La Jornada domingo 2 de enero de 2000

Antonio Gershenson
Gas, desabasto y riesgos

En las últimas semanas se ha dado una escasez de gas LP (licuado de petróleo) en varias regiones del país. Aunque se ha querido explicar el caso con una serie de fenómenos locales o regionales, y aunque éstos sean reales, el hecho es que estamos ante un desabasto que va más allá de lo regional o local, y que no es la primera vez que suceden cosas como ésta. El gas LP es el que la mayoría de los que usamos gas recibimos en tanques móviles o a través del suministro de pipas a tanques de gas estacionario. Es más pesado que el aire, por lo que sus fugas pueden dar lugar a accidentes con más facilidad que las de gases más ligeros.

Por esta razón, se les mezcla una pequeña proporción de un gas de mal olor, de modo que las fugas se identifiquen más fácilmente. Gradualmente, este gas está siendo sustituido por gas natural, más ligero que el aire, más barato y con mayor poder calorífico, pero que implica ductos, o sea tubería, para su suministro en condiciones económicas. El gas natural es de uso común en varias ciudades del norte del país. En el Valle de México se le usa para la industria, para generar electricidad y para alimentar a algunas unidades habitacionales. Los dos tipos de gas pueden tener, y han tenido, problemas de desabasto. En el caso del gas natural, eso motivó que, en los mercados de América del Norte a los cuales estamos ya asimilados, su precio subiera a más del doble en seis meses en 1992, y también a más del doble, pero en tres meses, en 1996. La tendencia ascendente del precio del gas natural en el largo plazo es mucho más lenta que eso, y la escasez súbita contribuye a explicar esos saltos. Ahora, se supone que debemos definir, para las elecciones del 2000, no sólo qué candidato o candidatos deben ocupar los cargos públicos, también, y ante todo, debemos definir el programa, las metas, los objetivos que deben orientar al gobierno que resulte de las elecciones. En el caso que nos ocupa, las medidas a tomar para evitar estos problemas de desabasto de productos estratégicos, en el sentido de que son fundamentales para la economía del país, incluyen las que siguen:

1. El gas natural tiene ventajas, pero se ha exagerado su promoción sin ningún control y eso aumenta los riesgos de desabasto. Por decisión gubernamental, todas las nuevas plantas eléctricas serán de gas natural. Se concesionaron redes de gasoductos por todo el país. Se eliminó el reducido impuesto de importación de ese producto. Regular el aumento de la demanda de gas natural es un elemento necesario para prevenir desabastos, cuyas consecuencias serían mucho más graves que lo que ahora vivimos: insuficiencia de electricidad, paro de fábricas, falta de combustible en las viviendas, etcétera. 2. Para evitar la excesiva dependencia de las importaciones, que en el caso del gas natural sólo pueden provenir de Estados Unidos, se requieren gasoductos transversales del Golfo al Pacífico, especialmente cerca de la frontera norte.

3. Esos gasoductos deben ir acompañados de carreteras transversales de altas especificaciones, para el abasto interno de gas LP y de muchos otros productos, dado que hasta hoy ese tipo de carreteras sólo se han construido, en buena parte del país, hacia la frontera norte y hacia algunos puertos. 4. Para el abasto de combustibles líquidos de mejor calidad a los puertos del Pacífico es necesaria la ampliación y modernización de la Refinería de Salina Cruz, incluyendo un nuevo tren de refinación. 5. Es necesario reanudar la exploración de nuevas zonas petroleras y gaseras, incluyendo las de la Cuenca del Pacífico. 6. En un momento dado, será necesario reconfigurar refinerías, no sólo para producir más y mejores gasolinas, sino también gas. Actualmente, aproximadamente la mitad de la producción del gas LP proviene de las refinerías, y la otra mitad de su separación del metano en el gas natural. 7. Se debe abandonar al tendencia a instalar exclusivamente plantas eléctricas de gas natural, diversificando fuentes de energía. 8. Las plantas de combustóleo convertidas a gas, deben conservarse como duales, para que puedan operar con el anterior combustible si falta el gas. Con estas medidas y otras complementarias se puede prevenir que no tengamos en el futuro casos de desabasto no sólo como el de ahora, sino peores.