Ť La imagen de la guadalupana enviada por el Papa recorrió el poblado
En San Andrés, el Lupemóvil rompió la severidad de los retenes
Ť Miles de indígenas asistieron con flores y música para formar el ''cortejo de alegría''
Hermann Bellinghausen, enviado, San Andrés Sacamch'en, Chis., 29 de diciembre Ť Una imagen de la Virgen de Guadalupe que manda el Papa. Un tecladista con dedos biónicos. Varios miles de tzotziles de distintos municipios desafiando la ley de gravedad y otras leyes no menos estrictas. Un batallón del Ejército Mexicano que sale persignado.
Una tienda donde venden refrescos y casetes de rebeldía.
Y donde quedaban las oficinas del municipio oficial, priísta y minoritario, hoy sólo queda una plancha de cemento, buena por lo visto para poner a secar los granos de café. Y la sede de los diálogos de paz, abandonada desde 1996, se encuentran en ruinas.
Del culto a imágenes
A decir verdad, la acción empezó desde temprano en San Andrés. A las 3 de la mañana, la Junta de Festejos y el ayuntamiento recorrieron las calles de la población, ''anunciando a los habitantes la próxima llegada de la aurora con su cortejo de alegría'', según el programa pegado en los muros y las puertas.
A las 7 ya estaban los de San Andrés, Magdalenas y Santa Martha para la Misa de Rompimiento, y luego hicieron desfilar ''sus santas imágenes''.
Gente de Chamula y San Juan de la Libertad también se unió al saludo, con todo y besuqueo, a la imagen guadalupana que mandó el Papa desde Roma a que recorriera la República. Hoy llegó aquí, a bordo de un Lupemóvil con una vitrina de acrílico para el cuadro de 200 kilos, al que ya se notan las huellas del camino, el trajín de pueblo en pueblo.
Todo parece viejo y nuevo a la vez, en el viaje auditivo a través de la iglesia. A lo largo de la mañana, hasta la media tarde, se formaron miles de hombres y mujeres tzotziles a las puertas del templo, donde una banda de metales y una marimba tocaban a la vez, pero distinta melodía cada una. La humareda densa de los cohetones afuera se mezclaba con los sahumerios en la iglesia, en la explosiva combinación del olor a copal y pólvora.
Apenas cruzado el umbral enguirnaldado, la multitud tranquila se sumerge en los sones indígenas de un grupo de flautas, tambores y maracas que toca suavecito, al pie del San Sebastián vestido hasta el tobillo.
Pocos metros adelante un arpa toca sola, junto a mujeres de rodillas que cantan en tzotzil. Ya cerca del altar, donde San Andrés, gordo de tanta ropa, le hace compañía a la ''virgen peregrina'' que lo vino a visitar, un grupo de jóvenes toca en la guitarra "desde el cielo una hermosa mañana la guadalupana bajó al Tepeyac''.
Al pie del nicho de papel crepé con los colores de la patria donde las imágenes se posan, centenares de veladoras encendidas refulgen como alfombra inquieta e inquietante. Los tronidos de los cohetes, al otro lado del muro, por momentos trepidan como bombas.
Una mujer se inclina hasta poner la frente contra el suelo y habla bajito, rápidamente, hasta que empieza a llorar.
Los creyentes desfilan ante la virgen, le besan el vidrio y los hombres le pasan flores de todo tipo: nubes, girasoles, azucenas, margaritas, alcatraces.
Los adornos de unicel en oro y plata, y los globos de todos colores, sirven de marco a los alfereces y mayordomos, y al fiscal, mientras organizan el culto.
ƑQué reflejan los espejos que llevan en el sombrero, festonados con plumas de pavorreal, iguales a las que adornan a San Andrés? Quizás las altas ramas de plátano que entre heno y pino compiten con las columnas.
La gente rebosa el templo y sale al jardín. Allí topan con un moderno grupo musical de los carismáticos cristianos ''de renovación'' que se revienta albanzas-cumbia.
El cantante gesticula como iluminado y se lleva repetidamente las manos al pecho como quien recibe alguna luz.
Y qué dijeron, así termina el viaje sonoro de los guadalupanos. Pero no. Al salir de nuevo a la plaza se topan con los máximos decibeles que solito emite ''Manuelito el de los dedos biónicos'', un tecladista que toca El mosquito y La del moño colorado con fervor guadalupano.
Cada una de las 16 bocinas negras de Manuelito repite en grandes caracteres la palabra Biónico.
Finalmente, la imagen termina su visita y desde dentro de la iglesia se oyen porras y aplausos que la acompañan mientras sale a la plaza, donde la marimba y Manuelito le propinan una Diana que hace temblar los cristales del Lupemóvil. Y será el de los dedos biónicos, ya dueño de la situación, quien asesore desde sus 16 bocinas el arranque del vehículo, pidiéndole a la gente que se haga a un lado, ''no los vaya pasar a traer el carro de la virgen'', que emprende su camino a El Bosque, a través de otros cuatro retenes militares.
Velas y volantes
Los soldados de la Base de Operaciones Mixtas que controla el acceso a la cabecera de San Andrés, no sabían qué hacer. Esta mañana se les juntaron varios miles de campesinos en el sitio del retén, para recibir una imagen guadalupana que mandó el Papa. Aunque venían en son de paz, los labriegos eran un chingo.
Allí mismo esparcieron una alfombra de juncia, para subir hasta la iglesia. Las tres cuadras llenas de cabezas indias.
Y ni modo de aplicarle a la guadalupana la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos.
Similar sorpresa experimentaron ayer los puestos militares de Chenalhó, cuando se les aparecieron dos mil indígenas conmemorando a los Santos Inocentes, y repartiéndoles velas y volantes.
Eran de verse los hombres y las mujeres que venían de Acteal para arrodillarse frente a los soldados, y rezar rogándoles que se vayan. En Las Limas, los efectivos de la Sedena retiraron los letreros del puesto militar, pero recibieron en sus manos las 12 velas encendidas que les repartieron los indígenas, en la ''Peregrinación por la renovación de nuestros corazones''.
Y decían los peregrinos que sembrarán maíces donde hoy están los campamentos del Ejército, y así hacían, metiendo la semilla en esas tierras tan pisadas.
La paz sólo es posible, decían, ''mediante el diálogo y sin la presencia de las armas''.
Así hoy en San Andrés, el factor sorpresa de los creyentes puso en aprietos a las tropas federales. Llegaron hablándoles de paz, y echándoles a la Virgen por delante.
Pero si quieren venir mañana
En Oventic no estaban para periodistas. ''Que más seguro, el 31, o mejor, el día primero''. La prensa local ha insistido en que se inaugurará la secundaria en esta ''comunidad autónoma'', luego de que las autoridades educativas, también locales, han reiterado que tal escuela estaría fuera de la ley.
''La escuela no está terminada'', informa un joven con gorra beisbolera y el rostro cubierto con paliacate. ''Pero si quieren venir mañana, empiezan los juegos de la fiesta para el año nuevo''.
La fachada de madera de la tienda está llena de rostros asomándose entre el negro de los pasamontañas allí pintados. Junto a la puerta de acceso al Aguascalientes, un letrero anuncia: ''Se vende cassetes revolucionario, de protesta y rebeldía''. También venden refresco.
Los periodistas no pasan, pero sí los campamentistas, que siguen llegando.