Ť Autor de cuatro novelas, resultó galardonado por El seductor de la patria


Enrique Serna, premio Mazatlán

Ť La obra retrata el lado humano de Antonio López de Santa Anna; ''no es una reivindicación''

Mónica Mateos Ť El premio Mazatlán de Literatura 2000 fue otorgado ayer al escritor Enrique Serna (1959, DF) por su novela El seductor de la patria. El jurado estuvo integrado por Juan Villoro, Ignacio Trejo Fuentes, Vicente Quirarte y Ernesto Herrera.

serna-enrique-jpg Instituido en 1964, el galardón es entregado anualmente con motivo de las festividades del carnaval ''a la persona que hubiera producido, en los dominios de la literatura mexicana, la obra más sobresaliente en el año precedente''.

Este año se eligió una novela histórica que retrata el lado humano de Antonio López de Santa Anna, en la cual convergen los puntos de vista de sus enemigos para ofrecer al lector un amplio panorama que le permita elegir si el personaje es víctima o villano de la historia.

Entrevistado vía telefónica en su casa de Cuernavaca, Serna explicó que El seductor de la patria es su cuarta novela: ''Tiene la forma de un reportaje histórico en el que se ofrecen dos puntos de vista a partir de un mismo hecho. Por un lado está el archivo de confidencias de la familia Santa Anna; por el otro, la versión de los detractores del general. Por ello elegí la forma epistolar y usé fragmentos de cartas, diarios y documentos notariales".

-ƑDónde establece la frontera entre ficción y realidad?

-Para todo lo que es la actuación política de Santa Anna me basé en hechos históricos. La ficción empieza al narrar el mundo interior de mi personaje y hacer una radiografía de su conciencia. La realidad en la novela es el material anecdótico y la ficción su introspección. Santa Anna es el personaje más execrado por los historiadores mexicanos, pero creo que él no fue el único responsable de los desastres que ocurrieron entonces en el país. Santa Anna comparte esa responsabilidad con la sociedad de su tiempo, principalmente con las clases privilegiadas, los hacendados, los cuadros superiores del Ejército, el alto clero... quienes lo iban a buscar para rogarle de rodillas que asumiera la Presidencia de México.

"El simple hecho de tratar de explorar las motivaciones del personajes lo humaniza, pero eso no quiere decir que me haya propuesto reivindicarlo. Quise reconstruir a Santa Anna como personaje de ficción, mostrando su lado sombrío, pero también el lado pícaro y carismático de un caudillo que siempre echó en la bolsa a las masas".

-ƑCómo cree que los lectores mexicanos recibirán su novela, en un contexto político y social como el que se vive actualmente?

-Es inevitable que yo haya observado a Santa Anna con la perspectiva de una mexicano de finales del siglo XX. Por eso pienso que después de leer mi novela lo que más llama la atención, en el aspecto político y militar, son las similitudes entre Santa Anna y los políticos actuales. Los modos de gobernar no han variado mucho y tampoco ha variado la pretensión de un grupo en erigirse en símbolo nacional. Santa Anna logró convencer a los mexicanos de que él era la encarnación de la patria y lo mismo ha pasado en el siglo XX con el PRI, que ha secuestrado los colores de la bandera en su escudo y ha convencido a muchos mexicanos de que la corrupción y la indolencia ante los atropellos del poder son defectos consustanciales a nuestra nacionalidad y que por lo tanto debemos aceptarlos como una tara genética.

-ƑCuál es la responsabilidad de los escritores que abordan temas históricos?

-La responsabilidad del novelista histórico es eludir las simplificaciones de la historia oficial y confiar en la inteligencia del lector para que, en vez de darle una moraleja, él mismo haga sus interpretaciones a partir de una ficción que no toma partido. Algunos podrían pensar que El seductor de la patria es una defensa maquiavélica de Santa Anna, pero no, también están ahí elementos para condenarlo. La decisión es del lector.

Enrique Serna también es autor de Uno soñaba que era rey (1989), Señorita México (1993), y El Miedo a los animales (1995).

Impulsor de la literatura

En la primera versión del Premio Mazatlán de Literatura, el reconocimiento correspondió a José Gorostiza, por su obra completa. Luego fueron premiados Ricardo Garibay (Beber un cáliz), Jaime Torres Bodet (Rubén Darío), Fernando Benítez (Los indios de México), Octavio Paz (Hombres en su siglo), Vicente Leñero (Puros cuentos), Carlos Monsiváis (Escenas de pudor y liviandad), Jaime Sabines (Pieces of shadow), Sergio Pitol (El arte de la fuga) y José Emilio Pacheco (Album de zoología), entre otros. Elena Poniatowska es la única que ha recibido el premio en dos ocasiones (en 1971 por Hasta no verte Jesús mio, y en 1993 por Tinísima).

En 1972, el escritor Carlos Fuentes rechazó el galardón a su obra Tiempo mexicano. La decisión fue motivada por la actitud de entonces del gobierno estatal contra los estudiantes de la Universidad Autónoma de Sinaloa. Se cerró así la entrega del Mazatlán de Literatura durante once años. En 1984, el gobierno del estado impulsó la reposición del premio, con el apoyo de la UAS.