* Víctor M. Godínez *
El contacto estadunidense /II
Todo esto tendría consecuencias para México. Aun sin considerar escenarios pesimistas (como sería, por ejemplo, que la Reserva Federal se viera obligada a endurecer todavía más su postura de la política monetaria, o que se produjera una quiebra en el mercado bursátil aquejado, como dice el señor Greenspan, de ''exuberancia irracional''), la sola moderación de la pauta del consumo privado que hoy prevalece en ese país configura ya un entorno externo poco confortable para nuestra economía en este año electoral.
Además de los posibles efectos en el comercio de exportación que representaría para México un ajuste a la baja del gasto de consumo privado estadunidense, el encarecimiento del costo del crédito por medio del cual se busca propiciar dicho ajuste alteraría en algunos aspectos sustantivos los supuestos de la política económica diseñada para asegurar, por primera vez en casi un cuarto de siglo, una transmisión de poderes sin traumas económicos de por medio.
Baste considerar que, para mantener un diferencial promedio de seis puntos porcentuales entre la tasa de interés nominal de México y la de Estados Unidos (equivalente en términos generales a la tasa interna de inflación más el pago del llamado riesgo país, o prima adicional sin la cual los capitales no fluyen a México), el gobierno tendrá que elegir entre opciones que dificultarían la consecución de sus metas de inflación y crecimiento.
O aceptan abiertamente que el costo nominal del crédito no sólo dejará de disminuir sino que subirá en la misma medida que lo hagan las tasas estadunidenses, o deciden secar la economía de manera que se logre la meta anunciada de inflación. En cualquiera de los dos casos estaríamos ante una modificación no prevista en la estrategia económica para este año de elecciones federales.
Y dado el reducido margen de acción presupuestal con que ahora cuenta el gobierno, las autoridades salientes se verían obligadas a asumir el costo político de los ajustes, a menos que --como sucedió en la última transición presidencial-- decidan trasladarlos por completo a la cuenta de la próxima administración.