Ť Protagonizó Allá en el Rancho Grande, cinta que triunfó en EU y Sudamérica


Falleció el primer charro cantor del cine mexicano, Tito Guízar

Ť Con 70 años de trayectoria, llevó el folclor del país al mundo, mediante su música y actuación

Raquel Peguero Ť Sus ojos verdes hicieron soñar a las mujeres de toda una época. Su voz cantora resonó por el mundo. Enamoró, sedujo, encantó. Tito Guízar disfrutaba de la vida con una máxima que nunca dejó de lado: ''El pasado es polvo, el futuro es viento. Si quieres ser feliz, vive el momento". Así lo hizo hasta el final.

El primer charro cantor de nuestra cinematografía, por el papel que interpretó en Allá en el Rancho Grande, se fue a su casa de San Antonio, Texas, a celebrar la Navidad con su familia, pero ya no la alcanzó. Horas antes falleció de un ataque cardíaco.

Tito Guizar y esther-44-jpg Ilusionado con el nuevo milenio, ''que para él es algo muy simbólico, por lo moderno'', Tito Guízar ''es una persona bien especial", dijo su nieto Mauricio, en una nota-homenaje que apareció el viernes en El Universal. Ahí lo pinta de cuerpo completo: ''En su mente siempre existen sueños y metas que quiere alcanzar. A la muerte ni la menciona, sin embargo sabe que puede llegar en cualquier momento. Para él lo más importante es visualizar el futuro''.

Cantante innato

Federico Arturo Guízar Tolentino nació en la ciudad de Guadalajara el 8 de abril de 1908. Sus padres, José María Guízar Valencia y Adela Tolentino, lo encaminaron a la música desde muy pequeño. Le enseñaron a tocar la guitarra y el piano, además de las canciones de moda que entonaba con su entonces frágil voz. Por presiones familiares sus pasos lo encaminaron hacia la medicina, aunque no concluyó la carrera, que abandonó a los 20 años para dedicarse a cantar. Su primer recital lo ofreció en 1928, en el teatro Degollado, de la capital jalisciense, en el que se presentó como aficionado, invitado por su tío, el general Francisco Tolentino, quien en ese tiempo era gobernador provisional del estado. ''Puse muchas ganas, porque quería llegar muy alto. Mi padre siempre se opuso a que yo cantara, por lo que mi mamá me llevaba a escondidas a tomar clases de vocalización'', contaba. Poco más tarde partió a Italia, en donde realizó estudios con el barítono Mario Sammarco.

En la ciudad de México comenzó su despegue como cantor. Actuó en el teatro Politea, en el que permaneció tres meses sin interrupción. Ahí lo vio Emilio Azcárraga Vidaurreta y le ofreció grabar un disco. ''No podía creerlo ųrelatabaų, sobre todo cuando me dijo que se realizaría en Nueva York. Desde ese momento mi vida cambió por completo. Mi primer sencillo fue una canción del joven compositor de aquel entonces, Agustín Lara. Su tema Sólo tú era gracioso porque en la segunda parte decía: 'si no me has olvidado/ si todavía guardas algún recuerdo de aquella orgía...'", contaba y cantaba con una risa. Recordaba del acetato: ''Lo compraron de todos modos, porque se les prendió la mecha. Es curioso que en aquellos años hubiera tenido éxito una canción así''.

En Nueva York fue contratado por una compañía radiofónica para conducir su propio programa, Tito Guízar y su guitarra, y se presentó en varios foros de renombre, entre ellos el Carnegie Hall. "Allá estrené una canción de mi primo hermano Pepe Guízar, su Guadalajara, que fue un éxito al igual que Sin ti, que me pidió se la interpretara en Río de Janeiro". Recordaba sonriente que en una actuación en Carnegie, al terminar de cantar ópera ųuna de sus pasionesų se vistió de charro e interpretó música tradicional mexicana, pues, explicó al público, ''aquí me pongo mis botas de charro y traje mexicano para que sea la continuación de Tito Guízar''.

Vivió seis años en la gran manzana. Aprovechó el tiempo y perfeccionó su voz con la tutoría del tenor Tito Schipa, al tiempo que iniciaba su carrera cinematográfica en Hollywood, donde participó en varias películas, entre ellas The llano kid, Big broadcasting y Thrill of Brasil. Fue una gran época, ''cuando estaba a punto de regresar, me salía otro contrato y otro y otro. Después decidí regresar a México''.

El triunfo de Rancho Grande

En 1936, ya en el país, conoció a Fernando de Fuentes quien, fascinado por su tipo de voz, le ofreció el protagónico de una película, Crucita se llamaba entonces, pero a Guízar no le gustaba, por lo que puso algunas condiciones, entre ellas, que se cambiara el título: ''Le sugerí que le pusiera el de la canción central, Allá en el Rancho Grande. Cuando lo haya cambiado, aceptaré'', le dijo. Pasaron seis semanas para que el cineasta decidiera ese cambio, pero lo que más emocionó a Guízar era el pago: 3 mil pesos. ''šEra muchísimo dinero!, además iba a tener la oportunidad de trabajar al lado de Esther Fernández y el comediante Chaflán''.

Allá en el Rancho Grande triunfó de inmediato, y en ello contribuyó muchísimo su música, "elemento esencial del folclor mexicano'', apunta Emilio García Riera en Historia documental del cine mexicano, en la que agrega: ''También tuvieron gran efecto en el público las 'coplas de retache' compuestas por el veracruzano Lorenzo Barcelata, que proveyeron a la cinta de su única escena, digamos, épica: esas coplas equivalían a un duelo cruzado de agresiones entre Tito y el propio Barcelata''.

Con una gran difusión en México y Estados Unidos, la cinta accedió al mercado sudamericano. En Argentina, por ejemplo, se mantuvo tres meses en cartelera: ''šLa hicimos en grande! ųcontabaų, a pesar de que en el estreno sólo asistieron 70 personas y eso motivó que estuviera a punto de ser retirada, pero luego de convencer al encargado de la sala, la dejó tres días a prueba. Al día siguiente acudieron š400 personas! Todos estábamos felices''.

Al año siguiente ya estaba de nuevo en los sets. Protagonizó, con la dirección de Juan Bustillo Oro, Amapola del camino, al lado de Andrea Palma, y que anunciaban como ''un gran drama realzado por canciones y salpicado de risas". En 1940 hizo Allá en el trópico, en la que repitió la dirección de De Fuentes y la pantalla con Esther Fernández, en una suerte de versión costeña de su primera incursión en el cine mexicano, cuya mayor novedad fue Sara García, quien se hizo extraer todos los dientes para hacer el papel de abuelita.

Dos años más tarde filmó šQué lindo es Michoacán!, cinta que Jorge Negrete había rechazado porque no quiso aventurarse con el debutante director Ismael Rodríguez. Guízar había dejado el campo libre a las nuevas generaciones para ausentarse en una aventura, no muy afortunada en Hollywood, a pesar de que compartió escenas con Mae West, Roy Rogers y Dorothy Lamour. En México reinició su carrera de cantante con giras por todo el mundo y prosiguió en el cine con producciones como Adiós, Mariquita linda, (1944), En los altos de Jalisco (1948), De ranchero a empresario (1953) y Los hijos de Rancho Grande (1956), que se filmó como un "capricho" de Juan Bustillo Oro para celebrar los 20 años de vida de la cinta de De Fuentes.

Sus giras musicales por el planeta lo alejaron del cine, que también estaba cambiando de rostro. Actuó en teatro y siempre se mantuvo activo, tanto que participó en algunas telenovelas en los años recientes, como Marimar, en la que interpretaba al abuelito consentidor de Thalía, y El privilegio de amar. En el retorno a las cámaras de Ismael Rodríguez, con su trilogía de Reclusorio, aceptó interpretar un papel en la primera parte de la zaga.

Incansable labor

Lleno de fortaleza y alegría, trabajó siempre sin descanso. Hace cuatro años anunció entusiasmado la grabación de su primer disco compacto, con ''puro material nuevo para el que pasé horas y horas de estudio, días y noches sin dormir para buscar lo mejor en los arreglos. Soy un hombre que está dispuesto a estudiar, porque nunca se acaba el aprendizaje'', dijo entonces. Fundador de la Asociación Nacional de Actores (ANDA), fue homenajeado en múltiples ocasiones. En 1964 se le otorgó la medalla Virginia Fábregas, por 25 años de labores artísticas, y en 79 la Eduardo Arozamena por su cincuenta aniversario en el medio. En 1989 pasó a formar parte del Salón de la Fama de Hollywood y grabó sus pies en el Bulevar de las Estrellas. "Estoy feliz y orgulloso de que los homenajes se me hagan en vida, después de muerto, para qué", dijo entonces. En julio recibió el premio Nosotros, en Los Angeles.

A Tito Guízar le sobreviven tres hijos ųTito, Nina y Liliaų y cinco nietos. Sus funerales se realizarán en su casa de San Antonio y luego será trasladado a México para su sepelio.