* Huéspedes de los albergues ABBI se quejan de falta de atención del personal


Abandono y descuido en cuatro asilos clandestinos para ancianos

* Una señora de 99 años murió en uno de esos sitios, víctima de maltratos, denunciaron familiares

* Hay 33 personas de la tercera edad en los establecimientos, que carecen de médico de planta

Teresa Gómez Hernández * Otros tres asilos clandestinos fueron localizados ayer por La Jornada en las colonias Obrero Mundial, Pedregal y Del Valle, luego de que familiares de una anciana denunciaran los malos tratos de que fue víctima la señora, de 99 años, en uno de ellos.

Con un gesto de desconcierto ante la visita de las personas y con las palabras entrecortadas, los huéspedes de los asilos ABBI se quejan del abandono y descuido del personal que los atiende.

La peor situación se percibe en la sucursal de Xochicalco, lugar donde vivió sus últimos días Blandina Arista, la anciana que padeció la desatención del personal de este asilo, cuya situación es irregular.

En un recorrido por el albergue, una mujer de unos 80 años, que permanecía sentada en el angosto patio, al escuchar a la encargada, de nombre Antonia, dar información del asilo, sólo miró angustiada a los familiares del posible huésped y expresó: "La muerte, la muerte...".

Los otros tres centros que La Jornada localizó y que supuestamente pertenecen a la misma persona, según testimonio de los empleados, se ubican en zonas de medianos ingresos de la ciudad, y ninguno de ellos exhibe algún letrero o referencia que los presente como asilos, pues más parecen viviendas.

La pequeña cadena de asilos, que según sus empleados son unidades geriátricas del inexistente hospital Universidad, son administrados por la arquitecta Patricia Corona, a quien uno de los empleados señaló como dueña, aunque la información fue contradictoria entre personal de los otros centros.

De acuerdo con las indicaciones de las personas encargadas en cada uno de los refugios, para solicitar el ingreso de un anciano "primero es necesario hablar con la dueña". Es ella quien da los informes y la motivación a su posible cliente.

Cada anciano representa una ganancia de entre 3 mil 500 y 6 mil pesos mensuales, según la zona o el tipo de habitación, la cual puede ser individual o compartida. El costo de la inscripción es de 3 mil 700 pesos, que, a decir del personal encargado, puede liquidarse en pagos diferidos.

Entre las sucursales de la delegación Benito Juárez suman 33 los huéspedes de los asilos, 15 en Xochicalco 368, colonia Narvarte; 12 en Amores 232, colonia Del Valle, y seis en Tajín 11, colonia Obrero Mundial, esta última inaugurada hace apenas cinco meses.

Para ingresar a un anciano a cualquiera de los asilos ABBI se requiere, además del visto bueno de la administradora, llenar una ficha de ingreso para registrar datos generales del anciano.

La ficha estipula las condiciones a las que se someten los familiares para ingresar a un anciano; no obstante, ésta no presenta membrete ni razón social alguna.

Al solicitar una ficha para revisar estas condiciones, la persona encargada en la sucursal de Obrero Mundial, quien dijo llamarse Norma y omitió su apellido, argumentó que sólo se permite su lectura y llenado en el momento en que se ingresa al anciano y se realiza el pago.

Por su parte, Elena López, encargada de la sucursal de la colonia Del Valle, manifestó que la diferencia en el costo de cada sucursal no se debe a un mejor o peor servicio, sino que "la cifra se eleva por el costo del uso del suelo de cada zona". Sin embargo, se comprobó que el servicio en cada uno de estos es distinto, según lo que se pague.

Por ejemplo, se ofrecen servicios de terapias ocupacionales y físicas, rehabilitación y supervisión médica, pero, "si los viejitos se enferman y se ponen graves, los canalizamos a un hospital", aseguró la señora Norma; no obstante, el caso de la occisa Blandina Arista demuestra lo contrario.

Como se denunció, esta mujer de 99 años murió nueve horas después de que sus familiares la sacaron, el 9 de enero, de la sucursal Xochicalco, presentando tensión arterial alta, respiración agitada y deshidratación de tercer grado.

Según la denunciante del caso, Lilia Ocampo, la presunta dueña de los cuatro asilos, Patricia Corona, guardó silencio, nunca se le encontró para dar explicación alguna acerca de los cuidados que tuvo Blandina Arista.

En los asilos ABBI el personal cambia constantemente; no se comprobó que exista un médico de planta en cada lugar ni tampoco que no hubiera discriminación y falta de atención.