Ť El violinista lamenta el desdén de los jóvenes por los boleros y los valses
Sin música no habría vida en el mundo, dice Juan Reynoso
Ť Afirma que la ejecución de su instrumento lo mantiene con vitalidad a los 87 años
Yanireth Israde Ť Le gustan las charlas francas, a corazón abierto. Va para las nueve décadas y sus ojos no pierden la chispa: será esa especie de néctar mágico que tiene su violín y que él toma en pequeñas o abundantes dosis todos los días.
Se llama Juan Reynoso Portillo, tiene 87 años y lo conocen como el Paganini de Tierra Caliente. El título apenas le queda: basta escucharlo unos minutos para percatarse de su impecable dominio técnico y su vigorosa ejecución musical.
Galardonado en 1997 con el Premio Nacional de Artes y Tradiciones Populares, el artista figura como el principal exponente de la música típica calentana. Dueño de una memoria excepcional, conoce prácticamente todo el repertorio de la región, lo mismo sones que boleros que pasos dobles, sin olvidar sus apreciados valses y gustos.
Ante una larga mesa, que pronto se llenará de pan, fruta y jugo, Juan Reynoso rememora su encuentro con la música y repite con frecuencia una palabra: alegría.
Su vitalidad, para muchos asombrosa, la conserva gracias a los largos abrazos que le da a su violín. Nada lo pone más contento que sacarle música, admite el violinista nacido en 1912, en las riberas del Río Balsas, en Ancón de Santo Domingo (una ranchería próxima a Ciudad Altamirano, entre Guerrero y Michoacán).
La charla se efectúa en Taxco, Guerrero, un día después de que presentó el disco Dos tradiciones, que reúne piezas interpretadas por él, su hijo Javier y su discípulo Paul Anastasio, además de melodías tradicionales de Estados Unidos.
''Qué quiere que le diga, no sé nada de corchetes ni de eso'', advierte al principio de la entrevista. "Ah, pero eso sí ųaclara el también compositorų, reconozco cuando una nota se aparta del sonido que debe ser. Sé cuando algo está desafinado, a mí me gusta tocar bien el instrumento para que no desafine y no echarle la culpa a las cuerdas''.
Es cierto, nunca acudió a un conservatorio, pero aprendió a tocar el violín desde que era un "guachito'', es decir, un niño, cuando adquirió destreza para reproducir ''de oído'' las canciones más populares de la región.
Y desde entonces no ha soltado su instrumento. Lo hace sonar en fiestas, bodas, velorios, días de campo, banquetes, ceremonias religiosas, salas de concierto, centros nocturnos, bautizos, acontecimientos políticos y hasta en el cine: en los cincuenta se insertaron varias de sus ejecuciones musicales en las películas El gallero y El rebozo de Soledad, ambas basadas en las novelas de Xavier López Ferrer.
De él escribió Eduardo Llerenas: ''Tiene una capacidad inventiva y creativa muy grande, tiene esa capacidad para, en cualquier momento, poner partes de su propia intuición, de su propia his toria personal y comunal del son calentano y expresarla en su interpretación. Es una sorpresa para nuestro medio urbano, que niega todo lo que no sea mediante una educación formal. Esa escuela, la de Reynoso, de aprendizaje por tradición oral, es una escuela muchísimo más vieja que la escuela formal. Es música de complejidades tremendas, de dificultades de interpretación, de creación, de concepción, que hace a uno decir: Ƒcómo es posible que este hombre toque así?''.
Su primer violín fue un regalo de otro niño que se lo robó de un mercado, recuerda.
''Eramos una familia pobre, yo no pude seguir mi educación. En la escuela donde estudiaba, los maestros jóvenes se iban sólo a llevar a las alumnas, se conseguían unas y ya no seguían, y si estaban como yo de viejos, daban clase unos días y se pasaban el demás tiempo briagotes, borrachos, tirados. No había quién les exigiera que fueran puntuales, y no aprendí nada. Además estaba en el rancho, lejos. Mis padres no tenían modo de ponerme en la cabecera o en otro lugar''.
ųƑCuántos violínes ha tenido?
De chamaquito tuve muchos y los rompí porque a veces me dormía tocando.
ųƑY ahora todavía lo hace?
ųCon la alegría de tocar se me va el sueño, hasta se admiran de mí, dicen que lo hago con unas ganas, que hasta parece que tengo unos 15 o 20 años de edad. A mí la música me gusta, de corazón, y otros que están nuevecitos parece que son abuelos míos, solamente que tengan interés en alguna noviecita por ahí o quieran echarse un trago sacan ganas, de otra manera no.
ųƑUsted tuvo de novia a la música?
ųFíjese que cuando estaba joven había una novia que tenía harto dinero, tenía de qué vivir (ganado, bestias, terrenos para sembrar...) y su mamá me quería para yerno, pero que me sale la muchacha con la puntada de que si quería casarme con ella tenía que dejar la música, que para qué quería eso, que al fin ella tenía manera de vivir a gusto, que en mi caballo les llevara de comer a los peones, que estuviera pendientes de ellos, que les pagara y viera que trabajaban. Y entonces le dije ųsuelta la risotadaų: ''a'i te aviso mi decisión para el 30 de febrero''.
"Siento que sin música no habría vida vivida en el mundo ųcontinúaų. Si hubiera sido platero... pues no; panadero, tampoco. Con la música uno tiene muchas amistades, cuando menos si es borracho le sobran cigarros, bebida, whisky, mezcales y habaneros y presidente y secretarios y la fregada.
ųƑTodos los días toca?
Todos los días, aunque sea para mí solito, porque a los jóvenes ya no les gusta, sólo escuchan cosas de corridos, de mariguanos, de caballos... y eso no me llama la atención.
ųƑPor qué?
ųPorque si hay que llevarle serenata a una noviecita o alguna ahijada ni modo que les toque la del Moño colorado.
ųƑPrefiere lo romántico?
ųClaro, me gusta la música seria, los valses: Morir soñando, Alejandra, Sobre las olas... y los boleros. El vals es una música seria, bonita, apacible. Hay que tocarla suavecito, que no chillen el arco y las cerdas, hacerlo bien para no echarle la culpa a las cuerdas o al violín que no está bien arreglado, hay que tenerlo como se debe.
''Me gusta ver a las personas contentas cuando toco, porque si uno está ahí tratando de hacer lo más que puede y no saca alegría, pues no tiene caso, pero si uno toca y ve la alegría de la gente, pues uno también se pone contento.
ųƑCómo le hace usted para no perder la alegría?
ųMe acompañan los recuerdos de juventud y mi música.
Registro de la memoria viva
Nadie sabe con exactitud cuántas piezas musicales aprendió Juan Reynoso, lo cierto es que su memoria guarda prácticamente todo el repertorio musical de Tierra Caliente. Su pérdida física implicaría también la pérdida de un vasto tesoro musical que pocos conocen y que el violinista Paul Anastasio pretende rescatar para difundirlo en escuelas y ponerlo al alcance de los interesados.
Si bien existen grabaciones de su música (El Paganini de Tierra Caliente, 15 éxitos de sones y gustos y Juan Reynoso y su conjunto regiona, entre otros), el violinista no escribió ninguna partitura, por su formación autodidacta y porque siempre memorizó "de oído" las melodías populares de su región.
Anastasio, músico de Estados Unidos y ahora discípulo de Reynoso, trabaja desde hace un año en la colosal tarea de poner en partituras las piezas aprendidas por el Paganini de Tierra Caliente. Hasta ahora lleva 300, pero promete recuperar las más que pueda.
En el rescate de la obra de Reynoso, la figura de la periodista y editora Lindajoy Fenley ha sido fundamental. Convertida también en representante de Reynoso, explica que, hasta hace unos años, el son calentano estaba en difíciles condiciones; "moribundo", afirma.
Ella descubrió "por casualidad" al Paganini de Tierra Caliente, en una visita a Tepito, cuando buscaba música huasteca, y le pareció "espléndido". Desde entonces, hace cinco años, se propuso promoverlo.
Preocupada por la avanzada edad de Reynoso, se trasladó a México en mayo de 1994. Lo buscó para filmarlo "y tratar de hacer algo", a fin de que apreciara su música. En 1996, a los 84 años, lo invitó a Estados Unidos, donde participó en el 20 Annual American Fiddle Tunes Festival, en Port Townsend. Era la primera vez en su vida que Juan Reynoso salía de su país. Se internacionalizaba.
Allí ofreció tres conciertos e impartió un breve curso sobre música calentana a estudiantes de violín estadunidenses.
Fue entonces cuando conoció a Paul Anastasio, el alumno que se ha propuesto registrar en partituras toda las piezas posibles que Reynoso recuerde.
El es un genio, considera la editora, y "creo que no reconocen la profundidad de su sabiduría".
En 1997 Fenley fundó el festival Dos Tradiciones, con el propósito de estimular la música tradicional de Tierra Caliente y la popular de Estados Unidos, y como un homenaje permanente a Reynoso. Se celebra cada año, el próximo será en abril.