Gustavo Leal F.*
Poker mortal sanitario
El dictamen sobre la Ley General de Instituciones y Sociedades Mutualistas de Seguros que aprobaron el 9 de diciembre pasado los senadores del PAN, PRI y PRD, muestra que, a pesar del avance democrático que reúne el actual arco pluripartidista, la "transición" mexicana propende peligrosamente hacia la partidocracia más que al cumplimiento de las tareas que faciliten la organización seminal de la representación política.
En verdad, el ciudadano elector medio está virtualmente indefenso. Prueba de ello es el débil debate parlamentario que, en el caso del aludido dictamen, sacrificó el interés colectivo: la defensa de la salud del ciudadano --supuestamente representado en esos institutos políticos-- en aras de visiones de partido sobre la política pública. El legislador mostró que carece de alternativas nacionales viables para las mayorías y está incluso dispuesto a esclavizar a sus electores frente a los intereses jugosos de la arena política. No sólo no es confiable; puede ser una auténtica amenaza (Paoli-line). Su visión incompleta, técnicamente equivocada y desprovista de la adecuada versión mexicana, proviene del cuestionado --casi odiado-- experimento estadunidense de la atención administrada (managed care).
Cuatro evidencias del ruidoso fracaso en casa descubren el penoso horizonte frente al cual ese legislador --lamentablemente cercano en visión al más "miope" de los Ejecutivos recientes-- decidió ubicar a los hogares de México con ingresos mensuales de dos a 15 salarios mínimos y capacidad de prepago.
1) Una encuesta aplicada por el Kansas Health Institute entre 12 mil galenos reveló que a fin de contener costos y reducir --vía el esquema de atención administrada-- la consulta con especialistas, las aseguradoras fuerzan a que médicos internistas, familiares y pediatras traten, con cada vez mayor frecuencia, casos complejos. Les advierten, además, que podrían ser económicamente penalizados si no lucen sus habilidades para evitar los onerosos tratamientos de tercer nivel. Apenas uno de cada cuatro generalistas reportó que el universo de atención que se esperaba de ellos era mucho más amplio que el que les exigen las aseguradoras. Pero uno de cada tres médicos especialistas consignó que, aunque los generalistas "están sobre sus cabezas", la gravedad de los casos obligó a que, con todo, les refirieran una mayor cantidad de pacientes de los esperados. Lo cual muestra que muchos generalistas trabajan sumamente estresados y que dudan antes de asumir el grado de responsabilidad que porta un paciente severamente enfermo.
2) Otra encuesta de la Universidad de Washington en Seattle, aplicada a mil generalistas y cirujanos, así como a sus pacientes, constató que en nueve de cada diez decisiones, el encuentro rutinario médico-paciente no discute el caso ni le facilita el conocimiento informado sobre la elección asumida. Desperdicia 91 por ciento del tiempo de consulta y poco dialoga con él. Ello plantea un serio conflicto ético sobre la práctica clínica. Dado el limitadísimo tiempo con que cuenta el generalista (tres pacientes en 17 minutos) o el cirujano (dos pacientes en 14 minutos), Ƒpodría esperarse otro resultado?
3) En este marco, no es casual que el Centro para la Prevención y el Control de Enfermedades de Atlanta advierta que el cambio en el estilo de vida sedentario y la mejora en el acceso a la atención médica constituyen los principales retos del nuevo siglo en Estados Unidos, dejando de lado las disparidades raciales en la ocurrencia de enfermedades costosas y de calidad inconsistente como los ataques al corazón, el cáncer y la diabetes.
4) Como tampoco sorprende que, finalmente, haya caído preso un segundo ejecutivo (J.Jarrell) de la HMO Columbia/Healthcare Corp. --el primero, R.Whiteside, fue enviado a la cárcel en julio pasado-- por haber defraudado 3.5 millones de dólares al programa federal para adultos mayores, Medicare.
Poker mortal. La mejor alternativa de política para proteger realmente a los pacientes de estos abusos es apoyar a los médicos en su profesión; tarea intransferible e indelegable de un poder público responsable y moderno. Los senadores nunca deberían olvidar, como sugirió Blas Urrea que cuando se abdica de él, sólo queda la "ruta Limantour" (Gurría, podríamos agregar hoy). Si no pueden, saben o quieren decidir mejor, la comunidad electoral frente a su virtual indefensión tiene toda la fuerza para votar otra representación política a la altura y en consonancia de sus necesidades.
* Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco