Ť Las autoridades promueven una imagen negativa para minar la contración colectiva
Lamenta el sindicalismo universitario descalificaciones
María Esther Ibarra /II y última Ť Según dirigentes y representantes del sindicalismo universitario independiente, las autoridades de las casas de estudio fomentan una imagen negativa de los trabajadores para minar la contratación colectiva, al tiempo que lamentan que siempre se destacan los reclamos de los sindicatos, pero no su contribución a la consolidación de la universidad pública y la calidad y eficiencia de las instituciones educativas.
En tanto, Ariel Moscoso Barrera, secretario general de las Asociaciones Autónomas del Personal Académico de la UNAM (AAPAUNAM), rechaza que esa agrupación funcione como el club de Tobi y no exista democracia sindical, porque ųaduceų ''aquí hay puros generales y la gente pensante'' de la máxima casa de estudios.
Agustín Rodríguez, dirigente del Sindicato de Trabajadores de la UNAM (STUNAM), apunta entre los principales problemas que enfrenta los sindicatos universitarios la contratación irregular de trabajadores de confianza, como miras a debilitar la validez de los contratos colectivos de trabajo, en lo cual han contado con la complacencia de las denominadas organizaciones sindicales charras o de corte institucional.
A ello, Bulmaro Villaruel, secretario de Relaciones del Sindicato Independiente de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (SITUAM), agrega las constantes restricciones al presupuesto de la educación, que han producido una fuerte caída de los salarios en el sector educativo, ''al punto fronterizo de la extinción del trabajo universitario''. ''El techo salarial de los tabuladores es muy bajo y esto evita la promoción del personal, la pérdida de identidad de los trabajadores con las instituciones y los obliga al doble empleo'', explica.
Para contener la inconformidad, dice Villaruel, ''las autoridades universitarias han establecidos esquemas de productividad, lo cual se traduce en la flexibilización salarial y laboral que ha traído consigo la simulación de las actividades de investigación y la pérdida de ética por la competencia salvaje que persiste entre los académicos".
Rodríguez y Villaruel coinciden en señalar el poco reconocimiento hacia los trabajadores administrativos, quienes cuando hay cambios de funcionarios, ''en muchos casos tienen que ponerlos al día o enseñarles el trabajo universitario''. En entrevista, Villaruel reconoce que en el caso de la UAM, el personal administrativo ''ha caído en la trampa de desahogar su rabia, ira y rencor en contra de la burocracia'', pero también asegura que se debe a la llegada de funcionarios con actitud de querer ajustar cuentas pasadas con el sindicato.
Una de las vías para reivindicar el trabajo de los administrativos, Rodríguez ha propuesto crear la carrera administrativa universitaria y un centro nacional de capacitación para ese personal, con lo cual se tendría un nuevo perfil de los trabajadores del sector.
Sin dejar de reconocer que quizá 10 por ciento de los trabajadores no cumple de manera adecuada con sus funciones, otro 90 por ciento de los cerca de 25 mil afiliados al STUNAM, además de hacerlo de manera óptima incluso tiene niveles altos de eficiencia, lo que ųaseguraų se constata mediante el programa de calidad y eficiencia instrumentado hace unos años por iniciativa del propio sindicato. ''Esa es una de las principales transformaciones del sindicalismo en la UNAM, porque hace diez años era casi un sacrilegio hablar de eficiencia y productividad''.
Aunado a lo anterior, menciona la otorgación desde hace tres años del Premio al Mérito Administrativo, con el cual se distingue a los trabajadores no únicamente por cumplir con su labor, sino por contribuir de manera adicional con la realización de un proyecto de docencia, investigación y difusión cultural. Así, para nosotros trabajar en la UNAM representa un alto orgullo y una responsabilidad, y nuestra función principal es cuidar el desarrollo de la institución''.
En una actitud autocrítica, Rodríguez plantea que aunque los trabajadores universitarios no han abandonado mecanismos de lucha como la huelga, las movilizaciones y las marchas, llama a ser cuidadoso en la utilización de esas formas de participación. ''No por hacer muchas marchas vamos a ser más revolucionarios o por ejercer la huelga a ultranza''. Recalca que eso no impide exigir a las autoridades de la UNAM una respuesta al emplazamiento hecho por el sindicato.
Con esa premisa y en el contexto del actual conflicto en la universidad, puntualiza analizar la efectividad de la huelga planteada por el sindicato para el primer minuto del 31 de enero. ''Habría que ver si la huelga beneficia al movimiento social que construimos, y entonces pues la hacemos; pero de no ser así se tiene que examinar''.
Desde la óptica de Rodríguez, los sindicatos universitarios han adquirido mayor presencia en el ámbito político sindical y muestra de ello es su participación en la fundación de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT), proyecto encaminado a ser ''una alternativa sindical para ocupar el espacio usurpado por la CTM y el Congreso del Trabajo''.
No somos el club de Tobi: AAPAUNAM
Tras de señalar que el sector académico ''es el más difícil'', porque "aquí no hay soldados, sino puros generales", Ariel Moscoso Barrera, secretario general de las AAPAUNAM, sostiene que esa agrupación se ha ido quitando la imagen de ser un sindicato charro o blanco, aparte de que el personal docente y de investigación ya participa en la vida sindical, aunque argumenta que los cambios ''no se notan porque no se hacen de manera sensacionalista''.
Para ejemplificar, comenta: ''Tenemos dos personas en prestaciones sociales para ayudar personalmente a nuestros afiliados a obtener un aparato ortopédico, y esto son cosas pequeñas pero es lo que da imagen''. Otro ejemplo, destaca, son los cursos para los delgados sindicales, pues ''ni ellos mismos conocían los estatutos, el contrato colectivo de trabajo ni sus obligaciones''.
Según Moscoso Barrera, la contribución de las AAPAUNAM ha sido el establecimiento de mecanismos para que el personal académico tenga estabilidad y representatividad, pero 40 por ciento de los profesores de asignatura carece de seguridad laboral y en algunos casos es porque "no se presentan a los programas" para obtener su base o definitividad.
Moscoso Barrera, quien era el secretario de organización y llegó a la directiva de las AAPAUNAM al morir su antecesor, afirma que su designación fue conforme a los estatutos, en los cuales se establece como uno de los mecanismos la elección por parte de la asamblea de delegados. Rechaza que el método sea antidemocrático o de espaldas a los afiliados, los cuales, afirma, son alrededor de 22 mil académicos de los cerca de 28 mil que tiene la UNAM.