Hermann Bellinghausen
El rey del fraude inmobiliario
Los caminos de la impunidad son inescrutables, aunque no debieran. Los mexicanos atestiguamos cotidianamente cómo los bandidos se salen con la suya. Y entre más gordo el pez, más grande el agujero por donde escapa de las redes de la justicia. Bajo un régimen político que no deja de invocar dramáticamente el imperio de la ley y la necesidad de aplicarla, las nuevas generaciones de mexicanos están recibiendo una educación moral deleznable: la justicia tiene precio, y no es ciega, simplemente se hace ojo de hormiga, que no es lo mismo. Lo redituable es estar en el bando de los pillos. La prevaricación, el fraude, el tráfico ilegal y la simulación son las opciones de bienestar para quien desea triunfar en nuestra sociedad mercantil y desigual.
Uno de los "héroes" del sistema imperante responde al hombre de Sigfried Mollet Guerrera, traficante de bienes raíces e impostor profesional. En su medio es conocido como "el rey del fraude".
Al parecer, Mollet Guerrera está preparando sus maletas para volar, como buen pájaro de cuenta, pues el agua le está llegando a los aparejos. No sólo porque las denuncias se acumulan en los tribunales, sino porque además se han vuelto públicas y ya es investigado por instancias judiciales a las que él y su organización no están acostumbrados. Valga decir, no las ha aceitado con sus oportunos sobornos e influencias, para lo cual suele contar con una eficiente flotilla de abogados que dan la cara por él en los tribunales, donde trabajan de tiempo completo, sobornando siempre que pueden.
Aunque se presume que tiene su fortuna colocada en lejanos paraísos fiscales, su quiebra dejaría desamparados a sus más de 200 vendedores, cuatro directores y una veintena de gerentes de ventas, sin contar secretarias, intendentes, guardaespaldas y cuidacoches que laboran en sus distintas oficinas. Y claro, a una cantidad de clientes-víctimas que podrían rebasar la centena y empiezan a conformar un frente contra sus tropelías.
Apenas este 10 de enero La Jornada publicó una carta de la doctora Isaura Meza Gómez, jefa de departamento del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del IPN, quien desde 1995 pagó una casa en Mixcoac que ni siquiera está construida.
Excélsior y El Financiero también han publicado denuncias escandalosas. El hombre tiene la cara dura, y a veces replica como ciudadano herido en sus sentimientos y en su presunta honra, invocando las fuentes de trabajo por él construidas para cientos de personas (quienes a su vez se dividen en cómplices y víctimas; no es raro que a los segundos las circunstancias los hagan también cómplices, pues así funcionan las redes del crimen organizado).
Sus empresas se denominan UBICA (ya desaparecida, pues parte de sus procedimientos es borrar las huellas más "quemadas"), Corporación de Desarrollo Inmobiliario, Casas and Deptos, EXPO, Mi Depa y Mi Casa, y otras razones sociales igualmente sugerentes.
Junto con su hermano Esteban, Sigfried Mollet ha creado una amplia red, auténtico cártel de bienes raíces, apadrinado por el profesor Carlos Hank González, de cuya tutoría se jacta continuamente. En los inicios de su lucrativa carrera contó también con el apoyo de Luis Echeverría Alvarez, ex presidente de la República.
Campeón en quiebras y pases mágicos, varias de sus víctimas han sugerido que Mollet podría ser una de las almas benditas por el Fobaproa. No obstante las escandalosas condiciones de sus negocios, es coleccionista de providenciales amparos en el Séptimo Tribunal Colegiado del Distrito Federal, y otras instancias similares.
Todavía este fin de semana, Mollet paseaba tranquilamente por Insurgentes, y en días anteriores transitaba por las calles de Las Lomas, Polanco y Coyoacán en un Jetta blanco, si bien, cómo tendrá la conciencia, se trata de un carro blindado.
Sus sedes de operación mejor conocidas se localizan en Insurgentes 774 y avenida Hidalgo 95, Coyoacán. Esta última es una casona interesante: a principios del siglo pasado fue un casino. A la manera de su tutor Hank González, Mollet maneja el negocio en los límites del riesgo, como buen apostador. Es decir, en sus cálculos está la posibilidad de perder de vez en cuando. Como sea, las cosas no le han ido mal. Sólo en 1999, según informó a sus empleados durante un desayuno, vendió 74 desarrollos urbanos, que generaron 150 millones de pesos.
Eso no quita que frecuentemente deje sin paga a sus corredores, de manera que ya varios de ellos lo han demandado. A diferencia de los verdaderos capos, comete el error de fallarle a su propia gente, se ha pasado de listo, y sus días de impunidad están contados.
Roberto Gallardo Gómez, otro comprador defraudado, escribió en Proceso (5/IX/99) que "ha sido una verdadera pesadilla tratar con Sigfried Mollet", y revela que sólo en la mesa de trámite número 5 del Ministerio Público en la delegación Benito Juárez entonces tenía interpuestas cuatro demandas por fraude, en perjuicio de 24 personas. Y en el 33 Juzgado de lo Civil tenía, a fines del año pasado, al menos tres demandas.
Por supuesto hay jueces que fallan en su contra. Pero sus abogados (entre quienes destacan los hermanos Carlos Alejandro y Virginia Lucía Brown Méndez) consiguen amparos con pasmosa facilidad, como ocurrió en octubre en el Séptimo Juzgado Colegiado. Algo parecido le sucedió a Romelia García de Ramírez, según denuncia publicada en Proceso el 12 de diciembre. En el mismo semanario, el arquitecto Mollet publica esta semana una conmovedora réplica, bañada en lágrimas de cocodrilo: "No se vale hacer uso de interlocutores que sólo agravan la situación económica de la empresa", cuyo "prestigio comercial, económico y moral" (sic) ha sufrido "irreparables daños, de gran cuantía".
Alargando trámites y sentencias, amedrenta y deja exhaustos a los clientes, y cuando no le queda otro remedio, les paga para quitárselos de encima. Como buen apostador, con tal de seguir ganando, a veces acepta perder. Por ejemplo, entregó a sus proveedores (a quienes también acostumbra defraudar) propiedades insostenibles en la Torre de Palmas.
Aventajados pupilos del profesor Hank, los hermanos Mollet han logrado, durante años, proteger del Tribunal Supremo de Justicia del DF las ganancias de sus casinos inmobiliarios. Sus tentáculos se han movido con facilidad en el Registro Público de la Propiedad, de donde incluso han "desaparecido" los papeles de las propiedades más calientes de su tráfico extraordinario. Con no menor facilidad consiguen permisos de uso de suelo en zonas restringidas.
Tantas hazañas han convertido a Mollet en estrella recurrente del Boletín Judicial de la Federación. Al respecto, él mismo acostumbra decir que está acostumbrado a las denuncias, total, "no pasa nada".
Ya famoso en el medio judicial (si eso es fama), este pirata de los bienes raíces está a punto de naufragar. Sus numerosas víctimas, y las autoridades, lo tienen rodeado. ƑQué padrino lo salvará de ésta? Sus abogados, al parecer, ya no se darán abasto. Finalmente, el diluvio toca a las puertas de tan pernicioso embarcador de familias en apuros, viudas y herederos incautos (los que le venden, sin recibir el pago), así como de los compradores a quienes deja sin casa, ni dinero, ni reparación por los daños que ocasionan sus escandalosas prácticas.