ALEBRIJES Ť Patricia Vega
Las transmutaciones de Jesusa
Un comentario sobre la actual apariencia ''jorobada" de la actriz y directora de escena Jesusa Rodríguez mereció la siguiente respuesta: ''No, Jesusa no está jorobada. Lo que pasa es que como últimamente decidió transformarse en el docktor Sigmund Freud, lleva consigo esa esencia a todos lados".
Ese fue el comienzo de un intercambio de ideas sobre la capacidad de Jesusa para prestar su cuerpo y su ''otra alma" ?que los antiguos mexicanos llamaban ''el alma del hígado", según el libro Cuerpo humano e ideología. Las concepciones de los antiguos nahuas, de Alfredo López Austin? a los distintos personajes, que a lo largo de casi una década han desfilado por el teatro-bar El Hábito: desde el famoso diablo de la controvertida adaptación a pastorela de El concilio de amor, de Oskar Panizza, hasta el Carlos Salinas, el Pedro Infante, el Andrés Soler o la Mónica Lengüiski, por mencionar sólo algunos de los ejemplos más sobresalientes.
Muchas son las personas que se preguntan cómo diablos le hace Jesusa para parecerse tanto a los personajes que decide caricaturizar. Ella nos explica que recurre al ''alma del hígado" para sustraer (apropiarse) con gran precisión la esencia que le permite adoptar personalidades tan variadas. Lo cierto es que hemos sido testigos de cómo ha logrado sorprender y engañar hasta a quienes la conocen más de cerca, al grado de preguntarle a la propia Jesusa por ella misma.
''Morderle'' a los personajes
Inspirada en la multiplicidad de la mente mesoamericana, Rodríguez se ha dado a la tarea de crear su propio y peculiar método de actuación, que no es otra cosa que ''morderle" a los personajes representados parte de su esencia y, a partir de ahí, dejar que aquel crezca dentro de ella hasta volverse independiente de la persona que conocemos como Jesusa. Es como si después de un proceso de desmenuzamiento, cerrara los ojos y empezara a trabajar a partir de un recuerdo, de la sustancia que sustrajo del personaje.
Por eso el trabajo actoral de Jesusa no es como el de los imitadores que buscan el gesto, el tic o, incluso, la inflexión de la voz; en realidad sus caricaturas ?al igual que las de Magú? deforman a los personajes, sin embargo se puede reconocer perfectamente de quién se trata.
Este alebrijes es sólo una primera aproximación
que busca explicar el por qué de la insistencia de Jesusa Rodríguez
en no abandonar ?a pesar del desprecio manifestado por muchos creadores(as)?
ese ''género madre" llamado cabaret y a partir del cual Rodríguez
se ha propuesto hacer una profunda investigación que le permita
reflejar los altibajos de la vida cotidiana. Al margen de que algunos espectáculos
sean más redondos que otros que, escribiendo con franqueza, no han
logrado cuajar del todo, lo cierto es que en esta casi década ?el
inicio ocurrió antes, se remonta al recordado El Cuervo, en la Plaza
de la Conchita? de trabajo intenso y riguroso, Jesusa ha realizado hallazgos
que nos resultan deliciosamente memorables. Y para usted, ¿cuál
es su personaje favorito?