* Olga Harmony *
Dario Fo y los nuevos (viejos) tiempos
A pesar de que la indignación, el dolor y la rabia me impelen a escribir acerca de los sucesos en la UNAM ųse me dificulta en estos momentos pensar en otra cosaų me abstengo por razones válidas, la principal de las cuales es que no aportaría algo a lo ya dicho por voces más autorizadas. He de hablar de teatro, pero no puedo evadir que la realidad se entrometa en esa otra realidad que es la escénica. Una sensación de volver a cosas pasadas invade mi pequeña capacidad de análisis crítico. Así, la representación de Fe de erratas, de la autoría y bajo la dirección de Agustín Meza me lleva a los buenos tiempos pasados en que el absurdo se enseñoreaba de la escena y en que no pocos dramaturgos nuestros confundían la gimnasia con la magnesia y pretendían que lo gratuito era un insólito vanguardismo. Bueno que se les den espacios a teatristas poco conocidos para que muestren sus propuestas y de esa manera se profesionalicen, pero malo que nos aburran con modas ya caducas, sin remedio fenecidas y, además, mal apropiadas. En este montaje, nacido del Seminario de Dirección y Producción escénica del CNA que, se afirma en el programa de mano, es una parábola de la humanidad a través de los mitos que presenta Pepa Lumpen, nos dice poco de humanidad y mitos. Por lo menos a mí, en desasosegado regreso a tiempos que creía idos.
En cambio, Ensayo para una pareja ųversión muy libre de Una pareja abierta muy abierta de Dario Fo y Franca Rame, debida a Marco Antonio García, Perla de la Rosa que actúa y dirige y Joaquín Cossío, que actúaų resulta todavía de gran actualidad. Si acaso, el personaje de machista hombre de izquierda que es Antonio se desdibuja un poco y su grito de šviva Stalin! ya no tiene eco entre nosotros (y, me temo, entre los mismos italianos). Sabido es que el anarquista Dario Fo ataca por igual a la burguesía, el clero y los partidos de izquierda, sobre todo el estalinismo; tan es así que entre nosotros algún hábil montaje de una obra suya complació sobremanera a la clase media alta. Fuera de ello, la intención feminista de Fo y Rame, por desgracia, siguen vigentes.
No es la primera vez que este texto sube al mismo escenario, pero el tiempo transcurrido entre el anterior montaje ųprotagonizado por Margarita Sanz y Salvador Sánchezų permite que nuevamente lo gocemos. Los juarenses Perla de la Rosa y Joaquín Cossío ya habían presentado esta escenificación en la Muestra Nacional de Tijuana. Ahora, aprovechando su estancia en esta capital por ser parte del elenco de Felipe Angeles, la escenifican en el teatro El Granero con muchas ventajas. En lo que aventuradamente podríamos calificar de palimsesto teatral, se conservan y aprovechan las escenografías superpuestas de las dos obras que se escenifican en el mismo espacio (De la naturaleza de los espíritus y Opción múltiple) en diferentes días de la semana, a las que se adicionan la escalera, la ventana simulada, el perchero y el panel corredizo con puerta practicable, del escenógrafo Angel Ancona, lo que da a la directora una extensa gama de posibilidades en su trazo, que ella aprovecha de manera excelente. Un ejemplo sería, cuando la puerta es corrida hacia la cocina pintada de la obra de Moncada, y permite a Antonio quejarse de que se le echa por la puerta de servicio.
Por otra parte, el teatro círculo admite que la cuarta pared stanslavskiana sea borrada por completo, como pide el autor, para que Antonia relate directamente a su público la historia de su matrimonio. La interacción con los espectadores se da en pequeñas dosis, como es la ocurrencia de pedir a una joven que pase al escenario para mimar una fingida escena ųteatro dentro del teatroų con la que Antonia ironiza la idea de que el suyo se convierta en un matrimonio abierto. La directora abre su propuesta desde lo que vendría a ser la calle, ante la fila de público que espera, con la mujer perseguida por su esposo, y la continúa por los diversos espacios que la escenografía le permite.
Perla de la Rosa se muestra como una muy buena y dúctil directora, al mismo tiempo que es una actriz de muchos matices (la he visto hacer otros papeles, alguno trágico). Ahora está muy graciosa, sin que el ridículo de algún atavío demerite su belleza. Joaquín Cossío es otro excelente actor, de muchos matices y formidable presencia. Ojalá otros buenos montajes de los estados puedan presentarse en escenarios capitalinos para que nuestro público aprecie que no todo es Cuautitlán (sin ofensa para esta localidad mexiquense).