* Olga Harmony *

La esposa muda

El grupo Grande y Pequeño, compuesto sólo por actrices, se ha ido consolidando a pesar de que el travestismo a que las obliga la ausencia de actores varones supone un cierto lastre en su empeño de representar obras clásicas de diferentes tiempos y literaturas. Con La esposa muda este travestismo apenas se siente por varias razones. En primer lugar, al revivir y actualizar un canevá ųque les fue proporcionado por Juan Felipe Preciadoų de la Commedia dell'arte, utilizando el vestuario y las medias máscaras, debidas a Etienne Champion, el juego mismo de los personajes-máscara, Vesubia, Brighella y Dottore, se presta por igual para actrices que para actores. Además, la técnica corporal (en mucho debida al taller que impartiera Jean-Marie Binoche y que dio como resultado Juan Volado, dirigida por el propio maestro y que se impartió a iniciativa de Alicia Martínez Alvarez para el grupo Tablas y Diablas, también conformado por actrices) permite borrar las fronteras gestuales para ambos géneros.

En algunas escenificaciones anteriores, la directora Alicia Martínez Alvarez ha construido sus historias a partir de ejercicios de improvisación de sus actrices sobre un tema dado, lo que se condice en gran manera con los presupuestos de la Commedia dell'arte. Hay que recordar que en este género, nacido en Italia en los inicios del Renacimiento, los actores improvisaban sobre un canevá o argumento en pequeñas farsas que repetían siempre y casi fijos los mismos personajes que llegaron a llamarse ''máscaras" por el uso que de este aditamento empleaban los actores, de los que sólo se exceptuaban algunos tipos de enamorados. Los canevás eran muy simples y con fallas dramatúrgicas, pero el género permeó a toda la comedia siguiente ųMoliére y Goldoni, sus más importantes sucesoresų y a estos comediantes se debe la profesionalización del actor y que aparecieran por primera vez mujeres en los escenarios. Según algunos estudiosos, la improvisación servía para deslizar alusiones políticas en los estados italianos ocupados, que podían no hacerse si entre el público se detectaban espías. Es muy posible que muchas de las alusiones licenciosas, que espantaban en tiempos de la Contrarreforma, corrieran con igual suerte.

La esposa muda en esta versión actualizada conserva muchas de las características de su antecedente renacentista. Entiendo que se fue fijando con base en improvisaciones de las tres actrices y es muy posible que algunas otras, añadidas, se jueguen durante la representación; en el estreno, Violeta Luna que encarna al Dottore, increpó con mucha gracia al público que llegó tarde durante su parlamento de presentación (lo que también se da, entre nosotros en el género chico o en representaciones cabareteras, lo que muestra la cercanía de los teatros populares). Los rasgos de las tres máscaras se conservan, sobre todo en lo que concierne a los personajes masculinos. Brighella es el codicioso bufón, un poco tonto, un poco pícaro ųlo segundo se demostrará, por ejemplo, en el momento en que juega con las fechas patrias para disminuir los honorarios del Dottoreų. Este sigue siendo la burla de los eruditos, con la chistosa lista de actividades en las que es especialista y los latinajos sin ton ni son, como memorandum, curriculum vitae, cuando ausculta a Vesubia, respondidos por Brighella con graciosos nahuatlismos sin sentido, como contraponiendo la ciencia docta a una especie de ''limpia" chamánica.

La escenificación también contempla los chistes de doble sentido, no muy soeces ni servidos en demasía, de los que se quejaban los críticos de la primitiva comedia. Y muestra, entre gracejadas múltiples, los buenos usos que todavía se pueden lograr con los añejos canevás, al hacer chistes políticos como el de la banca ųasiento y maleta como utilería, pero también referente a lo que a todos, excepto a un puñado de favorecidos, nos pesaų o en la enumeración de fechas de nuestra historia.

Si endeble es en alguna parte la dramaturgia, como al final que explica poco, y sólo para hacer un chiste, el estado en que queda el Dottore, o el principio, cuando Vesubia dice que no hablará más con su marido y que contradice lo principal de la trama, esto se perdona en vistas al resultado general del montaje. Las tres actrices (Gema Aparicio como Vesubia, Norma Duarte como Brighella y Violeta Luna como Dottore) logran conjuntar, bajo la dirección de Alicia Martínez, la soltura de la improvisación y lo chispeante de la propuesta con la disciplina del entrenamiento corporal, que incluye también el registro de la voz. Muy grata, familiar mañana dominguera en El Claustro ųcon su fuente, sus árboles y sus pájarosų del Centro Cultural Helénico.