Los ciudadanos y el derecho a la salud

* Gustavo Leal F.* *

Cuauhtémoc Cárdenas declaró que "urge una nueva Constitución porque las más de 400 reformas que se le han hecho a la Carta Magna no responden, muchas de ellas, a los intereses ciudadanos e incluso son contradictorias; con una nueva Constitución se podrá garantizar a los mexicanos sus plenos derechos a la salud, al trabajo, la vivienda y educación, que hoy han quedado como letra muerta".

ƑQué ciudadanos somos? R. Dahrendorf estima que la ciudadanía puede entenderse en términos duros (prácticos) o débiles (teóricos). Duros, en referencia a derechos básicos, compartidos en territorios determinados, con Cámaras elegidas democráticamente para legislar y tribunales a los que se acude para exigir el cumplimiento de esos derechos fundamentales. Débiles en cuanto al sentimiento de pertenencia a una comunidad, al deseo de compartir aspiraciones y creencias con otros; a ésta corresponde la identidad simbólica occidental.

ƑEn qué etapa de este viaje se encuentra América Latina? Sin duda, en un plano intermedio: el de la ilustración olvidada o hispanidad. ƑSomos ciudadanos del TLC --y previsiblemente, de acuerdo con las decisiones "nacionales" del secretario de Comercio H. Blanco, de la Unión Europea-- o del Estado-nación posrevolucionario?

ƑQuiere decir que una "nueva" Constitución, a diferencia de la "vieja", podría ella por sí misma, transformarnos en ciudadanos duros? Si así fuera, Ƒqué hizo que la "vieja" nos hiciera débiles? El asunto parece superar evidentemente el tema constitucional.

Veamos el caso de la salud en el marco democrático moderno. Ciertamente, los gobiernos pueden seguir extendiendo derechos genéricos preventivos mientras restringen sus obligaciones directas con la atención médica.

Por ejemplo, en San Lorenzo Chiautzingo, el gobernador de Puebla M. Morales "insistió en que cuando contemos con las medidas necesarias, hábitos de higiene arraigados, viviendas dignas, comunidades y pueblos limpios, con rellenos sanitarios, sistemas de drenaje y alcantarillado, entre otros servicios, no habrá enfermos" (sic). ƑY mientras tanto, señor gobernador?

Por su parte, la Secretaría de Salud publicita la quinta Conferencia Mundial de Promoción a la Salud a celebrarse en la ciudad de México en junio próximo y que prosigue a las de Ottawa (1986), Adelaida (1988), Sundsvall (1991) y Yakarta (1997). En ella se busca avanzar en cinco prioridades para el siglo XXI: promover la responsabilidad social por la salud; ampliar la capacidad de las comunidades y empoderar (sic) al individuo; consolidar y ampliar las alianzas en pro de la salud; aumentar las inversiones en el desarrollo de la salud y asegurar una infraestructura necesaria para la promoción. Llama la atención que, apenas enumerarlas, la Conferencia --de nivel ministerial-- reconozca de inmediato que "rebasan ampliamente los límites del sector sanitario", no obstante lo cual pretenda que se "arraiguen en la realidad de vida de las poblaciones, especialmente las que viven en circunstancias adversas como consecuencia de la pobreza, la discriminación por género, edad, discapacidad u origen étnico". ƑCómo, si justamente son los más débiles? ƑNo esperan mucho de los menos favorecidos? ƑQué les ofrecen a cambio? ƑMejor calidad de la atención médica?

Lo cierto es que con o sin promoción a la salud --aunque, por supuesto, mejor con ella--, siempre habrá enfermos con derecho pleno a la atención. ƑQué posibilidades de ciudadanía dura tienen en este débil marco? ƑNo será acaso mejor asumir que el concepto contemporáneo de salud se ha dilatado extraordinariamente y que los gobiernos han aprendido a sacar provecho de su ambigüedad? ƑGobiernos federales, estatales y locales cuya oferta es en exceso preventiva frente a los grandes retos del cumplimiento de los derechos ciudadanos duros? Con ello se expande la oferta que hincha el sentimiento comunitario, pero que cumple cada vez menos con los derechos ciudadanos básicos.

Los partidos políticos --que están supuestamente más cerca del ciudadano-- pueden y deben intentar corregir este dislate de los gobiernos. Hay pues que aguardar a que Cárdenas aclare el sentido en que una nueva Constitución, sólo por ello, garantice esa ciudadanía dura, con pleno acceso a los servicios primero curativos y luego preventivos de salud y que, por lo pronto, ya debería formar parte de su oferta de campaña. *

 

* Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco