Los refugiados de Acteal
Adolfo Gilly * Fotos: Pedro Valtierra
Más de 15 mil desplazados, lejos de sus hogares y sus parcelas,
refugiados sin bienes, viviendo como pueden en otros pueblos que les dan
asilo, es uno de los saldos de la guerra de Chiapas. Trabajan, viven, juegan. Desde pueblos vecinos, Ejército y paramilitares los vigilan y se cruzan
con ellos. A cuatro años de los incumplidos acuerdos de San Andrés,
éstas son las imágenes de la vida de los desplazados de Acteal.
El trabajo
El niño sube la cuesta con 20 kilos de café sobre la espalda. Llega a las casas. Una tanqueta pasa por la carretera: así es todo el día. El niño cargador se apresta a descargar junto a una niña más chica que carga a otro niño aún más chiquito. Cada quien su trabajo, todos niños. Pasa después el futuro del niño: un hombre con muchos más kilos sobre la espalda. Su mujer lo sigue. Desde una pared la Coca-Cola, omnipresente, también vigila.
Las casas
Primera casa, a la entrada de la zona de los desplazados.
Los juegos
En la plazuela de los desplazados, una señora extiende la magra cosecha de café. Los niños juegan. Más allá, una
Pobres entre los pobres, los desplazados de Acteal tienen esta su actividad cotidiana. En esta temporada de cos
Por los cuatro puntos cardinales, en los cerros cercanos, militares y paramilitares los observan noche y día. Nunca se sabe cuándo vendrán por ellos. Es la guerra de Chiapas, inmóvil y presente como una gran desgracia.