Desde Autlán, testimonios de la ruta de Carlos Santana
Una guitarra, la llave de California
María Rivera, enviada, Autlán, Jal. * Un sinuoso camino rumbo a la costa jalisciense lleva a Autlán, la tierra del guitarrista Carlos Santana. Ahí son 40 mil los habitantes, dedicados en su mayoría a la agricultura, la ganadería y el comercio. Una relativa prosperidad que no alcanza a retener a los jóvenes ni en la región ni en el país. Como la mayoría en este estado, los muchachos crecen mirando "al norte". A California, para más señas, con escala en Tijuana mientras se logra el ansiado cruce.
Una de las familias que a mediados de los cincuenta se encaminó hacia la frontera fue la del músico José Santana, padre de Carlos. Su hermana Teresa, de 78 años, aún vive en Autlán, a unos pasos del jardín principal. Desde ahí lo recuerda como un muchacho alegre, que no perdía ocasión de tocar el violín y la guitarra. Dominaba esos instrumentos por su padre, quien tocaba en las fiestas de toros de los pueblos vecinos.
El gusto de don José por la música lo impulsó a formar su propia orquesta. Pronto, el grupo de José Santana amenizaba cuanta fiesta y baile había en el pueblo. También llevaban gallos y más de un autlense "apalabró" a su amada con los boleros de esa agrupación, género de moda en los cuarenta.
A sus 82 años, Santiago Alvarez -baterista de aquel grupo- recuerda que "el chiste" de don José es que "se las sabía de todas todas", aunque "cantaba bien feo". Sincero ante todo, don Santiago acepta que en aquellas épocas bohemias no siempre les iba bien económicamente y que cuando llegaban los malos tiempos tocaban en el barrio Los Manguitos, donde estaban los lugares de mala nota, y cada bailador pagaba cinco centavos por pieza.
El 20 de julio de 1947 nació Carlos, el tercer hijo de don José, en la calle Guadalupe Victoria número 51 del barrio La Sirena. Su tía abuela lo recuerda como un niño "muy bonito, gordito y blanco. No era muy que digamos rebelde, más bien tranquilo; incluso fue acólito en la parroquia del Divino Salvador ". Pero como toda historia tiene siempre por lo menos dos versiones, don Santiago tiene la suya: "Yo tenía un restaurante en los portales. Carlos era bolerito. Iba con su cajoncito por todo el centro y a veces llegaba a mi negocio. ƑQue cómo era? šPues vaguito, como todos los muchachos!" Lo cierto es que no todo era santidad o vagancia en Carlos, también estudiaba en el Centro Escolar Chapultepec. Esa institución -regalo del cacique de la región Marcelino García Barragán a su pueblo adoptivo- tenía alberca, huerta y sala de música con piano, cosas poco usuales en la época. El tiempo en aquella escuela debe haber dejado buenos recuerdos al guitarrista, ya que cada vez que pasa por Autlán la visita, aseguran maestros del lugar.
Llegaron los cincuenta y José Santana se encontró de pronto con siete hijos y poco dinero para mantenerlos. Así que siguiendo las huellas de tantos autlenses se encaminó hacia la frontera norte en busca de fortuna. Para la mayoría de los migrantes del occidente del país, Tijuana es la escala obligada, mientras se da el gran salto. En la frontera, el padre de Carlos Santana se encontró con que los boleros no tenían mercado, pero sí la música folclórica. Sin más, se incorporó al mariachi Los Gavilanes. Las fotos que guarda su hermana Tere lo muestran orgulloso y sonriente en su traje galoneado.
Su esposa Josefina Barragán y sus hijos se quedaron en el pueblo un tiempo más. "Vivieron en la casa de mis padres, mientras José se acomodaba en Tijuana", recuerda doña Tere. Años después el jefe de la familia regresó a Autlán por los suyos. Así fue como Carlos, a los ocho años, dejó esta tierra que le trae a la memoria "las pitayas y el mazapán, cosas dulces, cosas hermosas".
Aunque en Tijuana la vida era más llevadera que en Jalisco, a la familia Santana tampoco le alcanzaba el dinero. Para completar el gasto algunos de los niños trabajaban. Carlos e Irma, herederos del talento familiar, se dedicaron a la música. La niña cantaba mientras su hermano, que había recibido clases de guitarra de don José, la acompañaba. "Les hacían rueda", recuerda la tía abuela del creador de Samba pa'ti. "Un día, un gringo que los vio quedó impresionado con su talento. Se acercó a la familia y ofreció llevarlos a todos a Estados Unidos". En la otra versión, la más conocida, Carlos empezó en Tijuana a tocar con el grupo de Javier Bátiz en el lugar de nudistas llamado El Convoy. Lo cierto es que su música le abrió las puertas del norte.
La década de los sesenta apenas comenzaba cuando la familia de Santana llegó a California, que con flores en su pelo recibía la era de Acuario. ƑAcaso podía haber mejor lugar para un adolescente como él, apasionado por la música? En San Francisco empezó a crear su sonido, una mezcla de lo escuchado en las calles de esa ciudad y en las de Tijuana. En 1966 formó el grupo Santana Blues Band, que ofrecía, además de la guitarra de Carlos, las características percusiones, herencia de los músicos negros que tocaban en el Hippy Hill y el Acuatic Park de San Francisco. Llegó el mítico 68, y la agrupación, que para entonces ya sólo se llamaba Santana, grabó su primer álbum llamado Santana, a secas. Al año siguiente participó en el célebre festival de Woodstock. Comenzó la década de los 70 y grabaron el que para muchos ha sido su mejor álbum: Abraxas. De este disco surgieron dos sencillos que fueron todo un logro en la fusión del sonido latino con el rock, Samba paƀti y Oye cómo va.
En los siguientes años, Santana vivió su mejor momento, y también la experiencia de la droga y el misticismo oriental. En ese contexto conoció a una joven de origen indú que se convertiría en su esposa y madre de sus tres hijos.
Después llegaron una serie de discos de buena factura, pero sin la originalidad de sus primeras composiciones. En la cumbre de su carrera nunca vino a tocar a México. Ese desapego causó resentimiento en el ambiente del rock nacional. "No es mexicano, se siente gabacho", argumentaba en aquellos tiempos Alex Lora, del Tri.
En 1985 comenzó el regreso a sus orígenes. Vino a México a promover Beyond appearance, y tres años después hizo su primera presentación masiva en el país, en el Nou Camp de León. En diciembre de 1988 40 mil seguidores se rencontraron con su magia.
Conforme pasan los años, la reconciliación con su tierra es mayor. Su militancia en favor de la comunidad latina en Estados Unidos parece hacerlo también más sensible a los problemas de México ante el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el primero de enero de 1994 tuvo una postura favorable. Al escenario de Woodstock 94 subió con una camiseta que llevaba estampadas las imágenes de la Virgen de Guadalupe y Emiliano Zapata. Ese mismo año declaraba: "mi corazón está con los zapatistas y el subcomandante Marcos".
Supernatural, a los Grammy
Con el fin de siglo, a los 52 años, Carlos Santana regresó a lo más alto de la escena musical con un fruto maduro: Supernatural. En ese disco -que lleva vendidas más de 6 millones de copias- contó con la colaboración de Eric Clapton, Lauryn Hill y Maná. En él, el guitarrista de Autlán, Jalisco, suena más joven que nunca, quizás como una especie de revancha hacia la gente de la industria estadunidense que lo consideraba acabado. Hace unos días declaró en Madrid: "La industria musical fabrica músicos que parecen hechos con molde, como Britney Spears o Los Back Street Boys, pero el mundo no sólo pertenece a la gente de 17 a 27 años, sino a todos los que sienten el arte".
En 1999 recibió en Los Angeles el premio al mejor álbum de pop/ rock concedido por American Music Award -distinción otorgada por votación popular. Este reconocimiento lo coloca en inmejorable posición de cara a la entrega de los premios Grammy -que otorga la industria musical- el próximo día 23. Tiene once nominaciones, y para medir la magnitud del éxito, baste saber que el fenómeno musical de 1999, Ricky Martin, sólo tiene cinco.
Con el sueño americano convertido en realidad, Santana emprendió el retorno a sus raíces. A fines del año pasado se presentó en México. Aprovechando esa estancia fue a su pueblo, tras ocho años de ausencia. El regreso lo cuenta su tía. "El presidente municipal de Autlán lo fue a visitar durante su presentación en Guadalajara. Le dijo: Ƒno tienes ganas de ir a ver tu terruño? -Sí, respondió, tengo ganas de ir a ver a mi tía. Cuando llegó le dije: Ahora estás más gordo hijo. ƑDe veras tía? -me contestó. Sí, porque antes estabas más huesudo, en cambio ahora te veo más repuesto. Estuvo muy contento. Yo tengo pena, porque no pude hacerle nada. Una cenita que le hubiera hecho Ƒverdad? šCon lo que le gusta la comida mexicana! Luego se fue a visitar su escuela, a la Virgen de Guadalupe en la parroquia del Sagrado Corazón, y cenó enchiladas con la gente del pueblo en los portales".
Y para cerrar esa jornada concedió una larga entrevista a Elia Guadalupe Macías, locutora de Fiesta Mexicana, la estación de radio de Autlán, que llega a toda la región de la costa.
-ƑQué posibilidades hay de escucharlo en vivo en su tierra? -preguntó la comunicadora.
-Si Dios quiere, el año que entra traeré mi banda para presentarnos ante la gente joven del pueblo. Yo quisiera ayudar al gobierno de aquí a financiar escuelas, porque creo en la educación. Hay que dejar de vernos como víctimas. Entre más educada esté la gente, mejor, que sepan que con educación nada es imposible, nada. Yo quiero regresarle algo a mi pueblo de lo mucho que me dio.
-ƑCómo definiría su sonido?
-Como un sonido de llanto. La humanidad llora porque quiere abrazar a Dios. A veces creemos que somos hijos abandonados porque hay tanto sufrimiento, tanta corrupción, tantas penas. Pero Dios no nos desampara. Para mí el sonido de Santana representa mundialmente un llanto que pide una unión con Dios.
-ƑQué piensa hacer este año?
-En el último álbum he trabajado mucho. Tengo ganas de dejar a Carlos Santana en el clóset y convertirme en una persona normal. No me gusta ser una personalidad, sólo una persona.
Entre abril y junio de este año los autlenses esperan su regreso. Inaugurarán una plaza con su nombre y una de las principales calles del pueblo se llamará como él.
En la oficina municipal de enlace de la Secretaría de Relaciones Exteriores, un grupo de jóvenes tramita sus pasaportes. Los Angeles, San Francisco y Las Vegas son los principales destinos migratorios de los autlenses, explica Margarita Hernández, encargada del lugar. Van tras el sueño americano. Saben que arriesgan mucho en el camino, pero también que hay personas que lo consiguen. ƑAcaso Carlos Santana no lo logró? Responden a quien lo pone en duda. Ellos van, Santana regresa. El círculo se cierra.