* Guillermo Almeyra *
Ecuador: los poderes en pugna y el poder estatal
La situación de doble poder que imperó en Ecuador durante unos días y llevó a una Junta cívico militar basada en la fuerza de la rebelión india se resolvió, por ahora, a favor del poder económico de la oligarquía importadora exportadora, de los financieros, de los terratenientes, de las transnacionales y del poder político militar de Estados Unidos, que fue decisivo para dar línea y confianza a los generales que no sabían qué hacer. Así, para los "bienpensantes" de todo el mundo se salvó la "democracia" (que ellos identifican con la vía de las elecciones, así sean fraudulentas, y de las instituciones, así sean elitistas y corruptas) y se evitó un "golpe militar" (porque para ellos sólo cuentan los coroneles, ya que los indios serían incapaces de pensar, no tendrían proyecto propio, y serían sólo carne de cañón de los Bonaparte potenciales).
Entre quienes se regocijan, por supuesto, está el Departamento de Estado ųque tantos golpes ha organizadoų, el hambreador, asesino y golpista Fujimori, y naturalmente Jamil Mahuad, que trató de organizar un autogolpe a lo Fujimori, así como Gustavo Noboa, llevado de Guayaquil a Quito por los altos mandos militares y marioneta de éstos.
Conviene observar que, para esa gente, organizar clandestinamente desde agosto pasado la dolarización de la economía sometiendo al país al curso decidido por la Federal Reserve Bank no equivale a un golpe de Estado ni viola la Constitución ni la soberanía ecuatorianas.
Esta nación se encuentra hoy ante un nuevo round de una larga pelea. Los indios se levantaron en 1992 contra el gobierno de Rodrigo Borja en defensa de sus bienes comunales, fueron decisivos en 1997 para derrocar al loco Abdalá Bucaram y gracias a ellos Jamil Mahuad pudo ser Presidente hasta que los indígenas lo derrocaron. Los indios nunca ganaron el poder estatal, pero ahí están, incansables, siempre con mayor fuerza y organización y su fuerza se basa en los poderes populares locales y en la solidez de sus comunidades. La Confederación de Nacionalidades Indígenas no es ciertamente homogénea.
Entre muchas de las 10 etnias diferentes hay en efecto roces, incomprensiones, diferencias políticas. Pero la represión del gobierno y la política que agrava la miseria y la marginación de todos los indios, sin excepción, las unen y las obligan a madurar. Los poderes populares locales son todavía una escuela política, pero son también ya centros de organización en torno de los indios de otros sectores oprimidos o explotados de los medios rurales.
La Conaie, bajo una presión que será sobre todo selectiva y orientada contra los líderes campesinos, porque el gobierno tiene fuerzas para encarcelar a algunos pero no para aplastar a los indígenas, deberá ahora combinar su resistencia semiclandestina con la afirmación de su poder local. Lo harán con el apoyo de lo mejor del país, como el arzobispo de Cuenca, Alberto Luna Tovar, que habría presidido el Parlamento Nacional Popular, y el presidente de los defensores de los Derechos Humanos, Alexis Ponce, que se autodenunciaron como "conspiradores" para compartir la suerte de los diputados socialdemócratas y del Movimiento Popular Democrático y otros dirigentes de masa e indígenas que tienen orden de aprehensión.
Por su parte, los oficiales de baja graduación viven en contacto con los indios y ganan veinte veces menos que los generales, que especulan en la Bolsa y se zambullen en la corrupción estatal. La crisis en las fuerzas armadas proseguirá por eso y porque la mayoría de los cuadros de base repudian la entrega de la soberanía así como la dolarización. La protesta popular también seguirá porque se mantiene la política económica que favorece a los banqueros y a los exportadores-importadores pero destruye el poder adquisitivo y las fuentes de trabajo. La represión engendrará una fuerte resistencia clandestina. Los oficiales de baja graduación no caerán ya más en la ingenuidad de buscar una legitimación en los generales y de creerles lo que afirman.
Hay antecedentes: en Bolivia, cuando en los 50 la logia militar clandestina Radepa (Razón de Patria), colaboró para la Revolución popular de 1952, o en Cuba, cuando muchos oficiales de baja graduación conspiraron con el M26, pero independientemente del mismo, contra Batista, a fines de los 50; por último en Venezuela los putschistas de Chávez salieron de las cárceles y volvieron a la acción como dirigentes de masas. Los indios, por su parte, reforzarán su decisión de confiar sólo en sus fuerzas. La derrota sufrida no les desanimará. El camino de la victoria futura está empedrado de tales derrotas.