* Exhibe Imaginación de lo concreto, una retrospectiva de 20 trabajos


Augusto Ramírez, un artista sin prisas

Merry Mac Masters * La ''prisa'' es un elemento que no tiene cabida en la pintura de Augusto Ramírez (1938). Bien lo ha señalado su hermano, el escritor José Agustín: "Augusto Ramírez, con sus pinturas bellísimas, siempre ha estado -sin prisas pero sin pausas- contra toda corriente". Esta imposibilidad de sacrificar el producto final con tal de cumplir un plazo de tiempo, sea por un concurso o por un encargo público, nunca ha sido un impedimento para que Ramírez realice, a fin de cuentas, sus trabajos.

Tal vez el ejemplo más claro de esto es el cuadro Tlatelolco, una visión aérea de la ciudad, "un poco salido del centro", cuando los helicópteros echan las luces, aquel 2 de octubre del 68, que el artista comenzó en 1977 y lo concluyó en 1992. Ramírez estuvo en aquella manifestación, finalmente reprimida. Poco a poco le fue germinando la idea plástica. No sabe el origen del dato, quizá "de los muchos libros que leí o lo imaginé", pero alguien que iba en un avión vio aquellas luces.

Ramírez pretendía concursar con ese cuadro en la primera Bienal Domecq, realizada en el Museo de Arte Carrillo Gil, pero no lo terminó a tiempo. También recuerda que siendo presidente Luis Echeverría fue invitado por un grupo de pintores "un poco mayores" para hacer murales en el Metro. ''A mí se me ocurrió hacer el boceto sobre este cuadro, pero me dijeron: 'no, estás loco'. Como lo resolvieron por mayoría, no quisieron que presentara el proyecto. Pienso que como Echeverría se quería quitar eso (la matanza de Tlatelolco), lo podía haber hasta aceptado". En el 93, Tlatelolco fue expuesto en el Palacio de Iturbide, en el Festival del Centro Histórico de la ciudad de México.

Otro caso es el acrílico monumental La última cena en la biblioteca del rey y poeta Nezahualcóyotl, de cinco por 1.85 metros, un encargo del subsecretario de Cultura de la SEP Martín Reyes Vayssade, en el gobierno de De la Madrid. El entrevistado cuenta que "casi" al final del sexenio a varios pintores, entre ellos, Vlady y Belkin, se les pidió obra mural para una biblioteca pública. Ramírez pretendía realizar lo suyo al fresco, técnica que había estudiado. El dinero que recibió a principios del 88 para efectuar el trabajo fue insuficiente por la devaluación. Un par de personas le había ayudado a trazar el mural, pero después vendió varios cuadros para seguir trabajando solo. Cuando aquel dinero se le acabó también, hizo algunas obras por encargo hasta que lo pudo terminar en el 97.

El cuadro Morelos y Zapata conversando en el Centro Histórico de Cuautla (1997) iba a ser originalmente un mural de cinco metros para el Palacio Municipal de Cuautla.

Alumno de la Escuela Nacional de San Carlos en una época (1955 al 59), cuando las búsquedas estaban en la abstracción y el expresionismo, Ramírez se ubica en ''las nuevas formas del realismo que comenzaron a mediados de los sesenta después del pop art''.

(Imaginación de lo concreto, compuesta por una veintena de obras, entre retratos, piezas de tema político y dos de las portadas que ha diseñado para José Agustín, es la exposición retrospectiva que Augusto Ramírez, de familia acapulqueña, exhibe hasta el 6 de febrero en la Casa Guerrerense. Eugenia 251, Narvarte.)