La Jornada viernes 24 de diciembre de 1999

Guillermo Villaseñor García*
ƑEstá el PRI detrás de la huelga de la UNAM?

Desde luego que sería simplista pensar en una causalidad única para tratar de entender el problema que vive la UNAM. Sin embargo, en el entramado de causas que generaron y mantienen el conflicto, algunos hilos son más gruesos y visibles que otros. No cabe duda que uno de los más importantes es la transformación integral, aunque paulatina, de la UNAM para hacerla altamente funcional al proyecto económico y político de las fuerzas dominantes en México, en concordancia con la posición subordinada que los gobernantes han forjado para nuestro país en el concierto de la globalización. Y detrás de la UNAM, la transformación del resto de las universidades públicas.

Una de las causas que, se dice, han estado presentes desde el principio, pero que sagazmente ha sido semiocultada, es la presencia de los intereses del PRI para que la huelga universitaria se convierta en un factor favorable para su victoria electoral en julio del 2000. Hay una serie de hechos que abonan a favor de esta hipótesis, de manera indicativa desde luego, pero que valdría la pena poner en consideración.

En los inicios del conflicto, Francisco Labastida Ochoa, entonces secretario de Gobernación, indicó que los servicios de inteligencia de esa dependencia estaban al tanto de lo que acontecía en la UNAM.

También desde el principio, se pretendió claramente hacer aparecer al PRD como el causante y alentador principal de la huelga. Declaraciones y acciones de perredistas, no siempre muy afortunadas, alimentaron estas posiciones difundidas en los medios de comunicación, pero finalmente quedó claro que ese partido estaba al lado, pero no detrás, de los paristas.

No han sido pocas las declaraciones de altos funcionarios universitarios, Francisco Barnés y varios directores entre ellos, que de manera apresurada y sin fundamentación consistente han atribuido a ese partido una labor de agitación y de pretendida conducción del movimiento. A lo anterior, se sumaron las declaraciones de Labastida Ochoa, entonces precandidato priísta, de que el PRD había convertido a la huelga en un Frankestein al que ya no podía controlar.

La primera marcha de los paristas en el Periférico, y que culminó con la golpiza propinada a algunos de ellos por granaderos, que evidentemente actuaron con una brutalidad inaceptable, trataron de convertirla en un motivo de desprestigio y de condena contra el gobierno del Distrito Federal.

La segunda marcha de los paristas en el Periférico se convirtió en motivo de morbosidad propagandística de televisoras particulares y de estaciones radiofónicas, que las condujo a mantener una cobertura excepcional y costosísima, con tal de poder transmitir con precisión el momento de violencia que les permitiera desprestigiar al gobierno capitalino.

Por otra parte, es impresionante el esfuerzo que en las últimas semanas, ya confirmado Labastida como candidato del PRI, han hecho los ultras de los ultras por desprestigiar al PRD y al gobierno de la ciudad. Particularmente es notorio este esfuerzo en dos de sus líderes: Mario Benítez y El Mosh.

Y a propósito de lo acontecido en la Embajada de Estados Unidos, hay que reiterar la condena a la innecesaria violencia de los granaderos, pero también es impostergable detectar a los "provocadores" y que políticamente se les aísle, para generar las mejores condiciones de una aplicación correcta de la justicia. La repetida condena al gobierno capitalino, por sí sola no va a producir nada favorable a la solución del conflicto de la UNAM.

Esta secuencia incompleta de hechos y de actitudes asumidas por diferentes participantes en el fenómeno de la huelga de la UNAM, y que pretende plantear la posibilidad de una hipótesis, arroja un resultado aparentemente claro: se ha pretendido que ante la opinión pública aparezca un responsable importante y prácticamente único sobre el que se puedan descargar culpabilidades y al que se le puedan cobrar facturas en el corto plazo. Ese es el PRD y su gobierno capitalino.

Ahora bien, en tiempos de elecciones federales, y particularmente de elecciones en la ciudad de México, Ƒquién resulta política y electoralmente golpeado? Y por lo tanto, en estas mismas circunstancias, Ƒquién resulta política y electoralmente beneficiado? Por lo tanto, Ƒquién ha sacado provecho político de la huelga de la UNAM?

Por lo que se puede detectar en otros campos de acción, el partido tricolor, sobre todo para el caso del Distrito Federal, está dispuesto a emplear todos los medios para justificar el fin de recuperar el gobierno de la ciudad y para no perder el poder nacional. No importa si ciudadanos, estudiantes o instituciones son atropellados en esa lucha por el poder.

No perdamos de vista que Adolfo Orive de Alba, asesor del anterior secretario de Gobernación y del actual candidato del PRI a la Presidencia de la República, más de una vez ha sido mencionado como una persona muy cercana a la dirigencia del movimiento de huelga de la UNAM, lo cual, hasta el momento, no ha sido públicamente desmentido.

En el caso de que la hipótesis de interés político y electoral del PRI por la huelga de la UNAM se comprobara, ello no le restaría importancia ni peso a las otras causales que han dado sustento a la dolorosa huelga de nuestra universidad. Ojalá que estuviéramos ya a la puerta de la solución del conflicto. De otra manera, la situación va a seguir favoreciendo los intereses priístas.

Y, además, los intransigentes de la huelga universitaria, ya sean del CGH, de la Rectoría, del Grupo Udual, de las organizaciones populares que rodean a la huelga, o de cualquier otra ubicación en la que se encuentren, independientemente de los discursos artificiosos o auténticos que nos pronuncien, en los hechos se convierten en apoyadores eficientes de quienes han tenido el control político de México por más de 70 años.

*Profesor-investigador de la UAM-Xochimilco y director de la División de Ciencias Sociales y Humanidades