ƑReconciliación?

* Sergio Zermeño *

CUATRO DIAS DE LA TOMA de la UNAM por las fuerzas policiacas, muchas voces se elevan, desde el Presidente, el secretario de Gobernación, el rector, su equipo de intelectuales, grupos de académicos y otros universitarios, pidiendo la reconciliación de los miembros de nuestra comunidad. ƑEs preciso recordar que el fundamento de la reconciliación es el reconocimiento del otro y que el otro se encuentra en la cárcel?

Este artículo no es para echarle gasolina al fuego, tiene como objetivo sentar las bases para una auténtica reconciliación. Habría que decir que la libertad de los presos es un requisito indispensable para lograr este objetivo, pero sería caer en una obviedad. No podrá haber ambiente académico, ni pláticas hacia el congreso de reforma universitaria sin este prerrequisito. Un objetivo de la institucionalidad universitaria es el repoblar rápida y pacíficamente las instalaciones y enfilar hacia la dichosa reforma: el lunes mismo, frente al periodista (Sergio) Sarmiento, un integrante de la comisión de garantías de rectoría nos hacía saber que ya existe una agenda completísima para el congreso y que hacia allá debemos enfilar los universitarios. Ese mismo día, la PGR nos hacía saber que 35 integrantes del CGH no alcanzaban su libertad bajo fianza porque eran considerados ''socialmente peligrosos''.

Ya comienza a perfilarse el escenario de los días y de las semanas que vienen: de un lado, el discurso de la reforma bajo el distintivo de la excelencia académica, de otro, el discurso que condiciona esta reforma a la liberación de los presos políticos y a la solución del pliego del CGH. Una vez más aparecerán los medios de comunicación descalificando a los segundos por irracionales y veremos a la institucionalidad universitaria acantonarse en el avance de la ciencia para el desarrollo, el imperativo de los jóvenes en las aulas, la prioridad del saber...

Vamos a ser claros: atizar la división y el enfrentamiento de los universitarios, incluso recurriendo a los argumentos más socarronamente sublimes, se constituye, hoy, en un atentado contra la universidad y contra la nación. Hay que dejar establecido sin titubeos que a lo largo de trescientos días de conflicto se ha logrado evitar, gracias a las provocaciones inducidas desde todos los ángulos, la discusión del punto central enarbolado por este movimiento social que es, ni más ni menos, que el de la gratuidad de la educación pública superior. Por eso no pudo avanzar más el rector De la Fuente, a pesar de los buenos oficios de su primera etapa; porque resultó imposible, lo repito, que Zedillo apareciera en Davos como el más puro de los neoliberales, y que en tierra firme mexicana se decretara, casi al mismo tiempo, la gratuidad de la educación pública en todos sus niveles. Las autoridades no podían ir más allá y prefirieron mantenerse como una secretaría de Estado antes que propiciar la unidad y ejercer la autonomía.

No hay que darle vueltas; justamente esta unidad, la reconciliación y el camino hacia un congreso eficaz y altamente académico de la UNAM, pasan por la aceptación de este punto central que, hay que dejarlo también constatado, es un triunfo irreversible del actual movimiento de estudiantes y académicos. Se podrán haber tomado las instalaciones, reabierto y poblado los centros de estudio y de investigación, pero no se ha resuelto este punto de justicia social en el país del Fobaproa, el IPAB y la corrupción gubernamental descarada. Las cúpulas del capital habrán ganado para sí enormes tajadas de los recursos de la nación, las clases medias y populares y la opinión pública, deben hacer efectiva la gratuidad (unas centésimas de los recursos). Sobre eso ni un paso atrás. Ahora bien, junto a tal prerrequisito para el congreso y la reconciliación debe colocarse la exigencia de un mayor presupuesto para la educación: sólo 14 de cada 100 jóvenes entre 20 y 24 años reciben en nuestro país algún tipo de aprendizaje o entrenamiento, contra 50 de cada 100 en los países desarrollados. Debemos luchar por el objetivo de que en los próximos diez años alcancemos a tener 20 de cada 100 de nuestros jóvenes educándose. A partir de esto sí se puede enfocar todo el congreso al logro de la excelencia académica y el resto de los puntos del pliego estudiantil (incluido el bochornoso tema del pase automático), ser tratados en ese momento. Los universitarios debemos estar unidos en torno a la libertad de todos los detenidos, la gratuidad, el aumento de los recursos y de la matrícula y la excelencia académica, reprobando las provocaciones y el divisionismo. *