Juan Angulo Osorio
Violencia contra la unión de paristas y no paristas
En la página 37 de La Jornada del martes, una nota sobre la situación en diversas escuelas de la UNAM ese día, consigna que "en la Preparatoria 3, paristas y antiparistas que se enfrentaron el viernes pasado se constituyeron en frente estudiantil, conformaron varias comisiones similares a las que operan en el CGH y acordaron levantar una denuncia contra la directora de ese plantel, Ramona Damián, por incitar a la violencia".
Esa decisión de los estudiantes se constituyó en la prueba más palpable del fracaso de la estrategia que quiso convertir los resultados aparentes del plebiscito en un cheque en blanco para desalojar a los paristas por la fuerza.
La provocación montada con trabajadores de Auxilio UNAM y golpeadores contratados ex profeso, tenía el objetivo precisamente de romper esa tendencia, presente en otras escuelas, de un acercamiento entre paristas y antiparistas que no entraba en los planes diseñados en la Secretaría de Gobernación, y del cual dieron cuenta también otros medios.
No es gratuito, por eso, el llamado del rector para que los antiparistas desistieran de hacer asambleas en los planteles. Está allí menos un sincero interés por evitar la violencia entre los universitarios, y más un cambio de rumbo para evitar el acercamiento y el diálogo que pretenden los paristas pese a sus segmentos intolerantes e incluso violentos.
Se ha criticado, con razón, a los paristas de enarbolar un pliego netamente universitario y querer conseguirlo con tácticas y formas de organización como si estuviese en juego la toma del poder por el proletariado y el pueblo. Es decir, exactamente lo contrario a lo que fue el movimiento de 1968: un pliego de demandas eminentemente político que se quería conseguir con métodos y comportamientos de universitarios. Y, por cierto, entonces como ahora ambos movimientos se han atribuido por algunos a pugnas entre poderosos políticos del PRI.
El movimiento estudiantil ciertamente ha cambiado, pero no el régimen político autoritario. Todas las corrientes de la izquierda participaron en el movimiento de 1968 que terminó masacrado el 2 de octubre. Todas las corrientes de la izquierda confluyeron en el movimiento estudiantil de 1986 que terminó engañado y defraudado por las autoridades universitarias. Y todas las corrientes de la izquierda han participado en el actual movimiento estudiantil que está siendo reprimido por el gobierno federal.
Los tres movimientos tienen a sus ultras y a sus moderados. ƑNo se cuestionó a los dirigentes del 68 que no hayan negociado cuando el movimiento estaba en su punto más alto? ƑQue hayan subestimado la disposición represiva de Díaz Ordaz-Echeverría? ƑQué ocurrió entre la manifestación silenciosa que congregó a cientos de miles ųla época de mayor fuerza política y autoridad moral del movimientoų y el mitin del 2 de octubre donde estaban sólo 10 mil universitarios?
Seguramente para que se diera ese reflujo tuvieron que ocurrir muchos errores de los dirigentes, pero éstos fueron mucho menores a la irracional represión gubernamental que terminó por inhibir a los sectores más moderados o menos politizados.
Igual en 1986. Un movimiento fresco, nada ideologizado y con una sincronía (casi) perfecta entre demandas y formas, y métodos para conseguirlas. Sus dirigentes, firmes ante las autoridades, pero respetuosos. Dialogaban públicamente con los representantes de la rectoría, les ganaban todos los debates y no se ponían a discutir si les llamaban compañeros. Las corrientes (más) ultras fueron aisladas. ƑQué mejores interlocutores que universitarios talentosos, inteligentes, carismáticos como Imaz, Ordorika, Santos, Andrea González, Moreno, Batres, Becerra, todos con una formación y cultura de izquierda?
Y si se atiende a las causas que generaron el actual conflicto, y se observa a los grupos dirigentes del CGH, puede decirse que de aquello quedó casi nada. Seguramente los dirigentes de entonces cometieron muchos errores, se desligaron de su base, se fueron a la política partidista, pero en nada se comparan con la capacidad de simulación, de desprecio por la comunidad universitaria de parte de las autoridades que, otra vez, se pusieron al servicio de las necesidades del régimen político del PRI y frustraron el proyecto del Congreso.
Y el de ahora es uno de los movimientos estudiantiles más aislados de la historia reciente de la UNAM. Sus movilizaciones han estado muy lejos de las históricas manifestaciones de agosto y septiembre de 1968, muy por debajo de las marchas del 86.
ƑPor qué entonces no ha podido ser derrotado? ƑCómo ha podido resistir incluso la brutal ofensiva posplebiscito? No sólo por la intocable legitimidad histórica de sus demandas sino porque el tamaño de los errores y tonterías de los Benítez, los Moshes, las Contreras es infinitamente menor a la insensibilidad de la clase política priísta y su rector que enseñan ųpor si hiciera faltaų que están en franca guerra contra el pueblo universitario a duras penas representado por los paristas, como en todo el país están en guerra por desmantelar todo lo que huela a protección social, a interés público, no por una ideología sino porque creen que así seguirán en el poder.
Así como en 1986 se apostó todo a una estrategia basada en el espíritu universitario, segmentos del PRD apostaron ahora a una estrategia de desarrollo político del país y creyeron que éste era más posible mediante una alianza con un rector como Juan Ramón de la Fuente que con los ultras e intolerantes del CGH.
El uso faccioso dado por el rector a los resultados del plebiscito aparece como el principal responsable de la violencia que tiene a centenares de jóvenes universitarios en la cárcel. Y los perredistas que participaron en esa experiencia tal vez se sientan engañados y utilizados, pero si no quieren desaparecer de la escena política como partido deben ponerse claramente del lado del movimiento.