El ocaso de la a(Trevi)da
* Luis Hernández Navarro *
La estrella cayó del firmamento. La intensidad de su brillo no proviene ya de los reflectores, propiedad de las empresas televisoras, sino del escándalo de la nota roja. Su historia personal ha dejado de ser materia de Notitas Musicales o de Tv-Guía para convertirse en el tema candente de la sección policiaca de los medios de información. Es el nuevo ángel caído. Es el personaje inevitable de la película que Juan Orol, de estar vivo, podría haber filmado.
Durante años Gloria Trevi fue, entre otras muchas cosas, musa de intelectuales, ilustración de taller mecánico y estacionamiento, ejemplo a imitar de niñas que bailaban sus canciones, negocio de compañías disqueras, fantasía sexual de adolescentes y adultos, candidato potencial a la Presiden-cia de la República, ejemplo de irreverencia para la gran familia mexicana. Sus canciones y calendarios, pero principalmente su comportamiento público, cuestionaron lo tolerable y ampliaron el umbral de lo permisible. Hoy es la prisionera de boquita rojo carmesí, la pareja del Señor de los Cielos, la corruptora de menores y, simultáneamente, víctima y victimaria.
Entre los primeros saldos que arroja la batahola de la a(Trevi)da está el ataque de los cruzados de la fe y la moralización, con los jerarcas religiosos por delante, contra los avances en materia de libertad sexual. Es la hora de su revancha. La fama de la artista caminó de la mano de la invención de un México moderno, listo para entrar al Primer Mundo, de la confección de una nación que dejaba atrás atavismos y mojigaterías, y que se decía dispuesta a aceptar y a aplaudir la irreverencia y el desnudismo light de la regiomontana. Su caída ha sido acompañada de un llamado al ajuste de cuentas en nombre de la recuperación de los verdaderos valores. Para ellos, el final de la Trevi es la demostración del inevitable destino al que está condenado aquél que se atreve a caminar por la senda de la lujuria; es la moraleja de lo que sucede a las niñas que se portan mal. "Quienes saquean la moral a costa de productivos beneficios económicos --afirma Desde la Fe, órgano oficial del Arzobispado de México-- se arriesgan a caer en la cárcel de su degradación humana...". Según la publicación, más allá de la pornografía y el abuso sexual, la artista es responsable, sobre todo, del robo de almas (que, como es sabido, tienen dueño).
Mientras tanto, haciendo leña del árbol caído crecido en su jardín, la industria del entretenimiento, la que fabricó, proyectó y explotó comercialmente a Gloria Trevi, oculta su responsabilidad en el asunto tratando de personalizarlo: sucedió lo que sucedió --dice su mensaje-- sólo porque la artista y su manejador, enceguecidos por las candilejas y el estrellato, creyeron vivir en el reino de la impunidad y encontrarse más allá del imperio de la ley. El derroche informativo con el que han cubierto el caso en sus segmentos noticiosos les ha servido para tapar las relaciones y prácticas que rigen el próspero negocio de incubar estrellas, en el que ellos participan activamente y del que se benefician.
Obviamente, en una situación como la que vive el clan Trevi-Andrade, a través del cual presumiblemente se han cometido delitos sexuales y privación ilegal de la libertad, no se puede soslayar la responsabilidad individual de los acusados. No obstante, tampoco se puede ignorar el entorno institucional que favorece, propicia y estimula ese comportamiento. Y en ello, la industria del entretenimiento y sus ejecutivos tienen mucho que ver. Además, la fabricación de estrellas no sería posible si no contara con la aceptación familiar. Quienes incursionan en el medio no son sólo jóvenes rebeldes que buscan romper con la disciplina paterna. El que jovencitas de doce o catorce años se metan de lleno a la búsqueda de fama y fortuna es factible sólo porque las familias de donde provienen lo aprueban o, por lo menos, no lo rechazan. La ilusión del éxito instantáneo, sacarse el premio mayor de la lotería artística o hacer dinero fácil se divulga cotidianamente en televisoras y revistas. Si personajes como Sergio Andrade pueden operar con éxito y legitimidad es porque el sueño que venden ha anidado previamente en los hogares.
Parece poco probable que la embestida puritana desatada alrededor del asunto Gloria Trevi vaya a tener éxito. Como ha sucedido en el pasado con las conductas homofóbicas o las campañas contra el uso de anticonceptivos hay franjas de libertad sexual que no parecen ser recuperables para los guardianes de las buenas costumbres. Sin embargo, el ocaso de la artista nos recuerda la impotencia ciudadana ante los grandes monopolios del entretenimiento. *