Rolando Cordera Campos
Gilberto Rincón Gallardo
Este martes, Gilberto Rincón Gallardo se registrará ante el IFE como candidato a la Presidencia de la República por Democracia Social y Partido Político Nacional. Con este acto, Gilberto y su partido cierran una nada fácil etapa de asentamiento y se abocan a la todavía más difícil de probar sus hipótesis principales sobre la política mexicana y sus necesidades y condiciones actuales.
Formar un partido nuevo, superar la barrera de alambres de púas que los institutos políticos prestablecidos erigieron para sentirse los únicos dueños del club electoral, fue difícil, pero más será lo que sigue.
Luego del registro de Democracia Social vinieron los sinsabores que acompañan casi siempre a las empresas políticas que se quieren renovadoras e independientes de los poderes y los intereses enfeudados de la sociedad. En condiciones de extrema penuria, Democracia Social pudo sortear los fantasmas de la división y el acoso externo, y ahora se prepara para encarar y pasar la gran prueba de una campaña electoral dominada por la desigualdad originaria vuelta sistema electoral.
Democracia Social también tendrá que demostrar que es un vehículo efectivo para la oxigenación de un sistema que no acierta a consolidarse en una confrontación de proyectos y construcción de acuerdos, acosado por la ocurrencia individual, la ambición o la nostalgia caudillesca, el arrebato de grupos o pandillas que se disputan sin cuartel un poder que, en realidad, sigue en otro lado.
Rincón Gallardo es hombre de propuesta clara, pero también de búsqueda franca de acuerdos fundamentales que, según lo expresa a menudo, en nuestro caso tienen que ser fundadores, por la precipitación y la avidez sin cauce que se han apoderado de los partidos y sus grupos dirigentes, en demasiado poco tiempo.
Advertir sobre la necesidad de una política racional, que salga al paso de los peligros de disgregación que ya se asoman en el apenas estrenado sistema político plural de México, no es un ejercicio artificial, sino una exigencia hecha surgir por la forma específica como ha evolucionado la democracia, en estos años en que el régimen no sólo no termina, sino busca reimplantar sus viejos e indeseables circuitos de relación, dominio y simulación.
Rincón Gallardo es un político de la izquierda, comprometido con la revisión sin concesiones de prácticas y rutinas, modos de razonar y conceptos empolvados, cuya ineficacia política e histórica se hizo evidente con la caída del Muro en 1989. Sin ceder un ápice en sus convicciones de crítica de su propia historia y de las creencias que inspiraron su duro quehacer político, Gilberto se aferra a su condición de hombre de izquierda y busca ir más allá de las ruinas que dejó el comunismo soviético, sin aceptar que el único camino para hacerlo sea rendirse ante las ideas que hoy se piensan a sí mismas como las únicas verdaderas y eficaces para gobernar y organizar la supervivencia material de las sociedades.
No es iniciativa sencilla la que Rincón y Democracia Social se plantean para ellos y para México. Revalorar a la izquierda a través de una política democrática racional, que no renuncie a los compromisos históricos del socialismo con la libertad y la igualdad.
Enriquecer desde la izquierda a la política plural y así al país entero, para dar a los nuevos temas y problemas una impronta histórica y una visión de largo plazo. Introducir en el debate el respeto a todos, pero también el obligado rigor que exige un gobierno eficaz del Estado, la sociedad y la economía, en medio del vuelco fulgurante e ineludible del mundo de la globalización: son éstos algunos de los temas que Rincón Gallardo tendrá que abordar, tejer y destejer, para ofrecer al país en este año crucial los elementos primeros de una agenda de políticas de la que por desgracia hoy carece, entre otras cosas por el frenesí inmediatista que se ha apoderado de los partidos grandes.
La trayectoria de entrega de Rincón a la política democrática desde la izquierda es una garantía de cohesión para Democracia Social y de congruencia política para el país y el nuevo sistema de partidos que busca cauce y lecho para desarrollarse. Desde la dignidad de la prisión política, Rincón pasó a la construcción y dirección de institutos nacionales de la izquierda, para después llegar al momento duro, pero esclarecedor, de una renuncia austera pero firme, cuando consideró que eran sus principios los que se ponían en juego.
Hoy, al frente de Democracia Social, Rincón Gallardo se prepara para saltar el cerco de la incomprensión y el enfado que ha propiciado una política encerrada en las pequeñas disputas y las cortas ambiciones. Se trata de una convocatoria que no sólo hay que respetar, sino que vale la pena apoyar con todo, y aprestarse a votar por ella el próximo 2 de julio.