Gilberto López y Rivas
La encrucijada de los conflictos armados en América Latina
Los movimientos armados en América Latina están en proceso de evolución hacia otras formas de lucha. El fin de la guerra fría, la caída del bloque socialista y el fin de la bipolaridad significaron al mismo tiempo el desmoronamiento de los apoyos y paradigmas tradicionales para las guerrillas latinoamericanas que sostenían programas socialistas y que reivindicaban el marxismo en cualquiera de sus variantes.
En Latinoamérica, la derrota electoral del gobierno sandinista y el papel de la confrontación militar con Estados Unidos en la dinámica interna del propio proceso nicaragüense fueron factores importantes que modifican sustancialmente el tipo de modelo que es posible establecer en la región.
Después de la firma de sus acuerdos de paz, los grandes movimientos guerrilleros en América central, como el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) o la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), desmovilizaron a sus fuerzas militares o las integraron en los nuevos ejércitos regulares o policías nacionales y mantienen su existencia actual como grandes coaliciones o partidos políticos que participan en la lucha electoral.
Las únicas guerrillas latinoamericanas supervivientes al fin de la guerra fría son las colombianas: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Con una fuerza conjunta de más de 20 mil efectivos, mantienen casi un centenar de frentes de guerra en todo el país. El Ejército colombiano, con sus 100 mil efectivos, se muestra incapaz de neutralizar las ofensivas sistemáticas de la guerrilla.
Estos conflictos armados y sociales arrojan un saldo profundamente trágico: en la última década más de 35 mil colombianos han muerto, y cerca de un millón y medio de personas han sido desplazadas en los últimos cinco años. Estas víctimas son producto de la violencia de los gobiernos de la oligarquía colombiana y sus políticas de terrorismo de Estado, expresión, a la vez, de la guerra de contrainsurgencia dirigida y asesorada por Estados Unidos.
A pesar de su fuerza militar y de la posibilidad de que eventualmente lleguen al poder, las FARC no podrán establecer un programa de gobierno de la naturaleza ideológica que les dio origen. El contexto de la postguerra fría hace sumamente difícil, material y políticamente, ese objetivo. En caso de una victoria político-militar, no hay ninguna posibilidad real en las actuales condiciones de que la guerrilla pudiera instalar un régimen socialista en Colombia, sino, en todo caso, uno democrático nacional con equidad social y de beneficio para las clases trabajadoras. Con todo, voceros de las FARC sostienen que es posible la construcción de una sociedad nueva, de carácter socialista, sin modelos predeterminados, que recoja todas las experiencias anteriores y tome en cuenta la especificidad nacional de Colombia.
Paradójicamente, a pesar de su existencia prolongada y de la fuerza militar acumulada en cuatro décadas, para la guerrilla colombiana las opciones políticas pasan por el diálogo y la negociación tendiente a lograr la paz con dignidad; esto es, en el marco de profundas transformaciones que solucionen las causas que dieron origen a la guerra.
Su encrucijada es enorme si consideramos el número de víctimas del conflicto armado, pero es mayor si pensamos en el destino político final de los excombatientes: todas las organizaciones exguerrilleras en Centroamérica han pasado por la debacle electoral; ninguna victoria en las urnas, a excepción de los sandinistas en noviembre de 1984, ni mucho menos un empate, se ha logrado. Por el contrario, el electorado centroamericano ha depositado su confianza mayoritaria en partidos políticos ultraconservadores, como la salvadoreña Alianza Republicana Nacionalista (Arena), creadora, en su momento, de escuadrones de la muerte que lo mismo mataban guerrilleros, que monjas o sindicalistas. De ahí la importancia de qué se negocia, cómo se negocia y cuál es el proyecto que da rumbo a la negociación.
Este escenario desalentador para la lucha armada en América Latina se agudiza con el campo abierto para el intervencionismo estadunidense que dejó el derrumbe del bloque socialista. Las políticas neoliberales, que colman la economía global, han multiplicado el monto de seres humanos que viven en la pobreza. Algunos se refieren incluso a una nueva bipolaridad norte-sur, originada por la agresión a las economías y democracias frágiles de los países pobres. La devastación provocada en los servicios de salud, educación y vivienda, así como en el empleo, parece inexorable y afecta incluso a sectores amplios de la población en las naciones ricas. ƑSerá éste el campo fértil, como demuestra el caso mexicano, para el resurgimiento guerrillero en nuestra América?