* José Antonio Rojas Nieto *
El ascenso de los precios del petróleo
Este fin de semana el mercado mundial de petróleo arribó a una difícil y compleja situación; los precios del crudo alcanzaron un nivel no registrado en muchos años. Así, por ejemplo, el petróleo de referencia West Texas Intermediate (Cushing) cerró en el mercado de Nueva York con una cotización de 27.75 dólares y la mezcla mexicana de exportación alcanzó 24.70 dólares por barril. Se trata de cotizaciones que se alcanzan luego de 13 meses de ascenso continuo en los precios internacionales del crudo, como resultado de tres hechos fundamentales: recuperación acelerada de la demanda de crudo en el mundo, sobre todo en Asia y en el Lejano Oriente; disminución sustantiva de los inventarios que más recientemente se combina con un recrudecimiento del invierno que tiende a incrementar la demanda de petrolíferos que se utilizan para calefacción; finalmente, el estricto cumplimiento del control de la producción impulsado por Arabia Saudita, México y Venezuela, y que por primera vez implica una mayor disciplina tanto de miembros de la OPEP como de países petroleros que no pertenecen a este grupo.
Con excepción de fines de 1990 en que los precios ascendieron durante las semanas de la Guerra contra Irak a 35 dólares por barril, en los últimos 15 años no se había llegado a ese precio y sólo se había registrado un promedio cercano a los 20 dólares actuales. No obstante todavía no se alcanza el nivel real del precio alcanzado en 1985 que para el caso de este crudo WTI fue de poco más de 40 dólares actuales; mucho menos el altísimo nivel de 1980 y 1981, años en los que este crudo se cotizó en un promedio cercano a los 67 dólares por barril. Pero surge la interrogante en torno al nivel al que pueden llegar los precios en este año. Y uno se pregunta cuál debiera ser o pudiera ser el precio adecuado del petróleo en las actuales condiciones de la economía y el mercado petrolero en el mundo. Pero por qué hay tanto empeño en los petroleros en controlar su producción y lograr precios en ascenso. El petróleo tiene un enorme peso en el producto nacional de muchos de estos países.
En promedio, en la OPEP se registra una dependencia del petróleo cercana a 20 por ciento. Pero, por ejemplo, en Qatar es de 52 por ciento; en Kuwait de 47 por ciento; en Arabia Saudita de 35 por ciento; en Nigeria de 27 por ciento; en Argelia de 20 por ciento. Irán, acaso uno de los más bajos, tiene una dependencia de 10 por ciento. La baja de precios ocurrida a finales de 1996 a fines de 1998, llevó el nivel de 1998 a cerca de 12 dólares actuales por barril, luego de que en 1996 se había cotizado a 22 dólares actuales. Eso representó a los productores una pérdida de casi 60 mil millones de dólares, que hoy quieren recuperar lo más rápidamente posible. Pero quienes también quieren una recuperación rápida son los productores No OPEP, sobre todo porque su capacidad petrolera depende mucho de la continuidad de las actividades de exploración y desarrollo de campos y yacimientos, las que con la caída de precios se han visto no sólo frenadas sino drásticamente disminuidas. Algunos expertos aseguran que la inversión en exploración y desarrollo reportada en los productores No OPEP en 1999 fue la más baja desde 1986.
En el medio petrolero se comenta que un nivel de 25 dólares por barril para el crudo WTI es aceptable por las economías en el mundo, por lo que el ascenso de estos últimos días, que ubica el precio del mes de enero en 24 dólares por barril, todavía es adecuado. Pero no debe causar extrañeza que los grandes consumidores hablen (como ya lo hace la Agencia Internacional de Energía) de la necesidad de que los productores liberen un poco sus plataformas de producción para que se frente un tanto la elevación más reciente que han registrado los precios. Este ascenso viene de un impulso marcadamente estacional, por lo que sería necesario esperar unas semanas más para poder hacer un juicio más sereno sobre la reciente elevación de precios y pensar en eso que se puede llamar el precio correcto o adecuado para este año. El otro elemento que es necesario tener muy presente es el de la marcha de la economía, sobre todo la estadunidense. Una recesión o, incluso, sólo una desaceleración de la más grande economía del mundo implicaría una baja en el ritmo de crecimiento de la economía mundial y con ello, una nueva retracción de la demanda de petróleo. Lo cierto es que todavía no se puede decir que los precios ya están a un nivel insostenible ni, mucho menos, que se van a desplomar drásticamente de un momento a otro.