Ť La piñata con logos de PRI, PAN y PRD, irrompible


Con pavo, romeritos y tequila festejaron la nochebuena en CU

Ť Pasamos la última Navidad del milenio en la UNAM: paristas

Karina Avilés Ť Sola y fatigada quedó Ciudad Universitaria después de una nochebuena larga y azarosa.

José, estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas, escucha Nacha Pop mientras intenta recoger "los cadáveres" de la madrugada del 25 de diciembre. A lo largo de la mesa yacen los restos del festejo: un poco de pavo enchilado, sopa de codos, romeritos y pastel. Dos cosas ya no sobran para el recalentado: ron y tequila.

"Tomamos de todo y bailamos de todo", cuenta. La cena comenzó a las 11.30 de la noche, casi en sincronía con el resto de la escuelas y facultades. Dicen que los que llegaron al lobby del auditorio de Políticas fueron alrededor de 50 alumnos, entre ellos, algunos padres de familia.

Hubo cumbias, salsa y mucho rock. Pero también, una reverencia al rey bufo, un joven de rastas y discurso agresivo, en un acto que rechazó el pretendido liderazgo del alumno de 10... Todos le rindieron reverencia, entre broma y broma, recuerdan.

Y, como no podía faltar, se llegó la hora de las piñatas. En el "dale, dale y dale" desplomaron tres sin dificultad, pero una en especial, la número cuatro, se resistió. Era una piñata adornada con los logos de PRI, PAN y PRD y la bandera de Estados Unidos. Los comensales le dieron fuerte, con todas las ganas y la olla de barro siguió intacta; otra vez, más fuerte y no se rompió. Al final, los alumnos terminaron por quemarla, tarea que fue fácil porque únicamente tuvieron que prender la mecha de los cuetones que llevaba adentro, en lugar de naranjas y caramelos.

De los pormenores y anécdotas de la fiesta, Juan prefiere no decir nada, pero los agudos ronquidos que salen del auditorio cuentan más que mil palabras. Por lo pronto, prefiere concentrarse en limpiar las huellas de la nochebuena, pues está solo y son muchas las cosas que hay que levantar.

Los demás estudiantes, o bien, los pocos que quedan, aún no despiertan. Pasadas el mediodía, duermen envueltos con cobijas, acomodados como tacos en salones comunitarios. Aunque no falta quien tenga su dormitorio privado, con despertador y grabadora a un lado.

Inclusive, en la FCPS ya se inauguró un cuarto para las mascotas de los alumnos. Desde la entrada al salón se previene: "No abrir, fiera cautiva". Adentro, hay huesos, excremento y retazos de papel de periódico.

Saliendo del "Territorio libre de América Latina", a unos 800 metros, se encuentra el "Territorio libre y rebelde", es decir, la Facultad de Ciencias. Ahí, el menú fue variado: pierna, bacalao, pavo, ponche, ensalada de manzana y, para beber, vino tinto y sidra. "Bailamos, cantamos, nos abrazamos y nos felicitamos", cuenta una de las huelguistas que no pudo llegar hasta el final del festejo a causa del cansancio, pues ya son ocho meses de ir y venir de asambleas, cuidar su escuela, imprimir volantes, repartirlos, y últimamente de oír las reiteradas argumentaciones que se dan en el Palacio de Minería.

Lo cierto, dice, es que "nadie se imaginaba que se iba a pasar la última Navidad del milenio en Ciudad Universitaria".

Y remata otro estudiante: "en enero, vamos a decir que desde el siglo pasado estamos en huelga".