UNAM: las "organizaciones sociales"

* José Blanco *

En términos sociológicos y políticos el CGH se integra ahora con estudiantes paristas y "organizaciones sociales". Estas organizaciones se conducen con arreglo a la lógica y los fines políticos generales para los que fueron creadas, aunque se expresan, a su modo, por boca del CGH.

Conforme el CGH perdió su base estudiantil de origen, esas organizaciones adquirieron un peso creciente en su dinámica política, y por ello no es extraño que el propio CGH haya estado tomando decisiones despegadas del curso natural de una huelga estudiantil que ha conseguido los objetivos para los que fue estallada.

El CGH alcanzó esos objetivos al límite permitido por las normas académicas y por el marco jurídico de la institución; pero también al límite posibilitado por la amplísima heterogeneidad de las posiciones de los universitarios. La mayoría de los estudiantes decidieron, a través del plebiscito del 20 de enero, discutir en un congreso tanto las reformas de 1997 (pase "automático" y permanencia), como la cancelación de las reformas al reglamento de pagos. El CGH no puede imponer sus posiciones, en los términos textuales con que las expresa, a esa vasta heterogeneidad universitaria. Su pretensión está fuera de toda racionalidad en una institución de educación superior; y es totalmente extraña a una mínima norma democrática.

El maximalismo "político" exhibido por el CGH, como es claro, sólo expresa el peso que en él descargan las "organizaciones sociales", cuyo propósito, por definición, es ajeno a cualquier norma académica, e indiferente a la legalidad universitaria.

Forzado por su condición truncadamente contra natura, el CGH repudió el plebiscito, es decir, la voluntad limpiamente expresada por 180 mil 88 universitarios. Hasta ahora lo hizo con un tímido alegato confuso sobre el padrón de votantes.

Por lo que hace al sector de los académicos y al de los trabajadores administrativos, no puede caber ninguna duda: la nómina expresa la entera lista de quienes tienen una plaza en la UNAM.

En lo que toca a los estudiantes, cualquier universitario informado sabe que en la universidad existen dos registros, uno de ellos originado en la situación que las reformas de 1997 querían corregir: la ausencia de reglas relativas a la permanencia. Así, uno es el registro de los alumnos adscritos a la universidad; otro el de la parte de ellos inscritos en asignaturas: éstos son los alumnos activos. En cambio, un alumno pudo haber abandonado sus estudios hace uno, dos, cinco, o más años, y figurar como un alumno adscrito a la UNAM, puesto que no había límite reglamentario: la permanencia era indefinida. Por supuesto, alumnos en estas condiciones se cuentan por miles. La reforma de 1997 no los elimina, puesto que el nuevo reglamento no puede ser retroactivo: son los alumnos inactivos.

Los alumnos activos conforman la población escolar de la institución, y su número es publicado cada año en la Agenda Estadística de la institución. Votaron en el plebiscito 139 mil 997 alumnos de una población escolar de 241 mil 294 (1998), lo que equivale a 58 por ciento; 60.5 por ciento de licenciatura y 54.4 de bachillerato.

El plebiscito expresa el acuerdo de la vasta heterogeneidad universitaria con los términos adoptados por el Consejo Universitario para solucionar el conflicto. No cabe duda alguna: éste es hoy el consenso universitario.

Este consenso, constituido respecto a unos contenidos específicos y nada más, no es, en ningún sentido, unanimidad. Por el contrario, en el marco de ese consenso, esos contenidos serán procesados por los foros y el congreso universitario, y en él cada uno de quienes integran la diversidad universitaria defenderá sus propias posiciones. Situarse fuera del consenso, como lo hace el CGH al repudiar el plebiscito, es negarse la posibilidad de continuar defendiendo, por sí mismo, las tesis que obstinadamente repite sin cesar.

Situarse fuera del consenso, de otra parte, no es en el CGH una pura ciega obcecación. Es una posición duramente condicionada por objetivos políticos distintos de la materia académica controvertida por el CGH, y se origina, por necesidad, en las "organizaciones sociales" que hoy constituyen un inmenso lastre pernicioso sobre el destino de la universidad. *