Ť La historia desde abajo


El siglo XXI en EU será un espacio para el otro gringo

Para M.

Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Nueva York, 30 de diciembre Ť Desde los sótanos de la pobreza, en el sur del Bronx, surgió la poesía para rescatar a los marginados del país más rico del mundo. El rap, las competencias de verso, el hip hop, la palabra hablada para bautizar de nuevo un mundo que le fue robado a la juventud que nace en el centro de la nada del país del todo.

El siglo concluye en Estados Unidos con dos cuentos. Uno, el oficial, del nacimiento y consolidación de un poder sin paralelo en la historia mundial, un país rico, líder natural de la humanidad con la bendición divina, lo cual hoy día es llamado el "país indispensable".

El otro, es la historia desde abajo, de lucha social encabezada por héroes con nombres de todo del mundo, y que han dado todo para todos en nombre de la justicia, la libertad y la solidaridad humana.

El cuento oficial es el conocido alrededor del mundo. El Tío Sam, símbolo heroico del cuento oficial aquí y símbolo de represión, bombardeo, napalm, muerte y invasión para tantos alrededor del mundo, ha encabezado un siglo donde desde los Rockefeller, los J. P. Morgan, los Carnegie, los Ford, los Buffett, los Walton y los Gates han declarado a este país como un paraíso privado.

Desde Teddy Roosevelt a Bill Clinton, pasando por presidentes como Wilson, Roosevelt, Truman, Kennedy, Nixon, Reagan, entre otros, se repite el himno oficial: este es el país escogido por Dios para ser representante de la humanidad.

El siglo del poder estadunidense empezó con la construcción del imperio económico estadunidense, una historia francamente expresada por el mayor general de los marines, Smedley Butler, quien recuerda, con ira, sus 33 años de servicio de este cuerpo militar de élite a principios de este siglo.

"Durante la mayor parte de ese periodo invertí mi tiempo en ser un guardaespaldas de la alta clase para los grandes negocios, para Wall Street y para los banqueros. En pocas palabras: fui un pandillero al servicio del capitalismo. Así ayudé a hacer de México... un lugar seguro para los intereses petroleros estadunidenses en 1914. Ayudé a convertir a Haití y Cuba en lugares decentes para el National City Bank (hoy conocido como Citibank)... Ayudé a purificar Nicaragua para la banca internacional de Brown Brothers de 1909 a 1912. Llevé luz a la República Dominicana para los intereses azucareros estadunidenses en 1916. Ayudé a hacer de Honduras una nación adecuada para las empresas fruteras estadunidenses en 1903. En China, en 1927, ayude a hacer posible que la Standard Oil siguiera su infinita senda".

El siglo termina con una invasión a Panamá, la muerte a nombre de la vida de los niños de Irak, de los jóvenes de la ex Yugoslavia, con un secuestro de un niño cubano y con temor a todo el mundo.

Y con la concentración de la riqueza más marcada en Estados Unidos desde la primera parte de este siglo, algo que se nombra "auge económico" y prosperidad para todos. Todo esto, con la justificación de defender la democracia y la libertad.

Pero como lo caracterizó el historiador Harry Magdoff hace 30 años, "la libertad política es igualada a la democracia estilo occidental. La base económica de esta democracia es la libre empresa. Por lo tanto, el objetivo político de la defensa del mundo libre también tiene que involucrar la defensa del libre comercio y la libre empresa".

Ese ha sido, en esencia, el cuento de arriba, cuyo triunfo se celebra en los ámbitos oficiales de este país y, por supuesto, en la cúpula del sector privado.

El cuento de abajo se cuenta a través de las voces de líderes populares de este siglo: Eugene Debs, Elizabeth Gurley Flynn, Sacco y Vanzetti, y avanza por los luchadores por la libertad, la lucha antimperialista (desde adentro) y la justicia social desde los líderes sindicalistas de los 30 y 40, los que enfrentaron la represión política que culminó con el macartismo, los que encabezaron la gran lucha para la igualdad y contra el racismo, desde Martin Luther King, Malcolm X, Angela Davis, y millones de héroes más, con la histórica lucha de los derechos indígenas que estalla de nuevo con la ocupación de Wounded Knee por activistas de los Oglala Siouxs, entre ellos el prisionero político (aún) Leonard Peltier, con los rebeldes contra la cultura oficialista de la "vida americana" de los 60, como los que enfrentaron la arrogancia del poder ante la guerra de Vietnam, seguidos por la lucha por los derechos de la mujer, y los derechos de la propia tierra (los ambientalistas) y llegando hasta las luchas contra el programa neoliberal impuesto sobre el propio pueblo en el ombligo del poder mundial.

Las plumas de José Martí y Eduardo Galeano han intentado descubrir estos dos cuentos para los que observaban a este poder desde afuera.

Para los de aquí adentro, el cuento de abajo y el otro cuento de arriba se reportó desde las plumas de John Reed, John Steinbeck, Lincoln Steffens, hasta las de I. F. Stone y Alexander Cockburn.

Pero la palabra que nació en el Bronx, el verso fue en verdad el renacimiento de esas palabras con las cuales se ha comunicado entre sí este pueblo a lo largo del siglo. Aquí se cuenta la historia real de lo que vivieron los "de abajo".

De los versos de Joe Hill sobre la lucha cotidiana de los nuevos y viejos inmigrantes de este país para defender la dignidad del trabajador, el verso que fue himno de la gran huelga textilera de mujeres inmigrantes en Lawrence, Massachusetts de 1912, "Queremos pan, pero rosas también", a los versos de Woody Guthrie (quien, entre otras cosas, compone la primera canción sobre el sufrimiento de los indocumentados mexicanos (sus "hermanos"), la voz profunda de Paul Robeson, Pete Seeger, Bob Dylan y Bruce Springsteen que cuentan de la experiencia, los sueños, los triunfos y los fracasos, la ira, y la solidaridad del pueblo estadunidense.

Con ellos, la dimensión de los ver-sos/llanto/resistencia y celebración que nace con el blues que florece alrededor de 1903 e inventan, junto con el jazz, en la música que sí puede caracterizarse como "estadunidense".

Con ello, el pueblo supera sus desafíos cotidianos apoyados por Louis Armstrong, Billie Holliday, Ella Fitzgerald, con Mud-dy Waters, y tantos más.

Esos versos, los poemas de lucha, de desafío, de dignidad, de rescate humano frente al cuento oficial que sólo reconoce el valor en dólares, que corona a campeones del mercado, siguen expresando el grito, a veces en rima, a veces desafinado, del que alguien recientemente llamó "el otro gringo".

Desde el lugar más olvidado de este país, en el sur del Bronx, unos jóvenes que no existen, que no son registrados por el mercado, hablan en verso. Ahí nace, extraoficialmente, el nuevo siglo "americano".