ƑArdid o maniobra política?

* José Agustín Ortiz Pinchetti *

El rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente, optó por un procedimiento novedoso para lograr la legitimidad política: Una consulta a la que se llamó plebiscito, hecha a la comunidad universitaria para que aprobara o desechara la propuesta final que la rectoría había hecho al Consejo General de Huelga. Se aceptarían las peticiones de los paristas y se convocaría a un congreso para una reforma integral de la universidad (con representación paritaria de profesores y estudiantes) y simultáneamente terminaría el paro y la UNAM volvería a funcionar después de nueve meses de parálisis.

Hay que reconocer que la iniciativa no fue un ardid al típico estilo de la política mexicana. Resultó mucho más creíble y valiente que las demás medidas tomadas por el sector oficial durante el largo conflicto. Fue audaz porque las anteriores consultas universitarias habían terminado en un fracaso, y porque era probable que la bulia y/o el miedo paralizaran nuevamente a los universitarios "silenciosos".

El ejercicio se hizo como se debe con una intención clara y plausible con preguntas concisas y no insidiosas y con un estupendo aparato logístico. Las 930 casillas instaladas en 23 estados y en el DF abrieron a tiempo y cerraron sin incidentes importantes. Dieron a conocer con puntualidad los resultados y garantizaron a los votantes transparencia e imparcialidad. Acudieron más de 150 mil a las urnas y el apoyo a la propuesta del rector fue abrumador: 9 a 1. Además, se convocó en un momento en que la resistencia irracional de los paristas a una solución pactada ha irritado y angustiado a la opinión pública.

El Consejo General de Huelga está ahora en un predicamento: o acepta el veredicto de la comunidad y desmonta el paro y se arriesga a una elección abierta de representantes al congreso (que en gran medida va a perder) o desencadena una provocación para esperar que la fuerza publica local o federal invada Ciudad Universita-ria y le otorgue la gloria del martirio.

Por supuesto que el gran problema ni siquiera se ha planteado: ƑCómo incluir a millones de jóvenes de la clase media en el proyecto neoliberal de sociedad desigual y excluyente?

Muchos han considerado que el plebiscito es un triunfo de la democracia mexicana. Me parece que tienen razón y me preguntaría si también es un indicio de democracia participativa. A duras penas estamos construyendo nuestra democracia representativa, por la cual a través de los procesos electorales se constituyen los órganos de gobierno. Pero nuestra sociedad, como todas aquellas que han llegado o se están incorporando a la modernidad, reclama algo mucho más completo que los procesos electorales. Quiere tener derecho a participar en decisiones importantes que la afecten sin convertirse en gobierno, ni obstaculizar su función. La gente quiere que el gobierno se abra y la escuche, lo que tiene que decirle y proponerle.

En México son multitud las personas y las agrupaciones, fuera de los partidos, que están reclamando la democracia participativa. Infortunadamente han sido incapaces de vertebrar sus acciones para adquirir mayor capacidad de presión. El movimiento en conjunto es realmente impresionante por su vitalidad y por la fuerza que están adquiriendo.

Los "aparatos" políticos profesionales no sienten mucha simpatía por esos "intrusos" y las instituciones mexicanas todavía no han desarrollado las formas de la democracia participativa. La ley de la materia en el Distrito Federal logró algunos avances y estableció el plebiscito y el referéndum, pero les dio un carácter puramente "consultivo". No se han convocado y es probable que no se realicen o no atraigan a la población mientras no tengan un carácter vinculativo.

La consulta del rector puede estar indicando que al menos en ciertos sectores de la sociedad hay sensibilidad para responder a iniciativas que se abran a la participación. Incluso que busquen la legitimación de decisiones importantes en el consenso de la base. Las consultas pueden ayudar a crear un "espíritu" en una agrupación enorme, amorfa y fragmentada, y reforzar la idea de que los universitarios son una comunidad, es decir, "una sociedad con relaciones que generan el sentimiento de pertenencia a un todo". ƑPodrían estos hechos estar anunciando el crecimiento de formas más auténticas de democracia como las describe magistralmente Luis Villoro (De la libertad a la comunidad. Este País Enero 2000). "Aquellas garantizarían que los ciudadanos situados en las comunidades donde viven y trabajan puedan decidir colectivamente sobre los problemas que afectan a sus vidas... Eso es democracia participativa que no puede remplazar, pero sí corregir y complementar la democracia representativa". *