La Jornada lunes 27 de diciembre de 1999

Dolores Padierna
Oscar Espinosa: el más joven de los jubilados

Oscar Espinosa Villarreal le ha costado mucho al país. Su posición al frente de Nacional Financiera significó más de 20 mil millones de dólares por los quebrantos crediticios que ocurrieron a esa entidad luego de la devaluación de diciembre de 1994.

Como se sabe, Nafin fue una de las entidades que no sólo promovieron el irracional boom crediticio de 1991-1994, sino que participó alegremente financiando proyectos dudosos a través de las Uniones de Crédito, teniendo que absorber al cabo de tiempo una parte sustantiva de los innumerables quebrantos post devaluatorios que ocurrieron en México.

Su auténtica medianía, toda una aglomeración de mediocridad lo llevó a ocupar altos cargos en la función pública, ha jugado un papel singular en los asuntos financieros más turbios que marcaron al salinismo-zedillismo y que representan altos costos al erario federal.

Como secretario de Finanzas del PRI tuvo que ver mucho en los apoyos inmorales que recibió ese partido en la campaña de 1994. Por medio de su socio Andrés Viesca canalizó recursos ilegales provenientes de personajes tan cuestionados como Gerardo de Prevoisin y Carlos Cabal Peniche, financiamientos que provocaron quebrantos de organismos e instituciones que hoy están pagando los contribuyentes a través del Fobaproa-IPAB.

Como regente de la ciudad pasó a la historia por autoasignarse aguinaldos y bonos millonarios, por arreglarse con grandes grupos financieros para desarrollar megaproyectos con sobrecostos a las finanzas del Distrito Federal.

Su equipo más cercano se enriqueció con la obra pública y las licitaciones; se abrieron todas las ventanillas a la corrupción con un altísimo costo social y fiscal.

Sin la protección de Ernesto Zedillo, probablemente Oscar Espinosa hubiera ido a parar a la cárcel por tantos turbios manejos que hizo como regente y como director general de Nafin.

Ahora como secretario de Turismo, los diputados federales descubrieron que Oscar Espinosa Villarreal es el más joven de los jubilados, después de una investigación que iniciaron a raíz de las denuncias del diputado Marcelo Ebrard en la tribuna más importante de la nación.

En efecto, desde el 16 de diciembre de 1993 se jubiló a los 40 años de edad y con tan sólo seis años de antigüedad. Y a nadie extrañó que este especioso funcionario pidiera protección a los diputados de su partido. Ante el escándalo que ocasionó su situación como pensionado se cobijó en el grupo parlamentario priísta para evitar el supuesto linchamiento político de los partidos de oposición. No tuvo el valor moral de hacer frente a esta penosa situación que ha costado millonarias cantidades al presupuesto público.

Por fortuna, México atraviesa por una transición hacia la democracia donde el 2000 puede ser un momento culminante. Ojalá la ciudadanía no deje escapar esa gran oportunidad para recuperar el país, para comenzar de nuevo sobre bases democráticas, regidas por la honestidad y el decoro.