* Enrique Montalvo Ortega *

Paoli, a la derecha de la derecha

D e no haber sido por el tristemente célebre voto mingitorio con que Francisco Paoli Bolio enriqueció el folclor de nuestra ya anecdótica tradición parlamsentaria, no se hubiera evidenciado tan claramente el papel que ha desempeñado en la estrategia político-económica del actual gobierno.

Amigo y aliado estratégico de Diego Fernández de Cevallos, ha cumplido un papel central en el juego entre el PRI y el PAN, que en muchos aspectos se asemeja al del político queretano, quien lo introdujo en ese partido.

Hagamos un recuento. Paoli Bolio fue el arquitecto de la estrategia que permitió que las direcciones del PRI y el PAN recompusieran su alianza contra México. Gracias a su empeñoso trabajo surgió el IPAB, hijo putativo del Fobaproa, engendro que sirvió para que el capital financiero se beneficiara de los recursos públicos, como nunca antes en la historia contemporánea.

También maniobró para que los nombres de los responsables del desfalco, que se financiará a través del IPAB, nunca fueran conocidos ni castigados por la ley. Así, muchos connotados panistas y miembros de la oligarquía mantendrán su prestigio limpio y estarán a salvo de la justicia.

Si valoramos la dimensión del llamado rescate bancario, el gigantesco costo que ya ha tenido, y el que tendrá este año (35 mil millones), el cual se traducirá en recortes al gasto social, podremos percatarnos de su tremendo impacto negativo sobre el bienestar de ésta y varias generaciones futuras.

El diputado panista ha argumentado que actuó en conciencia (Ƒconciencia de clase oligárquica?), pero que nunca lo participó a sus compañeros de bancada. Resulta difícil pensar que su ausencia no fuera (como Fox señaló) una medida desesperada para servir a intereses particulares; sobre todo cuando estaban en juego 2 mil 500 millones de pesos, que irán a parar a las fauces de los tiburones de la banca.

El camino seguido por el hoy líder de la Cámara baja recuerda el recorrido por Fernández de Cevallos, artífice de los acuerdos PAN-Salinas y quien en cierta medida ejerció algo similar al voto mingitorio hacia el final de su campaña disminuyendo sospechosamente sus actividades cuando sus partidarios esperaban una acción más intensa. La reacción de Paoli ante el extrañamiento que realizó su partido recuerda las arrogantes respuestas del jefe Diego, frente a las acusaciones por su entrega al salinismo. Y, como Francisco Paoli ha reconocido, no es una renuncia decidida, sino una medida de presión y chantaje para recuperar y ganar espacios, medida que empieza a surtir efecto.

Así, ha tenido que apostar con su renuncia para preservar su carrera política y lograr un escaño en la Cámara de Senadores, donde muy probablemente cumpliría el papel de operador de los intereses que tan bien ha servido como diputado.

Lo que va a dilucidar la revisión del caso Paoli será el alcance de las alianzas de ese partido con la oligarquía financiera y con el proyecto Salinas-Zedillo, así como la fuerza del grupo del jefe Diego ante los demás grupos panistas, en particular con quienes desde una posición honesta de oposición perciben que algo oscuro se teje entre sus cúpulas.

Cuando militaba en la izquierda, caracterizó al PAN como un partido de "desdorados señoritos" y "siempre a la derecha". Llegó a escribir que "es una expresión desgastada de fracciones muy venidas a menos de la clase dominante". Y vaya que se ha esforzado por convertirlo en expresión de sólidas y encumbradas fracciones oligárquicas de esa misma clase dominante, entre las que habrá que incluir hasta al PRI, que --no por casualidad-- ha sido uno de sus más airados defensores. Hoy declara que el PAN es "un valor institucional de México". ƑAspira acaso a institucionalizar al partido de los "señoritos" de la derecha, como Alemán hizo con el de los "revolucionarios"?

En otro texto escribió que el PAN "alcanza a denunciar el robo de ánforas, pero no el despojo económico nacional e internacional de nuestros trabajadores". Desde su ubicación en la derecha del PAN, se ha convertido en el encargado de construir los instrumentos para que ese despojo se realice.

Hace un cuarto de siglo, Paoli y quien esto escribe trabajamos en un libro: El socialismo olvidado de Yucatán. En un párrafo, que sospecho ya olvidó o quizá quiera olvidar, escribimos: "lo más importante es que la historia de la corriente popular en México no terminó en 1924. Tampoco en 1940, con la salida del general Cárdenas del poder, como muchos creen (...) La mayor parte de la corriente popular se organiza ahora enfrente del gobierno y crece lenta y penosamente." Hoy, desde el bando contrario, trabaja para liquidar esa corriente popular y fortalecer a la oligarquía financiera.

Cuando escribimos, contagiados por la epopeya del socialismo yucateco y la figura excepcional de Felipe Carrillo Puerto: "los conservadores están derrotados", no creímos posible que fueran a retornar bajo el manto neoliberal y resultaba imposible imaginar que él ocuparía un lugar tan destacado. Triste, muy triste papel, como me comentó alguna vez Heberto Castillo.

Es factible pensar que para el jefe Diego, formado toda su vida en la derecha, entrar al juego de alianzas oligárquicas no le represente contradicción alguna. Supongo --digo, es sólo una hipótesis-- que a quien compartió y sintió alguna vez las esperanzas de la sociedad mexicana, se esforzó por comprender sus luchas y participó en ellas, contribuir a cercenar aquellas expectativas, instalarse en la derecha de un partido de derecha debe engendrarle, al menos, algunas contradicciones.