Basura, riqueza del nuevo siglo

 

* Marco Rascón *

La ciudad de México está asentada en un gran lago y en cinco grandes minas: la del cartón, papel, plástico, vidrio y aluminio, sólo por mencionar los desechos de mayor valor. 55 por ciento de esta riqueza se genera en el DF y el resto en municipios conurbados. Las zonas ricas producen alta calidad y cantidad de basura percápita; las pobres: calidad y cantidad por territorio. En 1998 se generaron unas 5.7 millones de toneladas. Por eso, la verdad está en el valor de la basura y quién se apropia de ella.

Para su recolección, los gobiernos, destinan recursos. El gobierno del DF inviritió más que algún otro a la recolección, el tratamiento, clasificación y reciclamiento; sin embargo, toda esa infraestructura está al servicio de empresas privadas y la ciudad no recibe un solo centavo. Esta riqueza se queda en manos de unas cuantas mafias sindicales y territoriales, pero casi en su totalidad en manos de grandes empresas cerveceras, refresqueras, de empaque y venta de alimentos chatarra.

Exportamos basura a Europa, Japón, Estados Unidos y Cánada de manera secreta y perfecta a través de productos como la cerveza, orgullo nacional. Nuestra fama, sin embargo, es por el vidrio, cartón y aluminio que la contiene, y luego reciclada se convierte en cerveza Heinecken o Sapooro, con materia prima regalada en calles de la ciudad de México. Lavar basura es jugoso negocio como lavar dinero de las drogas: grandes ganancias, oscuros manejos y no pagar impuestos.

Esta materia prima, recolectada por los millones de ciudadanos y las delegacionales o municipios, las empresas la adquieren a bajo precio, pues utilizan la colaboración ciudadana y cuentan con camiones, plantas, clasificación, administración; es decir, una empresa gratis a su servicio. De esta riqueza, la ciudad y sus habitantes no se benefician, pues las ganancias se privatizan, quedando para los habitantes sólo los malos olores. ƑCuántos del Club de Industriales del DF se benefician de la basura gratis?

Para apreciar la magnitud de esta fuga y desperdicio de recursos, en un cálculo conservador, de los 5.7 millones de toneladas recolectadas en 98, 2 millones se fueron a los rellenos sanitarios y los otros 3.7 millones fueron reciclados. Esto es, de los 40 millones de kilos diarios de basura útil, a un valor aproximado de 4 pesos por kg, las empresas recicladoras y la estructura mafiosa de la basura, se quedaron con 14.8 mil millones en 1998, es decir, 25 por ciento del presupuesto del DF.

Este recurso no beneficia a los 23 mil trabajadores de limpia y a sus familias (con ellos no es el pleito), sino con las mafias de la Sección 1 del SUTGDF, que desde la recolección, la pesa y la transferencia se quedan con una parte mínima del valor, pues 96 por ciento sería para las empresas, 3 para las mafias y uno por ciento para trabajadores del GDF y pepenadores. En este uno por ciento están miles de amas de casa, que ahora compensan su gasto pepenando en las calles aluminio y vidrio.

Reclamar este recurso es conflicto: la intención paralizaría la recolección de inmediato, pues empresas y mafias organizarían el paro, por lo que se debe apostar al rescate en coparticipación con la ciudadanía. Además, se requiere una reforma interna dentro del mismo gobierno, a fin de que sea la Secretaría de Medio Ambiente y Finanzas y no de Obras la encargada de la recolección, manejo y tratamiento de la basura, pues como parte de una política ambientalista y de ingresos, la nueva tarea es ponerle valor a los desechos, estableciendo políticas educativas para recolectar y aprovechar el recurso, por parte de sociedad y gobierno.

La recuperación del valor de este recurso, como parte de una política de ingresos y ambiental, equivaldría a lo que significó la expropiación petrolera por el presidente Cárdenas en 1934. El impacto de una decisión de esta naturaleza a favor de los citadinos y finanzas públicas, beneficiaría a las familias de los trabajadores de limpia y establecería una relación económicamente sana con las empresas.

La recuperación de este recurso no puede ser sólo obra gubernamental, sino parte de un pacto con la sociedad para su beneficio. La propuesta de 50 por ciento del valor de la basura recolectada en el año debería ser para cada colonia y otro 50 por ciento para las finanzas públicas, repartidas entre demarcación local y gobierno de la ciudad. Para ello, debería habilitarse una báscula por colonia en la cual se fijaría el costo de los desechos.

La entrega de basura a la báscula de la ciudad llevaría beneficios en el mejoramiento del equipamiento urbano, obras y servicios para la comunidad. Con el otro 50 por ciento de recuperación se pagaría una política de cultura, grupos vulnerables, niños de la calle, indigentes, drogadicción y servicios comunitarios para la integración familiar. Pero no hagan caso, esto es sólo otra ocurrencia como la ciudad lacustre. *

 

[email protected]