Ť Las bases zapatistas recibieron el año 2000 con una fiesta de reclamo
Empezó el EZLN su séptimo año de guerra contra el olvido en Chiapas
Ť Nosotros celebramos el rechazo al maltrato que dan al pueblo pobre de México, advierten
Hermann Bellinghausen, enviado, La Realidad, Chis., 1o. de enero Ť Por aquí no pasó el famoso milenio. No se festejó el fin ni el principio de nada, sino un "seguimos y seguiremos estando en nuestras tierras natales", como leyó Claudia en nombre de las bases de apoyo del EZLN.
En vez de fuegos artificiales, piñatas y botellas de champaña, hubo palabras. Sencillas, pero difíciles. Los abrazos vinieron hasta las doce y media, absurdamente a contrapelo de todo el mundo.
"No celebramos ni caemos ni creemos su celebración que hacen los poderosos malos y su mal gobierno. Ellos celebran que todavía sigue engañando, robando, humillando a los mexicanos".
Los zapatistas están "en el séptimo año de la guerra contra el olvido". La voz de Claudia, cubierto el rostro con un negro pasamontañas, va escalando en las palabras con la lentitud de quien no muy sabe leer, como dirían por acá.
Anticlimáticos el discurso, la modesta fiesta, la sobriedad rústica de los hombres y mujeres que ocupan el estrado del Aguascalientes, hilera de pasamontañas y ropajes campesinos. "Nosotros celebramos el rechazo del maltrato que le dan al pueblo pobre de México".
"Ya basta de esclavitud, de feudalismos, de capitalismo, de neoliberalismo", dice Claudia resumiendo que todo eso es lo mismo.
Un ojo al gato y otro al garabato
Los zapatistas Ƒllegaron deliberadamente tarde al año 2000, o no se tomaron la molestia de representarlo, toda vez que ellos llegaron al siguiente milenio desde antes?
A fin de cuentas el dueño de la franquicia milenaria, el Papa de Roma, les jugó la víspera una trastada elocuente a los indígenas católicos de Chiapas. La alianza ya no será con ellos, sino con los poderosos. Como dijera Justo Mullor al celebrar la salida del obispo Raúl Vera de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, ya estuvo bueno de liberación.
Como quiera, ni eso llegó hasta el Aguascalientes de San Pedro de Michoacán. "Hace seis años amanecimos con nuestra luz alumbrando nuestro camino para encontrarnos con nuestros otros hermanos", dice Claudia.
"Ya nos dimos cuenta, ya entendimos ya estamos claros, que no se pueden adueñar de nuestras vidas unos cuantos hombres poderosos. Ahora es el momento, ya no agacharse, arrodillarse ni quedarse callados, de no ver qué nos hacen, de no oír lo que piensan hacer de nosotros".
En la resistencia no hay glamour. Este año el Aguascalientes no está lleno. De los cientos de asistentes, los visitantes de la sociedad civil nacional e internacional son cerca de la mitad. Casi no vino gente de otras comunidades.
Lo mismo que informaron en La Garrucha se informó aquí: las celebraciones serían en cada comunidad. Esta noche no andarían por los caminos, ni dejando sus casas, los tojolabales de la región. La presión militar, los rumores amenazantes y la incertidumbre fueron la constante de los últimos días de 1999.
Será mucho Año Nuevo, pero aquí decidieron las comunidades estar con un ojo al gato y otro al garabato: "Celebramos nuestra guerra de liberación nacional haciendo la lucha política e ideológica. Celebramos nuestra guerra justa y necesaria".
El año pasado las comunidades en resistencia constataron que no son los únicos mexicanos "olvidados, humillados".
"Con nuestros propios ojos los vimos el 21 de marzo, cuando salimos a hacer la consulta. Millones de mexicanos que estamos igual de explotados", agrega el mensaje de las bases de apoyo del EZLN en La Realidad.
Claudia, trabajosamente, va tomando las palabras: "Sabemos que hay muchos más que no alcanzamos a ver y sentimos que estarán de acuerdo con nosotros, porque necesitan su buena tierra para trabajar, su buen trabajo y salario justo". Y prosigue la enumeración de las demandas que hace seis años han apuntalado el movimiento zapatista: alimentación, salud, educación gratuita, vivienda, cultura, información veraz ("no engaños ni manipulación"), independencia (para que los mexicanos "desarrollen el país que piensen y quieran"), libertad, justicia, democracia, paz.
"Para los pobres no ha habido justicia, sólo para los señores del dinero, que son libres aunque no tienen la razón".
El ansiado, temido, suntuosamente comercializado nuevo milenio aquí es objeto de una fiesta, pero como un reclamo, una alegría a pesar de todo, incluso del avión militar que esta mañana sobrevoló La Realidad a escasa altura, y del avión nocturno que otra vez ha venido a robarles el sueño a los indígenas.
En palabra y hechos
Colándose en la escenografía y el ambiente habitualmente laico en los Aguascalientes zapatistas, una manta en blanco y negro representa a la Guadalupana con los brazos abiertos y dos puños apretados parecen darle vueltas, con los eslabones rotos colgándoles de las muñecas. "Yo estaré con ustedes. Rompan las cadenas de la injusticia", dice la imagen, con letras grandes.
El extenso, y a su manera, intenso, mensaje de las bases de apoyo de La Realidad dice que los mexicanos necesitan democracia, que en el país "un grupito de hombres decide lo político, ideológico, social, cultural y judicial, sin tomar en cuenta a su pueblo".
"Por eso hay que pelearlo, para tener ese derecho y ya en la mano esa oportunidad y decidir nosotros los mexicanos, organizarnos sobre cómo hacer esa toma de decisiones". Los reclamos en voz de Claudia se oyen nuevos, como si fuera la primera vez. Se oyen urgentes, como hace seis años. Se oyen abiertos: "Nosotros estamos pensando y queremos la vida de los mexicanos y los seres humanos del mundo del presente y de las futuras generaciones".
Así transcurre el cambio de dígitos del siglo en la selva Lacandona. Uno allí, parado, en silencio, escucha a una mujer campesina decir: "Luchamos por liberar nuestras vidas. Queremos libres a todos los padres de familia y la vida de sus hijos que ahora son niños y niñas y así queremos que vivan las generaciones que vendrán y que mejoraran ellos conforme ellos decidan".
"Necesitamos una paz verdadera, no sólo de noticias, en discursos. Queremos la paz en palabra y hechos en la realidad. Ya no queremos más tristeza, dolor, amargura de ser perseguidos, asesinados, desaparecidos, torturados, violados. Queremos vivir alegres, felices".
Nada más. Y en tanto, la noche transcurre fresca, no fría, iluminada por los focos de una instalación local, en este último rincón del mundo. El periodista John Ross comentaría más tarde, divertido: "No sabemos si orita ya se acabó el mundo. O si el efecto Y2K paralizó las máquinas. Aquí hasta la luz es autónoma, tienen su propia plantita de electricidad. No se necesita la energía de afuera. A lo mejor somos los únicos que estamos a salvo".
Fuera del círculo iluminado del Aguascalientes (donde había baile de cumbias, interpretadas por un grupo tan local como la planta de luz), la noche sin luna ni nubes desnudaba un griterío de estrellas perdidas como si nada en la Vía Láctea.
"Ya es tiempo, y justo y necesario, así nos lo dijeron nuestros muertos del año 1994", concluye Claudia, quien se atoró en su lectura, totalmente, tratando de pronunciar la palabra "intolerancia".
"Lucharemos, defenderemos, resistiremos, pelearemos y moriremos por un México con libertad, democracia y justicia. Nuestro México con sus pueblos pobres está con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y por ellos lucharemos, daremos la vida por ellos".
Y ya para rematar: "Viva el primero de enero del año 2000".
De distintos colores
Luego vendrían Las mañanitas en el guitarreo ranchero de un grupo juvenil de encapuchados, los corridos zapatistas y los peculiares bailes a brinquitos más o menos circulares.
Pero primero, y de manera inusitada, se les cuela a los zapatistas don Simón, un viejo campesino del estado de México, no lejos del Valle de Toluca, que con todo respeto y diciendo buenas noches a la concurrencia, pasa a denunciar lo que ocurre en su tierra, San Pedro Tenayapa, municipio de Temascaltepec.
Don Simón relata una lastimosa "traición del gobierno", donde el poder quiere quitarles a los campesinos mexiquenses el río Temascaltepec y secar sus veneros. No pidió el micrófono, nada más lo agarró. Los zapatistas, sorprendidos, lo dejan hacer y lo escuchan.
Así, otro "pequeño" problema regional y remoto viene a manifestarse en esta celebración del Año Nuevo. Involucra corrupción, presos políticos, la muerte del campo para darle agua a la sedienta zona metropolitana de la capital.
Quizás don Simón, sin proponérselo, está ilustrando la grandeza de lo pequeño, la importancia de lo que "no importa", la dignidad de los que son "nadie", así en el altiplano como en las montañas del sureste mexicano.
Uno de los tres hombres representantes como Claudia de la comunidad recupera el micrófono de manos del señor Simón para concluir la parte hablada del acto:
"Hoy recordamos que hace seis años, a esta hora, las tropas zapatistas tenían tomada la presidencia municipal de Las Margaritas. Recordamos y es inolvidable. Viva México, viva Chiapas. Es todo".
Mientras en La Garrucha las bases de apoyo zapatistas recibieron el Año Nuevo con flores de distintos colores llevadas por las niñas y las mujeres, en La Realidad lo recibieron con las palabras de Claudia, también de distintos colores:
"Ya está claro y entendemos que sí se puede que nos queramos todos sin importar ni hablar de raza, color, credo; lo que importa es llegar a acuerdo en común como queramos vivir en un país, a decisión de todos y todas. Que nadie nos impida eso, ni que nos impone nadie, y sí sabremos organizarnos para eso".
En las antípodas de la gran juerga planetaria por la famosa cifra redonda y cristiana, y bajo protesta, las comunidades indígenas de Chiapas llegaron ya al año 2000, cercadas por el gasto social clientelar del Estado, y el cerco militar, única constancia de que el gobierno atiende a las comunidades "que se inconformaron" hace un sexenio. Los tanques artillados, bien alineados en el cuartel del río Euseba y en la pista aérea del viejo Guadalupe Tepeyac son el mensaje gubernamental más próximo a La Realidad.
Ť La comandancia no asistió al Aguascalientes II
Festejaron miles de zapatistas el aniversario del alzamiento
Ť Música, teatro indígena y bailables, otra forma de resistencia
Juan Balboa, corresponsal, Oventic, Chis., 1o. de enero Ť En un acto masivo y pacífico, en el que la música, el teatro indígena y los bailables se presentaron como una nueva forma de resistencia, aproximadamente 5 mil simpatizantes y bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) festejaron esta madrugada el sexto aniversario del levantamiento armado zapatista y reafirmaron que continuarán sobrellevando "los planes de guerra" del gobierno del presidente Ernesto Zedillo.
Entre vivas a Zapata, al subcomandante Marcos y al EZLN, miles de indígenas tzotziles de la región de los Altos de Chiapas confirmaron que los mandos del Comité Clandestino Revolucionario Indígena del EZLN no asistieron a los festejos por razones de seguridad, pues existe una "exagerada" militarización en las tres zonas de conflicto: Altos, Norte y selva Lacandona.
"Nuestros compañeros y compañeras del Comité Clandestino del EZLN no pueden estar con nosotros en esta celebración del aniversario por la gran militarización y persecución del gobierno mexicano", dijo Pablo, quien habló en nombre de los miles de simpatizantes zapatistas.
La fiesta popular, que duró 24 horas, fue impecable y pacífica. Desde el mediodía del jueves 31 de diciembre empezaron a llegar decenas de camiones atestados de hombres, mujeres y niños zapatistas; pocos asistieron con rostros cubiertos con pasamontañas o paliacates. La gran mayoría cargaba guitarras, arpas, guitarrones, frutas, verduras, latas de comida y refrescos.
Nuevas canciones "rebeldes, revolucionarias y de protesta" se estrenaron en este día, considerado por los zapatistas como el parteaguas de un nuevo México. Melodías compuestas por ellos mismos e inéditas, que arrancaron aplausos de los 5 mil indígenas tzotziles que abarrotaron la nave principal del Aguascalientes II de Oventic, una comunidad que pertenece al municipio autónomo de San Andrés Sacamchƀen de los Pobres.
Músicos provenientes de regiones como Navidad, Zapata y El Bosque; grupos integrados por hombres y mujeres indígenas que, a decir de aquel que forman los hermanos Hernández, "dejaron perpleja y feliz" a la multitud cuando cantaron su último éxito, que narra las traiciones a los indígenas; maestros bailando el tradicional Sapo o las Chiapanes.
Pero no sólo eso, un grupo de jóvenes se lució al presentar una obra satírica sobre la militarización de las comunidades indígenas y los deslices de los soldados en los retenes militares, que es el pan de cada día en las carreteras de los Altos, el Norte y, desde luego, la selva Lacandona.
Con una silla con ruedas que asemejaba un vehículo, un arco de plástico que era el volante de una combi y una pequeña varita utilizada como palanca de velocidades, 10 jóvenes zapatistas teatralizaron las peripecias y agresiones de los soldados en las comunidades y retenes.
En dos actos revivieron los enfrentamientos cuerpo a cuerpo entre los militares y las mujeres zapatistas que han encabezado i nnumerables protestas en San Cayetano y Xoyep para rechazar la instalación de campamentos castrenses, y reflejaron la ilegalidad, prepotencia y agresividad con que los soldados detienen, registran, interrogan y muchas veces golpean a los indígenas.
Persecución constante contra los mandos del comité clandestino
En el único y breve comunicado leído por Pablo, las bases de apoyo y los simpatizantes del EZLN denunciaron que los integrantes de la Comandancia General del Comité Clandestino Revolucionario Indígena son perseguidos constantemente por el Ejército Mexicano.
"Es una persecución constante que sufren por parte del mal gobierno, que intenta, cada vez con mayores recursos militares, exterminar al movimiento guerrillero.
"Hoy, en medio de una extrema y exagerada militarización de nuestros pueblos, de amenazas, hostigamiento, persecución y una guerra de exterminio de las comunidades indígenas, los zapatistas reanudamos nuestro compromiso con la lucha", puntualizaron.
Insistieron que en torno al sexto aniversario del levantamiento del EZLN se montó una intensa movilización policiaco-militar con el objetivo de agredir y crear pánico entre los zapatistas.
"El mal gobierno busca la paz, pero prepara la guerra y lleva a los militares hasta los rincones de nuestras comunidades. Este ejercicio bélico ųhostigamiento a comunidades, desmantelamiento de municipios autónomos y persecución de dirigentes zapatistasų es una muestra del incumplimiento de los acuerdos de San Andrés Larráinzar y de la manera en que el gobierno niega que haya una guerra de exterminio en contra de las comunidades indígenas", aseguran.
Hicieron un llamado a todos los pueblos y regiones zapatistas para que continúen resistiendo los "planes de guerra" que el gobierno mantiene y que ha profundizado en el último año.
El gobierno federal realizó el pasado 31 de diciembre un impresionante despliegue policiaco-militar en la zona de conflicto y en lugares estratégicos, como pozos petroleros y presas hidroeléctricas. Los retenes se triplicaron en algunas regiones como los municipios de Ocosingo y Palenque; en los Altos de Chiapas permanecieron las 24 horas y la revisión fue más exhaustiva.
Fuentes castrenses confirmaron que desde el pasado 26 de diciembre arribaron tropas de elite y unidades militares a los pozos petroleros y presas hidroeléctricas.