* Marco Rascón *

El largo paréntesis de la historia

El Estado creó el conflicto, provocó, azuzó, dilató, dividió y luego degolló a la UNAM a la mitad de la plaza para beneplácito de conservadores y fariseos. Había que crear al monstruo del gran conflicto para degollarlo de manera ejemplar y con el terror construir el optimismo en la continuidad del régimen priísta y el pesimismo en el cambio democrático.

Desde el comienzo hasta la fecha, Gobernación alimenta la confrontación, pues de ello depende neutralizar los sectores que pueden ser factor de cambio y, al mismo tiempo, conduce a la UNAM a su propio proyecto, que no pudieron imponer ni Carpizo ni Barnés ni De la Fuente. Trágicamente, si la huelga buscaba detener el avance del neoliberalismo en la UNAM, hoy está dado el contexto para la entrada de Zedillo y Labastida en la institución al grito de los šgoya! de antiparistas de derecha que no pudieron quitar una sola bandera rojinegra a los huelguistas, y ahora las queman gracias a que se las dio la Policía Federal Preventiva.

La definición de Diódoro Carrasco de que "fue una decisión de Estado", es correcta, pues ésta era acabar con la UNAM. El actual régimen se sostiene exclusivamente por las operaciones de Estado para desorganizar a la sociedad, a fin de demostrar que lo único viable para el país es el PRI y que ellos son el enano de mayor estatura.

El plan anti UNAM es una operación que terminará el 2 de julio del 2000. Por sus formas precisas de provocación, trabajo con los medios de comunicación, doble discurso y aprovechamiento de los errores provocados dentro del CGH, los confundidos intelectuales y la irres-ponsabilidad del perredismo universitario, se parece más a la operación que asesinó a Colosio e impuso un sucesor para garantizar la continuidad del proyecto salinista.

Gobernación estableció un guión para que el movimiento se pareciera al 68 (el gobierno del DF jugaría ahora el papel de gobierno diazordacista); se exacerbaron los ánimos de la comunidad universitaria; a cada sector se le mantuvo bajo una estrategia: a los moderados, negociación cupular; a los académicos e investigadores, la marginalidad de opinión y decisión y al CGH, mantener el paro a toda costa. Si todo es parecido a 1968, Ƒquién juega hoy el papel de Sócrates Amado Campos Lemus? Mario Benítez e Iván Zavala deben aclarar públicamente el punto oscuro de sus liberaciones inexplicables por parte de la PGR y, por tanto, su papel en torno a la conducción del movimiento a coincidir con los objetivos de Gobernación y el plan anti UNAM.

Parte fundamental de la estrategia fue la colaboración de todos los medios de comunicación. La renuncia de Barnés fue, quizás, el factor que más fuerza dio a Gobernación para ganar el espacio político de manera amplia y profundizar las contradicciones dentro del movimiento. El bajo contenido político de las respuestas a las provocaciones (embajada estadunidense y Prepa 3 como causas del rompimiento del diálogo) permitió al gobierno federal ganar terreno cada día y hacerse del espacio que legitimara la entrada de la policía. El objetivo no era golpear sólo al CGH, sino principalmente a la UNAM y todo el referente democrático del país; por eso, el 6 de febrero es un golpe victorioso de la derecha nacional, cobrándole a la institución su papel de motor de cambios de 1968 y 1988. La ofensiva y las trampas aún no acaban.

Hoy, la comunidad universitaria en favor del movimiento está hecha pedazos políticamente, lo cual se expresa en la insistencia en cometer nuevos errores, ahora por miedo, lo cual permitirá a Gobernación y el rector que las asambleas de cada escuela se integren mayoritariamente por antiparistas y sean éstos los que determinen las formas y contenidos de la reforma a la UNAM que le conviene a Zedillo. La gran marcha del 19 de febrero es un ejemplo de la debilidad política por falta de ideas centrales, contrastante con la amplia e indignada participación universitaria y popular. ƑPodremos algún día llenar el Zócalo celebrando un triunfo o por haber ganado una batalla? Francisco Labastida y Jesús Silva Herzog siguen al pie de la letra el guión de la provocación de Gobernación y su plan de liquidación de la UNAM.

La derrota puede ser más profunda si se permite que Gobernación siga determinando las respuestas del movimiento. De la Fuente sabe su debilidad y, por eso, desea una estrategia que aleje a maestros y estudiantes de las escuelas.

De la marcha del miércoles 19, mal harían los dirigentes del CGH, moderados o perredistas universitarios, si pensaran que la respuesta popular ante la ocupación policiaca en la UNAM los exime de responsabilidad histórica frente a la derrota, o que los beneficia, pues es necesario hacer el recuento de errores.

Esto no es el 68, es una gran trampa: el CNH, ante la represión, unificó y dio perspectiva política e histórica; el CGH y todas sus alas, por el contrario, cayeron en todas las provocaciones y aislaron las demandas centrales y originales.

 

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