PRUEBA DE FUERZAS EN ECUADOR
El mundo de la economía moral y de la economía natural, el de la sierra y las comunidades indígenas, aliado a los trabajadores petroleros, a los de las plantaciones costeñas y a los estudiantes y pobres urbanos, está enfrentando en Ecuador al mundo de los integrados en el mercado mundial (terratenientes, grandes comerciantes, importadores-exportadores, empresas extranjeras).
Los primeros defienden, antes que nada, su nivel de vida y sus fuentes de trabajo, mientras que los segundos intentan preservar el valor de sus capitales y aumentar la tasa de ganancia, según la receta dolarizadora ya experimentada en Argentina o en la provincia de Kosovo, ocupada por la OTAN, cuya moneda se ancló con el marco.
En medio ųtemerosos de una crisis aún mayor, pero también de la desvalorización de sus haberesų están los diluidos sectores de clase media, los ahorristas, cuyos depósitos hasta por 4 mil dólares fueron congelados en marzo de 1999 (lo cual llevó al cierre de la mitad de los bancos del país) y sólo serán devueltos, en las instituciones que cerraron, en marzo del año próximo, y en los aún abiertos, en marzo del año en curso.
La Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (Conaie), punta de lanza del combate contra la dolarización y la política recesiva del presidente Mahuad, no sólo agrupa a los pueblos y comunidades originarios ųlos cuales representan un tercio de la población del paísų, sino también a gran cantidad de trabajadores negros de las tierras calientes de Esmeraldas y Guayas. Por consiguiente, tiene indudable peso político su decisión de bloquear las carreteras y ocupar pacíficamente las ciudades para exigir la renuncia del presidente Jamil Mahuad y establecer un gobierno de unión nacional que aplique un plan económico alternativo a la dolarización resuelta por el mandatario.
Aunque el temor a la alta inflación podría llevar, como sucedió en Argentina, o en Perú, con el llamado Fujishock, a que sectores urbanos acepten el salto al vacío de la medida autoritaria que hace perder al país su independencia monetaria, y esa creencia cortoplacista y mágica podría debilitar al comienzo el movimiento indígena y obrero, que se reforzará el lunes con una huelga indefinida de los petroleros y posibles acciones de los taxistas, hay que tener en cuenta que Ecuador es un país muy diferente a aquéllos en los que se llevó a cabo la dolarización sin mayores trastornos.
En primer lugar, la lucha de la poderosa Conaie es de largo aliento, como todas las luchas indígenas, y encuentra aliados fuertes en una sociedad donde el medio rural y el nacionalismo pesan mucho en la vida política, el Ejército y los sectores urbanos.
En segundo lugar, otras movilizaciones similares derribaron ya al ex presidente Abdala Bucaram e hicieron retroceder al mismo Mahuad y a sus antecesores.
En tercer lugar, la falta de unidad de los sectores dominantes y en las mismas fuerzas armadas podría debilitar la resistencia del presidente y hacer ineficaz el estado de emergencia que éste decretó para ahogar la resistencia pacífica y civil. De modo que la prueba de fuerzas puede durar y cambiar la posición de los grupos vacilantes.
Es de esperar que el levantamiento pacífico indígena, en el cual se juega la fuerza, la credibilidad y el prestigio de la Conaie, no lleve a actos de violencia represiva que puedan cambiar el curso de la actual lucha social por preservar la posibilidad de una solución ecuatoriana, independiente, a la crisis del país y a los efectos deletéreos de la mundialización guiada por el capital financiero y aplicada, incluso, por tecnócratas de éste, como Steve Hanke, especialista estadunidense en dolarización y asesor del gobierno de Quito.
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