No se esperaba su cruel destino el emisario del sexo seguro
Linchan a un condón en Atotonilco el Mocho
Rafael Hernández del Río, corresponsal, Atotonilco el Mocho, Guanajuato, 27 de diciembre Ť Por vez primera en la historia de México un "adminículo pecaminoso", como lo calificó Teófilo Diosdado, cura del lugar, fue objeto de una cacería y un linchamiento por la población enfurecida.
Según se pudo averiguar, los hechos se desarrollaron de la manera siguiente: a las ocho de la mañana llegó a la farmacia del lugar una camioneta con anuncio de condones. Permaneció frente al sitio no más de un minuto y se retiró precipitadamente. Eso despertó las sospechas de Octaviano Salas, integrante de Atotonilco con los Ojos Abiertos, agrupación que vela por las buenas costumbres. Octaviano avisó a sus compañeros, y a las diez de la mañana una pequeña multitud se congregó ante la farmacia. "šEntréguenos los preservativos! šQueremos los instrumentos del demonio! šAquí en este pueblo no encontrarán donde poner esas perversiones!"
El farmacéutico, Próspero Diminutio, alegó que si había pedido las "obscenidades" fue por demanda de algunos jóvenes. Al principio se negó a dar sus nombres. Luego, presionado por presiones súbitas, entregó una lista en la que incluso había dos muertos, que debido a tal condición no fueron reprendidos. Asustado y pidiendo perdón, Diminutio entregó la caja de condones, que fue paseada en triunfo por la calle principal al grito de "šMuera el demonio!"
Ya para el mediodía, el pueblo entero se congregó en el zocalito, aquí conocido como Calito. Las señoras eran las más indignadas, tanto que les echaron agua hirviendo a unos niños que se reían. El prefecto de las Buenas Costumbres, José Guadalupe Alcázar, pronunció un discurso que inflamó los ánimos. "Hemos capturado ųdijo con voz entrecortada por la furiaų a uno de los peores enemigos de la humanidad, que quiere llevarnos al arroyo donde aullan los puercos".
Al interrumpirlo don Casimiro, el maestro de la primaria con la corrección: "Ozan, los puercos ozan", don José Guadalupe lo miró con desprecio y le replicó: "Pero también aullan. Prosigo. Estos adminículos quieren interrumpir el llamado a multiplicarnos, quieren legalizar la existencia del sexo, quieren volvernos esclavos de los más bajos instintos, y eso que de por sí todos los instintos son bajos. Procedamos amigos, amigas, a un acto de justicia".
Este corresponsal es testigo del hecho insólito. Se mostró la caja a la multitud, que retrocedió atemorizada en un principio, y todos los condones menos uno fueron lanzados al drenaje mientras los presentes coreaban: "šVéte con los tuyos! šVéte con los tuyos!"
Quedó un solo condón. No me consta, pero varios de los asistentes aseguran que lo vieron palidecer, así fuera un objeto. Lo tiraron al suelo y le dieron 12 latigazos, uno por cada mes del año o por cada acto innombrable, no se especificó.
Luego se le clavó al astabandera y allí se le tuvo seis horas sin darle agua, elemento líquido al parecer muy demandado por los preservativos. Más tarde, y entre canciones rancheras, porque ya habían circulado brebajes, se le condujo a una pira donde se procedió a la quema formal. Don José Guadalupe le dedicó una amonestación final: "Preservativo infame, ni a ti mismo te preservas".
Al concluir el acto, y ya desaparecido el atroz látex, la calma volvió a la población. Previsiblemente, no se presentaron los deudos del condón.