Ť Proporcionó lo mejor de la fábula y el cuento, dice el museógrafo Alfonso Morales
Quezada, escritor en un envoltorio efímero
Ť Hizo con sus personajes un ensayo gráfico del sistema político mexicano, define el encargado de seleccionar el material para la antología del monero Ť Abel dijo las cosas más terribles y graciosas
Mónica Mateos Ť Más que un mundo imposible, lo que Abel Quezada creó con sus caricaturas fue un extraordinario universo de más de 8 mil cartones, mediante los cuales "dialogó" con el público lector de diversos diarios nacionales durante cincuenta años. Alfonso Morales ųescritor, museógrafo y encargado de seleccionar el material que conforma la antología de seis libros Los mejores cartones de Abel Quezada, editada por Planetaų afirma que durante ese tiempo el caricaturista "nos engañó, (pues) en realidad nos dio mucha de la mejor literatura publicada en México, las mejores fábulas y los mejores cuentos, en el envoltorio efímero de una página de periódico".
Al monero se le recuerda principalmente por sus colaboraciones en Excélsior y Novedades, aunque para ser justos, menciona Morales, hay que tener presente también el trabajo que realizó en la revista Cine Mundial: ''El caricaturista político no habría existido sin las dos décadas que dedicó a la farándula. Las antologías están divididas en los grandes temas que lo obsesionaban. No obstante, son una pequeña muestra de lo publicado. Se eligieron los cartones que hoy podían ser de lectura fácil, los que no requirieran demasiadas explicaciones. Nos fuimos sobre las piezas que son radiografías o descripciones del funcionamiento del sistema político nacional''.
El Charro Matías, El cine, El país problema, El mexicano, El tapado y El sistema son los libros que reúnen los mejores ''fragmentos'' de lo que bien ''podría ser un códice'' de la historia contemporánea de México. La formación como dibujante publicista que tuvo Quezada le ayudó a crear una forma de comunicación visual sintética. ''El definía su estilo diciendo que como dibujante era un magnífico escritor''.
ųAbel Quezada tuvo siempre la sensación de que no dibujaba bien, en muchas de sus caricaturas puso la advertencia ''nótese que no se parece''.
ųSí. Lo admirable es que convirtió esa desventaja en una virtud al asumir que como un caricaturista padecía el terrible síndrome de que sus modelos no fueran parecidos a sus caricaturas. Así desarrolló un estilo en el que a veces el texto es más que el dibujo y los dibujos están obsesivamente anotados, llenos de flechas, de señales. Al decidir dibujar con trazos por momentos casi infantiles, le quitó solemnidad al cartón y desarrolló un estilo en donde hizo lo que quiso con el espacio: lo vació, lo llenó, le buscó el reverso, lo descalificó, se metió a sí mismo dentro, se convirtió en el condominio de sus personajes donde los mismos hasta le cobraban renta y casi lo expulsan.
''Hizo del cartón una novela por entregas, un ensayo, lo llevo a las alturas de la fábula, del cuento corto... en fin, su 'incapacidad' para dibujar le permitió crear ese estilo personal de texto ilustrado donde todo es posible, incluso más conceptual y poderoso como el que publicó al día siguiente de la matanza de Tlatelolco, el cual no es más que una plasta negra bajo la pregunta Ƒpor qué?".
ųƑCual es la huella que Abel Quezada imprimió en cada uno de sus trabajos?
ųEntender al cartón como un espacio híbrido, hacer sentir al lector como si entrara en una conversación cotidiana, o como si hojeara los cuadernos de apuntes de un niño. Además, en medio de esa envoltura aparentemente infantil, dijo las cosas más terribles y graciosas, sin tenerles miedo. Lo extraordinario fue su capacidad de síntesis, nadie consiguió hacer una novela en el espacio de un cartón, como lo hizo Abel, o llegar a la perfección del cuento breve. Más allá de sus preocupaciones políticas, de la capacidad de crónica o de su inquietud por corregir a ese desfachatado que es el mexicano, lo que hay detrás de Quezada es un gran cuentista.
''Sin esa capacidad de fábula que lo llevó a apartarse de la solemnidad, no hubiera sido tan hondo el calado que hizo en la opereta nacional, que no es otra cosa que la política mexicana de este siglo. A ese carnaval le correspondió el estilo de Abel''.
ųƑQué heredó Quezada a los moneros actuales?
ųAcudiré a las opiniones de El Fisgón para responder. El dice que la creación de personajes fue clave, pero en particular el hecho de que desacralizó las figuras totémicas de la vida política y cultural del país. También dejó el precedente de que ser caricaturista no es un oficio técnico para grandes dibujantes, es fundamentalmente la expresión de un punto de vista de alguien que tiene una capacidad de crítica y sentido del humor. Abel le dio dignidad al oficio de monero, dejó claro que no es cualquier cosa estar atento a la realidad para luego, con ese maremágnum de datos hacer un pequeño espacio diario donde mantener una conversación humorística con el lector. Una de las cosas que otros caricaturistas retomaron es que si no hay posibilidad de cambiar el sistema político, hay que intentar reírnos y entender que los chistes ya están hechos, el nivel de cinismo y de desfachatez de la clase política mexicana hace que el caricaturista sólo capture, pase en limpio y ponga a circular otra vez eso que ya está en la realidad.
''En Abel Quezada hay un sentido del humor no sólo dispuesto a 'salvar a la patria de sus enemigos', sino a entender la fragilidad del ser humano y que no hay por qué morirse por la política. Por eso trató de enojarse poco con los políticos, pero entendió que la elegancia del caricaturista es que el otro no sepa que estás furioso y reveles realidades que la cursilería y la solemnidad quieren mantener cubiertas''.
El catálogo digital de la obra de Quezada, con registro de 8 mil piezas, fue realizado por María Baranda, Horacio Muñoz, Gustavo Fuentes, Roberto Sosa, Israel Alcocer y Alfonso Morales en el transcurso de tres años. Se exhibe dentro de la muestra El mejor de los mundos imposibles que se presenta en el Museo Rufino Tamayo.
"Nos debe faltar 10 por ciento del total de trabajo que Abel realizó profesionalmente. Está perdido algo de material porque publicó muchísimo en los años cincuenta, a veces hasta tres cartones diarios. Por supuesto que no contamos sus diarios personales, que se parecen mucho a lo que publicaba, apuntes con monos y monos con texto donde algunas de sus preocupaciones cotidianas son las mismas que compartía con sus lectores.
''Para completar un panorama general de su obra a la antología le faltan dos temas: la ciudad y la parte llamada internacionalista o el mundo desde la barrera, y que se puede apreciar en la exposición en el Tamayo. Es un trabajo que aún tenemos pendiente'', concluye Morales.