogantes

En esta ocasión las interrogantes de Observatorio Ciudadano se dirigen a los propios lectores y están ya sugeridas en el texto. En el espíritu de la temporada navideña hemos aportado algunos datos históricos, útiles para la reflexión sobre lo que ha significado la construcción del actual sistema educativo a lo largo del tiempo y sobre algunos de sus problemas. No ha sido un balance, sino datos seleccionados que invitan a tomar conciencia de algunos saldos pendientes en este servicio público que a todos nos pertenece y de cuya calidad, cobertura y eficiencia depende nuestro futuro. Observatorio Ciudadano, próximo a cumplir su primer año en estas páginas, envía a todos sus lectores una calurosa felicitación.