* Oonya Kempadoo habla de su primera novela El árbol de los sentidos


Abordar la parte más provocativa de la historia, deber del escritor

* Es insoportable que guardemos silencio frente a las enseñanzas de la sexualidad, señala

* Analizar el impacto de la cultura negra en los pueblos de América, tema de su próximo libro

Miryam Audiffred * Escribir, para Oonya Kempadoo, es un ''acto de provocación" y un juego con el imaginario y la memoria. Por eso, decidió vagar por el mundo con su recuerdo en el bolsillo izquierdo y su juventud en la palma de su mano. Está segura de que dicho equipaje será suficiente para difundir el rostro del Caribe que palpita en su sangre y en El árbol de los sentidos, libro que recientemente fue puesto en circulación bajo el sello de Tusquets Editores.

Nacida en Londres hace 33 años y descendiente de guyaneses, Kempadoo habla con La Jornada desde su tierra de origen. Su voz, alegre y clara, fluye por el cable del teléfono segura de que las distancias geográficas son cosa de risa. Tan divertidos como los prejuicios sexuales o las frases puritanas que se escuchan por las calles de Tamarind Grove, pueblo ideado por la escritora para albergar, en su primera novela, seres cargados de sensualidad y erotismo.

''Los escritores tienen la responsabilidad de abordar la parte más provocativa de la historia", asegura. De ahí su determinación de poner en claro la idea de que ''la sexualidad es una de las herramientas con las que los jóvenes aprenden de la vida.

''Siento que es una parte tan importante de la educación que es insoportable guardar silencio", hablar con rodeos o usar frases tan intimidatorias y represivas como las que recoge a lo largo de la obra Lula, curiosa protagonista que, por ejemplo, recuerda que según las mamás las niñas que tienen ''pecho de mujer" es porque se los han tocado muy pronto o demasiados hombres.

 

Perder la inocencia

 

Si bien el libro hace énfasis en los deseos adolescentes, la obra también está pensada para el público adulto. Así, Tamarind Grove es un paraíso de la costa de Guyana que está poblado por casas de madera ųa excepción del burdel, que tiene muros de cementoų y personajes tan diversos como el libidinoso adolescente Iggy DeAbro, un trío de inquietas y jóvenes prostitutas y la misteriosa Tía Ruth.

El árbol de los sentidos, dice Kempadoo, no es sólo el reflejo de la pérdida de la inocencia sexual. También da cuenta del desencanto que provoca conocer la verdadera naturaleza humana.

Y es que entre los capítulos de esta historia también figura la violencia doméstica y los conflictos raciales. ''Todas aquellas escenas que nos obligan a ser adultos y a comprender que la vida no es sólo jugar y trepar árboles".

Reconoce que en su libro hay mucho de autobiográfico. Es más, su gusto por las frutas exóticas y por la música de Bob Marley, así como su admiración por la obra de Vladimir Nabokov, Lolita, se distinguen sin tener que leer entre líneas.

Los escenarios de su infancia están, también, entre la maleza y el aire caliente que vaporiza las acciones de cada uno de los personajes. Igual que en su niñez ųque, por cierto, vivió en Guyanaų la relación más estrecha se da entre una niña y la naturaleza, entre Lula y un gigantesco árbol de mango.

''El árbol es un elemento simbólico con muchas facetas. Es el alma y al mismo tiempo la indiferencia del adulto ante los problemas de adolescentes ųdiceų. Es también la imaginación, la realidad infantil y la visión universal."

 

Paradoja del totalitarismo

 

La asfixia de la dictadura de Linder Forber Burnham ųen los años ochentaų constituye la atmósfera de El árbol de los sentidos. El ambiente de delación continúa en su memoria y, aunque todo era controlado por las autoridades y esta situación obligó a que múltiples intelectuales salieran del país, Kempadoo expresa que el totalitarismo impulsó el desarrollo creativo a pesar de lo paradójico que pueda parecer. ''Múltiples voces se apegaron a la literatura y a las expresiones plásticas ante la desesperación y la necesidad de expresarse".

Luego de la muerte del dictador, las letras de Guyana tratan de consolidarse. Las nuevas generaciones, por ejemplo, desean establecer una conexión con los autores de otros países caribeños; ''aunque se trate de una labor difícil porque las sociedades caribeñas no son apegadas a la lectura". De hecho, entraron en contacto con los escritores que emigraron de Guyana a Canadá y Estados Unidos.

Lamenta que en el mundo literario del Caribe, la actitud de las mujeres haya sido pasiva. Es más, los nombres femeninos apenas comienzan a ser difundidos. ƑPor qué? Según Kempadoo hay muchas razones: el carácter sumiso y la responsabilidad que conlleva ser madre soltera son sólo algunas de las causas.

Además, la población no ha renovado la lista de escritores conocidos en los años sesenta y en la que, como se puede imaginar, figuran puros nombres masculinos.

Actual residente de la isla antillana de Granada ųdonde vive después de pasar algunos años en Europaų, la escritora considera que es necesario ofrecer una visión más contemporánea del ser caribeño así que, con tal conciencia, dedica todas sus horas a la creación de su segunda novela.

''Mi próximo trabajo tratará de captar el dilema del caribeño actual mediante un personaje joven, como de 20 años.

''Tendrá un tinte erótico como el actual, aunque en otro sentido, pues me enfocaré al análisis del impacto de la cultura negra en los pueblos de América."

Es posible que el título sea Mari Fundo, expresión utilizada en algunos pueblos del Caribe para referirse al cambio de marea. ''Y bien puede servir para denominar las transformaciones de los pueblos de esa región durante la última década".