La Jornada sábado 5 de febrero de 2000

Carlos Fazio
La doctrina Labastida

LA CONTRAINSURGENCIA LLEGO a la UNAM. Los incidentes en la Prepa 3 marcan la paramilitarización del conflicto universitario. El símil con Chiapas es inevitable, y devela que detrás de la pugna por el control de la universidad siempre estuvo la mano de Francisco Labastida. Antes como secretario de Gobernación, hoy como candidato del PRI a la Presidencia.

Su injerencia y sus pedidos públicos de mano dura se explican en función de una redición del voto del miedo, como en los comicios de 1994. Entonces se utilizó al fantasma zapatista; hoy, la violencia estudiantil, aderezada por los presuntos vínculos de algunos miembros del CGH con la guerrilla urbana.

Como en Chiapas, desde que estalló la huelga estudiantil en abril pasado, el gobierno montó una campaña de intoxicación propagandística a través de los medios masivos de comunicación. Durante meses alentó un cacerolismo mediático proclive al linchamiento de los estudiantes, coronado el sábado pasado por el pronunciamiento de la "tercera ultra": los obispos y empresarios de la comunicación, que santificaron el de-rramamiento de sangre en la UNAM.

Tras la caída del rector Francisco Barnés, los usos caciquiles del Croquetas Albores fueron asumidos por Juan Ramón de la Fuente, también impuesto como aquél. Y como los representantes del gobierno en la mesa de San Andrés, los emisarios del rector De la Fuente firmaron los acuerdos del 10 de diciembre en Minería para alcanzar una salida negociada. Pero después, igual que Marco Antonio Bernal y compañía, los operadores de rectoría se levantaron unilateralmente de la mesa de diálogo, desconocieron los acuerdos y organizaron un plebiscito de Estado ųbajo el paraguas de Gobernación, como ha quedado documentadoų para forzar una salida violenta del conflicto universitario. El plebiscito intenta cubrir el mismo papel legitimador de la "ley indígena" del presidente Zedillo, ante el agotamiento del "diálogo" con los "intransigentes" zapatistas; hoy con los estudiantes ultras.

Igual que el sustituto Albores, en sus intentos de disolución violenta de los municipios autónomos zapatistas ųcon apoyo del Ejército, la Seguridad Pública estatal y los paramilitares del PRIų, De la Fuente ha venido instigando a la recuperación de los planteles de la UNAM mediante el uso de la fuerza. En Chiapas, la política de contrainsurgencia promueve el enfrentamiento de indígenas contra indígenas; en la UNAM, de estudiantes contra estudiantes. Al accionar de los paramilitares comandados por Brígido Navarrete (ojos y oídos de rectoría) en la Prepa 3, siguió la intervención de la inconstitucional policía militarizada, convocada por Juan Ramón de la Fuente para que repri-miera a los estudiantes, violando de paso la autonomía universitaria. Lo que significa el grave riesgo de una militarización y paramilitarización del conflicto en la UNAM.

A su vez, los fotomontajes del rector, como el del martes, cuando intentó entrar a Ciudad Universitaria con claros fines provocadores, y luego fue presentado por la prensa como "víctima", guardan relación con las escenografías publicitarias montadas por Albores (las famosas entregas de armas de presuntos zapatistas) con el objetivo de desinformar a la opinión pública. Asimismo, el uso del fantasma de la "subversión", tan socorrido por Albores en Chiapas, ha sido uno de los caballitos de batalla del candidato del PRI, Francisco Labastida, para el caso de la UNAM. Retomado ahora por De la Fuente, previa campaña de propaganda negra a través de los medios, con los llamados recurrentes de los comentaristas de Estado para acabar con la "guerrilla" en la UNAM.

El supuesto papel de la diócesis de San Cristóbal, y en particular el del obispo Samuel Ruiz, como el comandante Sam del EZLN, es ocupado en el caso de la Universidad Nacional por organizaciones radicales, como el Frente Popular Francisco Villa y el Movimiento Proletario Independiente, que cumplen la misma función distractiva que los observadores internacionalistas extranjeros, los "verdaderos ideólogos" detrás de los "pobrecitos" indios chiapanecos. Los estudiantes que defienden la enseñanza gratuita, tratados como menores de edad, manipulados por los "profesionales de la violencia", ajenos a la UNAM. Una nueva cacería de brujas. La versión adaptada de La rebelión de las cañadas, suministrada por los servicios de inteligencia del Cisen a Carlos Tello

En el fondo, se trata de la doble vía utilizada por Seguridad Nacional en Chiapas: la militar y la dialoguista, con el predominio estratégico de la primera, dado que el objetivo final del gobierno no es "dialogar de mexicano a mexicano", sino destruir a las comunidades indígenas y al movimiento zapatista. Igual ocurre ahora en la UNAM. El CGH, con todos sus errores y excesos, representa la última línea de defensa en contra de la privatización de la universidad impulsada por los sumos sacerdotes del pensamiento único. Por eso es necesario destruir al CGH. El odio oficial a esta expresión vernácula de los globalifóbicos fue difundido urbi et orbi desde Davos, Suiza.

Se insiste en que no hay condiciones para otro 68. Pero cuidado, los halcones andan sueltos. La única salida es dialogar; impedir que, como en Chiapas, se deje pudrir más al conflicto. Hay que evitar un Acteal en Ciudad Universitaria.