Ponderan obediencia del obispo Raúl Vera
Muy querida Carmen: Te ruego tengas la bondad de dar a conocer a la opinión pública el siguiente comunicado en representación de los dominicos y las dominicas de México:
El 6 de enero de 1988 su santidad Juan Pablo II ordenó personalmente en la Basílica de San Pedro como obispo de la Iglesia católica a nuestro hermano Fr. Raúl Vera López, OP, hijo de la Provincia de Santiago de la Orden de Predicadores de México (frailes dominicos).
Al cumplirse el XII aniversario de este hecho tan importante para él, para la Iglesia y para la Orden de Santo Domingo de Guzmán, los dominicos y las dominicas de México queremos manifestarle públicamente y con cariño nuestra felicitación, y reiterarle, por si fuera necesario, todo nuestro reconocimiento, aprecio, respeto y solidaridad, en unión con todos nuestros hermanos y hermanas de la Orden de Predicadores en el mundo.
Aunque nos entristece profundamente y compartimos con muchos cristianos y personas de buena voluntad la preocupación sobre las consecuencias negativas que para la paz social y la credibilidad de la Iglesia puedan derivarse, nos llena de satisfacción y estímulo el que la Santa Sede lo haya trasladado el pasado 30 de diciembre a la diócesis de Saltillo por su sincero amor a la misma, su celo apostólico y la disponibilidad que siempre ha testimoniado para servir evangélicamente al pueblo de Dios donde quiera que sus superiores se lo han pedido ųcomo expresó el mismo comunicado de prensa del Vaticano hace ocho díasų, y no por haber claudicado en lo más mínimo a sus firmes convicciones de contribuir pastoralmente a la paz. A la reconciliación, a la justicia, a la dignificación de todo ser humano, y al reconocimiento y respeto de los derechos individuales y colectivos de nuestros pueblos y comunidades indígenas, en fidelidad total con las enseñanzas más auténticas del magisterio de la Iglesia, y en absoluta consonancia con las orientaciones y criterios de la Orden de Predicadores.
Aunque como a muchos nos duele, ponderamos en todo lo que vale su obediencia religiosa sencilla, pronta y diligente, junto con don Samuel y todos los agentes de pastoral de la diócesis de San Cristóbal, a las disposiciones del Papa, y a la luz de nuestra fe leemos en ella un signo elocuente más de la verdad cristiana de su compromiso, fecundo a los ojos de Dios. Como hermanos en la misma esperanza, volvemos a repetirles que no están solos, y que queremos seguirles acompañando y fortaleciendo en la construcción del Reino de Dios en Chiapas, caminando junto con ustedes más íntimamente unidos a la Cruz de Jesucristo.
A todas y a todos ellos, entre los cuales se encuentran otros miembros muy queridos de nuestra familia dominicana, y en particular a don Samuel, queremos agradecerles el que en la diócesis de San Cristóbal tatik Raúl haya encontrado desde el 4 de octubre de 1995 el ambiente más propicio no sólo para vivir y crecer en fidelidad a su ministerio episcopal en nuestra Iglesia de México, sino también a su espíritu dominicano, que a los dominicos y dominicas nos impulsa en la Iglesia a servir generosamente en comunidad y con espíritu de equipo en la inculturación del Evangelio, la promoción de la justicia y la paz, la defensa y protección de los derechos humanos de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad, y el testimonio de Jesús entre los sectores y ambientes más alejados de la fe cristiana.
Con todas nuestras fuerzas confiamos en que la salida de monseñor Raúl Vera López, OP, como ejemplar obispo coadjutor de don Samuel, no disminuirá en lo más mínimo el compromiso de la Iglesia a favor de la paz civil y de la promoción espiritual y humana de todos los miembros que componen la población de Chiapas, como también lo expresa el comunicado del Papa, y en que por lo contrario todos los mexicanos y mexicanas nos daremos cuenta de que la defensa que don Samuel y don Raúl hacen de la dignidad y derechos de los pueblos indios donde quiera que se encuentran, no es personal sino institucional.
En congruencia con ello, esperamos que tanto nuestras autoridades eclesiásticas como civiles, cada una en el ámbito de sus respectivas competencias, sabrán apreciar mejor en el futuro la trascendental importancia que tiene la diócesis de San Cristóbal para el logro de una paz verdadera, justa y digna en Chiapas y en todo México, y actuarán en consecuencia. Nosotros no podemos menos que desearle a nuestro hermano obispo Raúl Vera López el mejor de los éxitos en su nuevo destino, y lo acompañamos con nuestra oración y todo nuestro apoyo.
Fr. Miguel Concha Malo, OP, prior provincial