* Con la dirección de Jairo Varela, se presentan este viernes en el Salón 21
Niche, un grupo de negros con caché
Ernesto Márquez * Niche. Así se le llama al negro en el Caribe. Pero no a to' lo' negro, mi negro, sino al negro con caché, al negro sabrosón, al que le gusta vestir bien y rumbear. Por eso a Jairo Varela se le ocurrió bautizar con ese nombre al grupo musical que había logrado en 1980 en su natal Chocó. "Porque hay que ser niche caballero para enamorar y atrapar a la gente''.
Esta agrupación, líder en la onda salsera, está conformada por 14 mulatos sabrosones que tocan, rumbean y cantan con singular donaire. Llevan 20 años de haberse integrado y aunque han sufrido algunas deserciones, ''el espíritu se conserva intacto", según nos dice Varela, quien sigue siendo el pilar del proyecto.
Sus primeras composiciones, Difícil y Cali pachanguero, dieron la guía de por dónde iba la vaina. "šUna nueva alternativa salsera, por supuesto!", nos grita al oído Varela. Y claro, en ese momento el panorama musical antillano sufría de cierta decadencia gracias a la madre esa llamada "salsa erótica", y Jairo supo cómo encauzar su onda, con un concepto musical equilibrado entre la tradición y lo contemporáneo y una lírica de ruptura temática en la que abordaba la situación del negro y la realidad social de su país: la pobreza, la marginalidad y la corrupción. Temas no ajenos a otras regiones de nuestra América negra y mestiza.
Con esas estrategias, Jairo y sus niches empezaron a crecer al grado de lo que son ahora: un símbolo de la música tropical en el Caribe.
Y sí, donde quiera que se presentan (nos consta) provocan verdaderos tumultos. Su música moviliza multitudes, como aquella ocasión en Lima, Perú, cuando lograron convocar a cerca de 500 mil personas en un enorme solar.
A pesar del lío judicial en que se vio involucrado el maestro Varela ųlo acusaron de enriquecimiento ilícito y de ser prestanombre del cártel de Cali, delitos de que fue exoneradoų, a los niches los ha tratado bien la vida. Por eso lucen sonrisa de oreja a oreja. Y todo, dicen, gracias al compendio de temas gozones.
Su repertorio musical es básicamente salsa brava, pimientosa, llena de jiribilla, apta para el goce y el meneo. Aunque también tienen sus boleritos o baladas tiernonas, destinadas para el apañón amoroso. Pero trampean, porque cuando se está de lo más cachondo arremeten con un rumbón de tralla.
Así las cosas. Las emociones con ellos discurren entre el jaleo corporal y el remedo espiritual hasta que uno queda exhausto.
Veinte años de labor musical, 11 discos de oro, cuatro de platino, propuestas al Grammy y un público chingonérrimo son las credenciales de estos niches que hoy se presentan en el Salón 21 (Andrómaco y Moliére, colonia Polanco). šTodo mundo a bailar!