Reflexiones en torno a la UNAM

* Enrique Calderón A. *

HOY RESULTA DIFICIL DEJAR de pensar en la crisis que enfrenta la universidad como reflejo directo de la problemática que vive el país, y manifestando la singular importancia política de la institución; es por ello que propongo algunos puntos de reflexión:

1. Durante las campañas políticas presidenciales de 1988, las autoridades universitarias presididas por el rector Carpizo se desgarraban las vestiduras afirmando que la visita de los candidatos a la universidad violentaría la autonomía universitaria, causándole graves daños a la institución. En cierto modo tenían razón: la visita de Cárdenas resultó apoteósica, y tuvo como resultado inmediato la fusión de toda la izquierda mexicana en torno a su candidatura; la campaña de Cárdenas adquirió así el impulso que la convirtió en el fenómeno arrollador que todos conocimos.

2. El gobierno aprendió la lección y al iniciarse las campañas políticas de 1994 la universidad entró en una huelga que duró cerca de un mes (curiosamente las dos últimas huelgas han coincidido con los procesos de sucesión presidencial). Cuando finalmente los candidatos visitaron la universidad entre mayo y junio de 1994, Ernesto Zedillo fue repudiado y su visita resultó intrascendente, mientras que las visitas de Cárdenas y de Diego Fernández atrajeron a decenas de miles de estudiantes, poniendo de manifiesto hacia quiénes se orientaría el voto universitario en todo el país.

3. Ante el vacío de liderazgo que ha caracterizado al actual régimen, y la apremiante necesidad de que éste termine pronto, los tiempos políticos se adelantaron; ello ocurrió también en la UNAM. Desde 1998 el Presidente y su equipo cercano sabían que el grupo social más enojado con el sistema era el de los jóvenes y de manera muy principal el de los estudiantes; sus preferencias electorales se alineaban con el PAN en primer lugar y con el PRD en segundo, la simpatía de Cárdenas en la UNAM seguía siendo muy alta.

4. En esas condiciones, el aumento de cuotas constituía un mecanismo seguro para provocar la inconformidad de los estudiantes, su estableci-miento como decisión de un consejo universitario, reunido a escondidas de la comunidad, no podía tener otra consecuencia que el cierre y la toma violenta de la universidad, luego mantenerla cerrada indefinidamente no representaría mayores dificultades, a condición de infiltrar en el Consejo de Huelga algunos elementos encargados de radicalizar sus posiciones, la pinza en torno a la universidad se complementaría con un discurso doble del rector y su equipo, manejar una posición negociadora y de conciliación y al mismo tiempo de denuncia y enfrentamiento hacia el Consejo de Huelga.

Se trataba de razones de Estado; el posicionamiento de Cárdenas y de Fox a finales de 1998 no dejaba duda a los estrategas del régimen, el año perdido de clases para 250 mil estudiantes y los 10 mil millones de pesos que constituirían los costos de la huelga para la UNAM, resultaban irrelevantes ante el riesgo de perder el poder. La UNAM debía ser cerrada para impedir que con ella se beneficiara alguno de los candidatos de oposición.

5. El sistema nacional de investigadores y los estímulos de Conacyt, que si bien poco o nada han hecho para mejorar la capacidad científica, tecnológica y académica del país, han representado beneficios significativos para mejorar la situación económica y el nivel de vida de investigadores y profesores universitarios, a cambio de su domesticación. De ello habla el silencio del sector académico universitario ante los abusos de poder, el rumbo impuesto al país por los regímenes neoliberales y muy especialmente las medidas zedillistas que han sumido en la miseria a mi-llones. La neutralización de los académicos en el proceso político universitario resultaba previsible.

6. El encarcelamiento de estudiantes, como forma pretendida de resolver el conflicto y sus acusaciones de terrorismo, dejan ver las limitaciones del sistema de poder, haciendo resurgir el conflicto entre los dos modelos de país, con una repulsa generalizada que la televisión es incapaz de acallar; el rechazo a los que hoy sin memoria piensan que la rebelión de Chiapas es un incidente, que los estudiantes deben ser condenados, que se olvidan de Aguas Blancas y de Acteal; que piensan como natural que el país pague los 80 mil millones perdidos por los bancos, como resultado de su ineptitud y corrupción. Todo esto es algo de lo que hoy está presente en el conflicto universitario. *