La Jornada jueves 30 de diciembre de 1999

Adolfo Sánchez Rebolledo
Adiós siglo XX

De niño, cuando tenía siete u ocho años, el 2000 me parecía la fecha mágica de un futuro lejanísimo e inescrutable, un enigma capaz de estimular la imaginación y los sueños. Pensaba en ese momento como el final de una aventura en tierras ignotas y desconocidas que valía la pena emprender. Y aquí estamos. No tiene caso recordar cuan grande es la distancia entre el deseo y la realidad, lo cierto es que hemos pasado en este mundo la mitad del siglo XX con la fortuna de ser contemporáneos de los cambios más vertiginosos y profundos que la humanidad ha impulsado.

Somos hijos de la guerra y la hospitalidad, del odio y el amor, de la ciencia y la ignorancia, de la Revolución y la desilusión, del hambre y la opulencia, del dolor y el placer que el siglo XX llevó hasta las últimas posibilidades planetarias, pero no soy capaz de intentar balance alguno. El siglo que acaba hizo maravillas pero también puso en la picota ideas y sentimientos que tenían algún sentido, dicho sea sin nostalgia por quienes se creyeron dueños de la verdad atropellando la vida y la solidaridad y hoy nadie quiere recordarlos. Pero nos queda la esperanza y la capacidad de soñar. Deseamos cruzar el milenio sin milenarismos de ninguna especie confiando en la capacidad del hombre para plantearse y resolver nuevos problemas y misterios. Mucho se habla de utopía como ideal y eso es correcto, pero el futuro exigirá otra vez darle un curso real a la esperanza para que la fantasía y la moral se aproximen al mundo terrenal que ya ha cambiado. Si la sociedad quiere ųy tendrá que hacerlo para sobrevivir como especieų terminar con las plagas milenarias, esas sí, de la desigualdad y la opresión habrá de plantearse una y otra vez cuál es su lugar en el planeta, pero también aquellas ideas que le permitan afirmar su condición humana. Siglo de experiencias reveladoras y fracasos atroces, el siglo XX espera una reflexión que aun no puede hacerse. ƑQué quedará para la historia más allá de los éxitos de doble filo de la ciencia y la economía? ƑCuál es el saldo que dejamos ante la naturaleza? ƑQué de lo que hemos vivido y pensado como sociedad tendrá sentido más adelante? ƑA quién le importa? Mientras, nos queda el arte incomparable de nuestro siglo. Y la esperanza. Adiós siglos XX.